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18.03.17

La única vida que merece ser vivida

Jesús y María vivieron alegres por ser sus existencias el cumplimiento de la voluntad del Padre.

 

La alegría es fruto de la plenitud de la gracia.

Por gracia es que compartimos su alegría.

La alegría es el fondo común entre Madre e Hijo y, entre ellos y nosotros.

Alegría que es regocijo del Padre por saberse amado.

 

De ahí se ve cuán diferente es la alegría de aquél entusiasmo pasajero fruto de nuestros sentimientos.

 

La alegría no es incompatible con la nostalgia de Dios.

Nostalgia que es un sentimiento de pena por vernos todavía privados de la plenitud de Dios.

Jesús y María poseyeron nostalgia de Dios por haber estado sujetos al tiempo y al espacio.

Ya que la nostalgia es un sentimiento auténticamente humano; así como  la alegría, un don divino.

 

Nostalgia y alegría conviven de forma misteriosa.

La nostalgia, como expresión de nuestra limitación y, la alegría, como fruto del don ilimitado.

 

Por eso la alegría es capaz de ordenar los sentimientos.

Ordenándolos los transforma en aliados.

Así es como, al igual que Jesús y María, contribuimos con la gracia en el cumplimiento de la voluntad del Padre.  

Quien se alegrará al saberse amado.

Así es como Le damos gloria

Gloria que redunda en nuestra santificación.

 

Por eso me atrevo a afirmar que la vida de la gracia es la única vida que merece ser vivida.

 

13.03.17

¿Podría haber mayor alegría?

¿Qué podría complacer más a Dios Padre que regresáramos a casa?

¿Qué clase de padre sería si no hubiera previsto nuestro regreso?

Y, si no fuera el propósito, ¿tendría sentido que nos hubiera heredado su capacidad para amar, su libertad, inteligencia y voluntad?

Y, si a pesar de habernos hecho a su semejanza, ¿de qué nos valdría sufrir si no fuera porque es el camino de regreso?

Si así no fuera, ¿habría sido necesaria la encarnación y muerte del Hijo?

Ya que, ¿quién mejor que Jesús (y María, por llena de gracia) habría conocido el sentido de su existencia y previsto el desenlace?

Y, ¿qué sentido tendría sufrir si no fuera hacerlo con alegría, día tras día, hasta llegar al último?

¿Podría haber mayor alegría que poseer la certeza de estar camino a casa?

¿Podría haberla?

Vas de regreso por lo que, con el auxilio de la Gracia, rechaza con firmeza aquello que pretenda robarte la alegría.

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Mucho que antes no me había pasado ha sucedido para que pudiera expresar con un poco de sentido las anteriores líneas.

Mucho, pero finalmente aquí voy alegre, camino de regreso.

 

«Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti»

San Agustín

20.02.17

Los 20 primeros frutos de la crisis (vistos con humor)

  1. Sin lugar a dudas, el primer fruto positivo es que los tomistas, sin abandonar su lucidez, han dejado de hablar enredado.
  2. La casta de los “fariseos” ha retornado y no da tregua al pecador gracias a su alianza con los tomistas
  3. Algunos obispos, por dicha y, aunque a regañadientes, han aprendido a celebrar ad orientem
  4. La misa tridentina, aparentemente, tendrá su prelatura
  5. A los buenos curas, a esos que –de manera inexplicable- les va bien con capillas de adoración perpetua, les ha dado por ganar premios para seguir con sus obras de caridad
  6. Otros muchos, han dejado su labores administrativas para aprender a utilizar el internet con tal de no perderse detalle
  7. Las amas de casa y los ciudadanos retirados han dejado de seguir webs sobre profecías para ser asiduos lectores de InfoCatólica
  8. Contamos con una lista actualizada de sedevacantistas a la que, orgullosamente, ha sido nominado uno de los blogueros de InfoCatólica
  9. Ha caído el mito de que tooooodo el Magisterio es infalible
  10. Ha caído también el mito de que la figura del papa es un modo de la unión hipostática
  11. Por mera gracia, la noción del ministerio petrino, sigue intacta.
  12. Ahora sabemos que se pueden empapelar las calles de Roma con carteles alusivos
  13. Aprendimos que de “cuándo, cuándo, cuándo” surgen productores de video con un excelente sentido del humor
  14. De a poco, los laicos abandonan por completo el morbo por las noticias calamitosas para recurrir a los sacramentos y a la adoración eucarística 
  15. Ahora sabemos que las monjas de clausura pueden “armar lío” concediendo entrevistas a actores porno con el fin de recaudar fondos y, de paso, ayudar al actor a vender su pornografía.  
  16. Pese a dos mil años de ininterrumpida enseñanza, ahora sabemos que unos clérigos pueden enseñar una cosa y otros, todo lo contrario.
  17. Los laicos estamos siendo mundialmente reconocidos por ser magníficos consejeros de curas que no han conseguido entender el sentido de la justicia y de la misericordia divina
  18. La Primacía de la Gracia ha regresado a la pasarela.
  19. Sucede lo mismo a la noción de “pecado”
  20. Ni qué decir que los 10 Mandamientos han vuelto a ocupar los primeros puestos en las listas de popularidad.

(La lista continuará una vez encuentre mi sentido del humor el que, de tanto en tanto, se pierde en medio de este revoltijo) 

17.02.17

¡Las calles están ahí!

Ni que lo hubiésemos planificado con efectos especiales: durante la Hora Santa hubo un apagón mientras el padre con su guitarra y a media voz cantaba la de Emaús. Fue como estar a la luz de la fogata.

En medio de la vorágine que es la vida cotidiana no creo que, en mi parroquia, baje la media de los treinta años la edad de quienes acogemos la gracia para detenernos y asistir a la Hora Santa.

Allí estábamos. No éramos ni veinte adultos esperando en silencio y, además, alguien que parecía estar un poco fuera de lugar: un niño de aproximadamente catorce años quien entró después de mí para sentarse al extremo de la fila en la que me encontraba.  

Para ese momento, ya habían repartido el folleto que publica el párroco con las Vísperas, por lo que el jovencito no lo tenía.

Con el brazo extendido hice ruido con el folleto indicándole que lo tomará. Cuando me vio, negó con su cabecita, pero le dije en voz baja: - “Por qué no? Tómalo. Es bonito”.

Lo tomó y se puso a ojearlo. Estuvo en ello algunos minutos hasta que aproveché para acercarme. Se estremeció un poco porque seguro pensó que quién sabe qué cosa le diría pero, se le abrieron los ojos cuando con palabras muy sencillas, le expliqué de qué se trataba el folleto aludiendo a la actividad en los monasterios y al canto gregoriano que podía encontrar en youtube; tras lo cual noté que leyó las Vísperas con mayor interés.

Poco después entró el sacerdote y lo tomó del brazo para conducirlo a una salita donde asumo que lo confesó porque salió de inmediato a arrodillarse como quien cumple con la penitencia.

Me dije que, seguramente, de seguido se iría, pero no, se quedó en la Hora Santa.

Ayer, para animarme, ya que manifesté estar muy triste por la situación de la Iglesia, Juanjo Romero compartió conmigo una noticia sobre un sacerdote que se dedicó a caminar, rezar el rosario y a encontrarse con la gente durante tres años, como parte del apostolado de la orden monástica llamada Canónigos Regulares de San Martín de Tours a la que pertenece la cual combina el apostolado con la vida contemplativa.  

Su presencia en las calles confesando, bendiciendo, platicando, recoge un sin número de maravillosos sucesos ya que su caminar fue la elección del Señor para atraer a muchos hacia sí.

Así es,  muy parecido a cuando, como quien no quiere la cosa, hizo compañía a los caminantes hacia Emaús.

Yo, salí encantada de esa Hora Santa, no solo por la magnífica compañía a la luz de la fogata sino por haberme encontrado con aquél jovencito que se confesó, se quedó en adoración pero que, además, echó las Vísperas en su mochila.

Detalle que me hizo recordar a las personas que, por dedicarme unas palabras, intervinieron para que la gracia le diera un giro significativo a mi vida.

¡Las calles están ahí!

13.02.17

Por qué los laicos no podríamos hacer lo de los cuatro cardenales pero con los presbíteros y obispos?

“Miren, antes de seguir les diré que he visto con mis propios ojos y experimentando en mi propia carne el hecho de que el Señor, cuando quiere sacar un proyecto adelante, lo hace con tan solo una o dos personas”

Continuamente, por privado, me consultan sobre párrocos que cometen abusos de diversos tipos. Justo ayer, un señor de mi grupo provida, por privado me hizo una consulta  sobre su párroco acerca de cómo se conduce en la liturgia. Es claro que el sacerdote comete abusos que están al límite de ser graves con las obvias consecuencias para su alma y el bien de los fieles. Le recomendé lo que a la vez me recomendaron algunos sacerdotes y creo que quedó en paz.

Yo me pregunto qué fue lo que nos pasó para que no nos atrevamos a corregir a nuestros pastores? Acaso no nos concierne amarlos y velar por el estado de su alma y el bien de los fieles a su cuidado?

Ahora bien, me pregunto cuáles serían las consecuencias si se promoviera la corrección fraterna a nivel de un auténtico movimiento mundial organizado y estructurado? Algo así como lo que pretendían los cardenales con su dubia pero dirigido a los pastores más cercanos?

Yo sería capaz de dedicar horas del día a visitar párrocos y obispos para plantarme delante de ellos y manifestarles lo que nadie se atreve.

Por supuesto, te pueden decir que él es el pastor, es decir, la persona y nosotros las ovejas, es decir, los animales que tenemos que hacer lo que las personas nos dicen. Eso podrían decir pero, acaso ese tipo de sacerdotes no lo dicen continuamente pero seguimos, aunque tragando grueso, en la parroquia en lo mismo de siempre?

Mi punto es que estamos paralizados y, por lo mismo, evitamos pensar que, si los pastores han llegado a ser de ese modo, hasta cierto punto es nuestra responsabilidad ya que nunca les decimos nada y si algo se les dice son solo casos aislados de poco peso en la conciencia del sacerdote.

Pero, cómo verían esos consagrados que, de dos a cinco laicos bien formados, se dedicaran a visitar parroquias de donde se reciban denuncias con el fin de manifestarles el interés que tienen por la salvación de su alma y el bien de los fieles a su cargo?

Yo, por ejemplo, puedo imaginar a un grupo de conocidos yendo donde obispos y presbíteros a plantarles cara. Lo pueden imaginar? Estoy segura que pueden hacerlo y que a la vez ven claro que los anularían de inmediato tachándolos de soberbios y osados. Sí, eso harán, sin duda, pero qué importancia tiene? Acaso desde hace tiempo no los tiene anulados el temor a los malos tratos y las represalias?  

Sinceramente, solo háganse esta pregunta: por qué los laicos no podríamos hacer lo de los cuatro cardenales pero con los presbíteros y obispos?

Yo, al lado de la corrección verbal al párroco u obispo junto con testigos, dejaría en su escritorio un informe describiendo los abusos y los motivos para pedir corrección. Le informaría sobre el envío de una copia a la Curia y también a Roma al correspondiente dicasterio.

No dicen que es la hora de los laicos? Pues, eso. Es la hora. Suficiente autoridad nos da la Iglesia para ello.

O es que la hora de los laicos es solo para seguir escribiendo artículos que no pasan de ser leídos por los mismos de siempre? Para quejarnos en redes sociales y no decir ni pío cuando tenemos al párroco abusivo delante?

Si, muchos presbíteros y obispos nos ven como inferiores. Es una realidad. Se sienten una especie superior entre Dios y el hombre. Como una especie de eslabón que decide en nombre de Dios lo que sí y lo que no.

Lo sé, lo sé… pero por eso mismo hemos de plantearnos un hecho incontrovertible y es que el momento de la historia está demandando de nosotros una creatividad inimaginada. 

No veo posible que elijamos pasar por esto ahogándonos en la impotencia cuando el propio Jesús ha dejado en la corrección fraterna el instrumento para hacerle frente.

Bien, ahí les dejo la idea. Si algunos se decidieran, háganmelo saber.

 

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