¿Qué de "gracia" tiene la tecnología?
El otro día escuché a un sacerdote decir que con el apoyo de la tecnología se puede hacer la misa más participativa.
Claro, es un sacerdote respetuoso de la liturgia pero, mirándole al hablar, me decía que si estuviera dispuesto a enriquecer su amor por la liturgia conociendo y promoviendo la forma extraordinaria, muy probablemente, caería en la cuenta que la tecnología y el enorme esfuerzo por adquirirla, son totalmente innecesarios.
Qué podría tener de “más participativo” una pantalla electrónica en medio del templo que el ritmo, las oraciones, cantos, los gestos y el silencio a los que, para introducirnos en el Misterio, en lo que por exclusivo posee y, por lo mismo, invita la forma extraordinaria?
No es que perseguimos con la Liturgia la Belleza y en ella, a la vez esperamos de Dios que, de sí mismo, vierta sobre nosotros la gracia que sacie nuestro corazón siempre insatisfecho?

Pregunto: ¿qué de “gracia” tiene la tecnología?
No es que sea el caso del querido sacerdote pero, acaso no es dar un sentido utilitarista a la liturgia pretender poner confianza en el poder de la tecnología?
Es como con lo sucedido entre el Card. Kasper y los obispos africanos.
Saben ustedes que entre ellos existen algunos que han, literalmente, ordenado que se implemente el Summorum Pontificum en todas las parroquias? Pues eso!
Por la vehemencia del Card. Kasper al sostener su punto da la impresión de que los obispos alemanes están hartos y cansados de ser católicos y que, por lo mismo, les hiere el que los obispos africanos lleguen valientes a Roma desde países llenos de miseria con el rostro radiante de una Iglesia siempre eterna.
A alguien que está harto eso debe ofender mucho.
Y, les ofende no porque se les hayan enfrentado con absoluta delicadeza y caridad unos negritos sino porque, con su fidelidad a Cristo manifestada en todos los aspectos de su vida, han dejado desnuda la verdad del sentido utilitarista que los alemanes han dado a la teología. .
Valerse de la misma para pretender modificar la doctrina de la Iglesia es tan bobo como pretender valerse de la tecnología y toda índole de recursos creativos supuestamente “permitidos por el Magisterio” para hacer de la misa una actividad más participativa.
Si algún mérito tiene la gracia es de haber configurado a los obispos y al pueblo africano católico en auténticos testigos de la fe.
Si algún mérito tiene la gracia es la de configurar a Cristo a cientos de católicos mediante el ritmo, las oraciones, cantos, los gestos y el silencio que -de propio- posee la forma extraordinaria.
El querido sacerdote al final de la conversación expresó que de tener el dinero colocaría las pantallas en el templo a lo que, de seguido y repentinamente exclamé: -"¡Bendito sea Dios que no lo tiene! Bendito sea Dios!”
Tras lo cual se hizo un profundo silencio.
Solo espero que no se haya ofendido.

En estos días la Iglesia católica costarricense está librando una durísima batalla tanto en relación a las declaraciones de Mons. José Rafael Quirós sobre el proyecto de Reforma a la Ley General de Salud que pretende dejar el portillo abierto al aborto indiscriminado sino también respecto a lo que la Caja Costarricense del Seguro Social pretende obligar al clero a cotizar por un monto superior al subsidio de 250mil colones que reciben los sacerdotes por convenio con el Estado.
Es el tipo de conclusiones a las que se llega de forma tan simple como sería al estar consigo mismo en silencio con la mirada absorta en aquello que nos arrebata el corazón como sería la belleza del paisaje, tu hijo jugando sobre la arena de la playa, tu mujer concentrada preparando con cariño lo que a su familia habrá de deleitar, tu marido haciendo su mejor esfuerzo por reparar la pata de la mesa del comedor; tantas cosas de las que la vida está llena que nos roban el corazón.
Una vez cese el debate sobre los divorciados que piden la comunión, de seguido, habrá que pasar a ocuparse de esas almas si fuera que, hasta el momento, nadie se hubiera ocupado de ellas.
Unas palabritas simples sobre la comunión para los divorciados vueltos a casar.