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16.10.18

Conviviendo con mi pata chueca

“Me uno a todos los santos del cielo, a todas las almas justas de la tierra, a todos los fieles que rezan el rosario en la presente hora. Me uno a ti, Jesús mío, para alabar dignamente a tu madre; a ella en Ti y a Ti por ella”

No es poco lo que invoca esta oración.

Sentada en mi sillita con ambas piernas en alto para descansar, diariamente la digo con tanto gusto como preparación para rezar el rosario. .

Saben? Es que, esta pata mía me duele hace muchísimos años y, aunque el descanso nocturno y el medicamento me alivian, sin embargo, para la hora en que me siento a rezar ya me está doliendo mucho de nuevo y, aunque fuera poco el dolor, también, para esa hora empiezo sentirme muy sola ya que sola vivo. 

Como, de seguro, al dolor de la soledad y de la pata, le tengo que sumar el dolor moral por lo propio y ajeno que haya traído el día así como el cansancio en general, pues, que no existe nada mejor que unirme gustosa a los santos del cielo, muchos de ellos, mártires, ¡mártires!, no como yo que solo me duele el alma y un poco la pata.

Unirme también a las almas justas de la tierra y a los fieles que rezan el rosario a esa hora… 

Unirme en Jesús a María y a la multitud que hace lo mismo que yo para que todo lo nuestro sea administrado por Ella para mayor gloria de Dios.

¡Qué tremenda unión! ¡Qué tremenda obra de la gracia!
¡Tan grande es estar unidos al sufrimiento redentor de Cristo!

Como les digo, muy bien resulta que se me haya dado ese dolor; me queda perfecto, como guante, como anillo al dedo, tal como si –de antemano- el Señor hubiera sabido (porque no lo sabía) lo que haría yo con ese dolor.

Y cuanta falta hace, ¡cielos!, ¡cuán necesaria es esta unión! ¡Cuán necesaria es siempre!

Para mí, que sufro, es necesaria porque da sentido al sufrimiento; es también necesaria para quien, además del propio dolor, sufre por el dolor ajeno pero, sobre todo, para quien no sabe qué hacer con el propio sufrimiento, tal como cuando lo padece por haber sido abandonado, traicionado, tratado injustamente y, para peores males, cuando no acepta que sufre, que necesita de Dios y de cuanta ayuda que María y muchas almas generosas en el cielo y en la tierra le quieran regalar.


En fin, ya ustedes saben cuánto dolor y sufrimiento existe y saben también lo que se puede hacer: convivir con la pata chueca que cada uno pudiera tener.

17.08.18

Así es como vivía la Virgen

Mis hermanos y yo tenemos tierra con la que, por el momento, no podemos hacer mucho más que cuidarla un poco o prestarla para cultivar. 
Digo “prestarla” porque, quienes la piden, ¡vaya!, no son -por lo regular- personas adineradas, más bien, son personas muy necesitadas.
Sin mucho pensarlo, la he prestado con la condición de que, quien la haga rendir fruto, mantenga limpio el terreno, seguro ante la invasión de alimañas y malhechores pero, además, que me reporte alguna lechuga o ayotito, aunque sea de vez en cuando.
No puedo pensar en obtener mayor ganancia.
Con este pensamiento es que, hace unos meses, presté un terreno al lado de la ventana desde donde escribo. 
Tener a Francisco, un buen hombre que no goza de buena salud, trabajando de sol a sol limpiando el terreno, arándolo, sembrando y cosechando tanto cuando viene solo, cuando trae a su esposita y adorables hijitos de día de campo o como cuando viene con sus amigos, todos hombres pensionados, que llegan a trabajar y tomar sopa (preparan unas sopas deliciosas a las que me convidan) ha sido para mi escuela de sencillez, humildad y deber cumplido. 
Los miro y, en seguida, pienso en Dios y, por supuesto, se me colma el alma. 
Francisco llega y se va con una sonrisa en la boca.
Ayer me contó que ha montado una verdulería en su casa. Le ha de estar yendo bien ya que, casi a diario, viene a cosechar lo sembrado y no se va sin dejarme alguna verdura en el marco de la ventana. 

Llega y se va contento y, así estoy yo.

“Este conocimiento de la acción divina en todo lo que pasa en cada momento es la sabiduría más sutil que en esta vida puede tenerse de las cosas de Dios. Es una revelación continua, es un diálogo con Dios que se renueva incesantemente, es gozar del Esposo no en lo oculto, a escondidas, en la bodega o en la viña, sino al descubierto y en público, sin miedo a nadie. Es un océano de paz, gozo, amor y de conformidad con un Dios visto, conocido o, mejor aún, creído, viviendo y operando siempre lo más perfecto, en cuanto se presenta en todos los instantes. Es el paraíso eterno que, verdaderamente, se hace presente en las cosas pequeñas, cubiertas de tinieblas. Pero el Espíritu de Dios, que en esta vida compone secretamente todos estos fragmentos con su acción continua y fecunda, dirá en el día de la muerte: «hágase la luz» [Gén 1,3], y se verán entonces los tesoros que encerraba la fe en ese abismo de paz y de conformidad con Dios, que se encuentra a cada momento en todo lo que hay que sufrir o hacer.

Cuando Dios quiere darse al alma de este modo, todo lo común se hace extraordinario, y por serlo verdaderamente, no lo parece. Y es que este camino es por sí mismo extraordinario, y por eso mismo no es necesario adornarlo con maravillas prestadas. Es un milagro, una revelación y un gozo permanente, con algunas pequeñas imperfecciones. Su condición propia, sin embargo, no es poseer apariencias sensibles y maravillosas, sino hacer maravillosas todas las cosas comunes y sensibles. Así es como vivía la Virgen
Jean Pierre de Caussade, SJ de su libro “El abandono en la divina providencia”.

29.07.18

El camino trazado por los cuentos

Los cuentos de hadas sirvieron a G.K. Chesterton como camino de conversión.

Por falta de interés en la lectura, desde décadas atrás, muchos desconocen cuentos maravillosos que podrían haber sido de apoyo no solo a su imaginación y creatividad sino a su fe.

Es innegable que los productores de cine y TV no ignoran el potencial de los cuentos ya que siguen colocando a los súper-héroes y súper-villanos  en los primeros lugares de popularidad.

En la actualidad, los cuentos, mueven a los cines y a la pantalla del televisor, a miles de millones que, a sabiendas o no, con un clamor profundo y silencioso buscan ser liberados del mal que los circunda e invade.

Es providencial que “Narnia” y “El Señor de los Anillos” fueran popularizados previo a que la Cultura de la Muerte y la Ideología de Género asestaran su más contunden golpe a la civilización cristiana.

La Cultura de la Muerte e Ideología de Género, dicho por quienes saben más que yo, son considerados como la forma que el Mal ha tomado en nuestros días; lo que, trasladado al ámbito en el que estamos hablando, resultan ser los “súper-villanos” del día de hoy, los que - ciertamente- de ficción no tienen nada.

No hace falta haber leído cuentos o haber visto películas para que el corazón aprenda a reconocer sus necesidades. No hace falta porque la fe se hace cargo. Dios mismo, en su Divina Providencia, se hace cargo.

Sin embargo, leer y mirar cine con grandiosas historias, ayuda mucho. Yo, por ejemplo, no me canso de “El Señor de los Anillos” ni tampoco de ver una producción norteamericana titulada “Los Guardianes de la Galaxia I y II”

Anoche miré por segunda vez la segunda película en la que confirmé que el personaje del padre, al que –no por casualidad- llamaron Ego, representa al ser humano convencido de que es hechura de su propia mano.

El súper-villano Ego, no lo niega pero tampoco lo afirma, que debe su existencia a una mente superior y que, su propósito en la vida, es más amplio que lo limitado de sus ideas.

“Ego” es el nombre del personaje y, probablemente, Narcisista, su apellido.

El caso es que el súper-héroe recibe la luz necesaria para descubrir el engaño de su padre.

Hecho que deja en evidencia que la diferencia entre uno y otro es un acto de fe.

Un acto de fe en el Bien, el del súper-héroe y, un acto de fe en sí mismo, el del súper-villano.

Como consecuencia lógica, el acto de fe del súper-héroe le hace ver el resplandor de la verdad con la que hunde al súper-villano en la destrucción.

Cuando el padre, como último argumento le dice a su hijo el semi-dios, que su destrucción hará que sea como todos los demás, el semi-dios, simplemente, responde: - “¿Tiene algo de malo?” ¿Puede existe mayor libertad?

En esta escena fue cuando me dije que Alonso Gracián tenía razón cuando justo ayer dijo en su facebook: “Por la fe existimos en un plano de claridad esplendorosa

Es el acto de fe del súper-héroe de Guardianes de la Galaxia.  

Y es el nuestro. Nada de ficción sino real como la realidad misma.

Un acto de fe cuya claridad crea hombres libres capacitándolos en la batalla contra el Mal el que, desde mucho tiempo atrás, ha conseguido saltar fuera de las pantallas.

A muchos, el camino trazado por los cuentos, tal como a Chesterton, nos ayuda a dar pasos pequeños o grandes en nuestro camino de conversión en el que, uno tras otro, vemos caer a todos y cada uno de nuestros enemigos, principalmente, a aquellos con los habíamos hecho amistad.

Tal como al súper-héroe de “Guardianes de la Galaxia”, la fe nos libera del ego que nos impide ver el resplandor de la verdad sobre Dios, nosotros mismos y nuestros semejantes.

Sea a Dios toda la gloria.

 

23.07.18

Bajo la sombra del Altísimo

Se suponía que lo mío era un corazón puro pero algo pasó.

Pasó que vine a darme cuenta que no era tan así.

He venido funcionando mal. 

Me explico.

Uno podría haber sido regalado con un corazón puro para lo que comúnmente llamamos “las cosas de Dios”; tal como para mí siempre fue “cosa de Dios” que un grupo de fieles solicitáramos la misa tridentina. Uno podría tener un corazón puro para estas cosas pero no tener un corazón puro de verdad. El caso es que yo se que, por haberme abandonado, el Señor pudo actuar a sus anchas. Nunca me sobresalté con sucesos desfavorables y los favorables me parecieron cosa de lo más normal. Respecto a lo que sucediera con la misa tridentina me era todo completamente indiferente. Dios estaba a cargo.
Sin embargo, en el aspecto material, han sobrevenido reveses al punto que he llegado a decirme que no es posible que en tanto infortunio esté la mano de Dios.
Mal pensado, Maricruz! Es al contrario. Lo supe después.
Los reveses han sido tantos y los obstáculos se presentan tan insalvables que no me ha quedado de otra que abandonarme como un niño en las manos de Dios. 
Ya ven? Por eso digo que mi corazón puro tanto no era.
Me faltaba abandonarme en el aspecto material.
Por supuesto, los reveses no dejan de llegar, los obstáculos siguen creciendo pero en todo: ¡Sea Dios bendito!


Ahora sí, miren la fotografía.



Apenas la vi supe que debía utilizarla para resaltar el hecho de que es imperativo que pidamos la gracia de un corazón puro para que nos sea más fácil mirar lo que, bajo la sombra del Altísimo, se nos revela como voluntad de Dios en los acontecimientos.

Paralelo a este aprendizaje, he venido leyendo una obra de publicada por Fundación Gratis Date de Jean Pierre de Caussade, SJ; titulada El abandono en la Divina Providencia de la que les comparto fragmentos con la intención de cerrar esta entrada pero también con el fin de animarlos a leer obra tan bella.
 
“Dios nos sigue hablando hoy como hablaba en otros tiempos a nuestros padres, cuando no había ni directores espirituales ni métodos. El cumplimiento de las órdenes de Dios constituía toda su espiritualidad.
Entonces se sabía únicamente que cada instante trae consigo un deber, que es preciso cumplir con fidelidad, y esto era suficiente para los hombres espirituales de entonces.
Sus espíritus, movidos sin cesar por el impulso divino, se volvían fácilmente hacia el nuevo objeto que Dios les presentaba en cada hora del día.
Éstos eran los ocultos medios de la conducta de María, la más simple de todas las criaturas y la más abandonada a Dios. La respuesta que dio al ángel, contentándose con decirle: Hágase en mí según tu palabra [Lc 1,38]
[Esta disposición] Es la misma exactamente que aquellas otras que nuestro Señor quiere que tengamos siempre en nuestro corazón y en nuestros labios: Hágase tu voluntad [Mt 6,10].
Esta voluntad de Dios es la regla única que María sigue y que en todo ve.
La virtud del Altísimo la cubrirá con su sombra [Lc 1,35], y esta sombra no es sino lo que cada momento presenta en forma de deberes, atracciones y cruces.
Y esas sombras, deslizándose sobre sus facultades, muy lejos de producirle [temor o] ilusiones vanas, llenan su fe de Aquél que es siempre el mismo.
Retírate ya, arcángel, que eres también una sombra”


De esta manera la Divina Providencia se está encargando de que mi corazón puro lo sea pero de verdad. María Santísima, tiene gran participación en ello. 

Pidamos la gracia de un corazón puro. 
Deo omnis gloria!

NOTA: La bella fotografía cuyo contenido solo se descubre con la mirada pura de los ojos de la fe fue tomada en la parroquia San Joaquín de Flores, la que el padre Sixto Varela facilita para que sea celebrada la misa tridentina. 

3.04.18

¡Para los hijos de Dios su victoria es la vida! | Sobre las elecciones en Costa Rica

“Mientras los verdugos de Jesús dormían plácidamente arrullados por el espejismo del poder, Él desalojaba el sepulcro e inauguraba la oleada de vida nueva que en el entramado de la historia de los sencillos se da en el modo martirio… ¡Claro, para el que se toma en serio el Evangelio!
El miedo y el odio apasionado reclaman y cobran lo suyo con la vida de los inocentes.
¡Cristo, Cordero degollado, en pie!”
Manuel Enrique Chavarría Estrada, presbítero

Lo que se lee en los medios de comunicación sobre lo que fue la campaña electoral en mi país contiene gran parte de la verdad pero, a la vez, está fragmentada debido a que pocos o ninguno de los periodistas estuvieron involucrados al grado o el modo en que pudieran haber ofrecido una visión completa e imparcial. 


No me detendré en los detalles de la contienda electoral ya que son muchos y muy complicados, nada más diré que, para hallar sentido a los acontecimientos, hemos de remitirnos a la historia de Israel cuando, por sus infidelidades fue invadida, arrasada y deportada a tierras en donde se les impuso una nueva forma de vivir y de pensar. 

La Palabra de Dios nos enriquece ya que ahora sabemos que aquello fue un mal necesario. 

Es por eso que en este momento podemos decir que, literalmente, nos encontramos junto a los canales de Babilonia y, por primera vez, hemos contemplado vívidamente el sentido de la agonía en Los Olivos, previendo el futuro.

Sin embargo, en lo profundo de las tinieblas que nos circundan, percibimos claramente la luz radiante del sepulcro mientras va quedando vacío.

Cuaresma, Triduo Pascual y ahora la Pascua han sido camino de conversión que, con gran devoción, hemos seguido.

Sin embargo, bastantes quedaron rezagados, muchos siguen aún dispersos, confundidos, deslumbrados por el resplandor de la victoria de un poder que no es del Resucitado.

El presidente electo afirma ser católico, sin embargo, por ser candidato del oficialismo hereda y adquiere nuevos compromisos con quienes promueven el laicismo, tienen en su agenda la ideología de género y están de parte de la cultura de la muerte por lo que le a mi país le espera un camino no muy diferente al que han seguido muchos otros en la actualidad.

Los católicos que le dieron su voto a sabiendas o no del contenido de su plan de gobierno serán lo que más habrán de sufrir debido a su desidia o ignorancia. Difícilmente se habrán de enterar del por qué. No cabe duda de que ahí estaremos para para que ninguno se pierda.

El resto de nosotros, al lado de nuestros obispos, nos proponemos orar y colaborar con el presidente  para que, con el auxilio de la gracia, llegue a destacarse como modelo de cristiano; pero si no, si su elección fuese diferente, la gracia nos confirma en la certeza acerca de que el camino de santidad que la situación supone no es nada despreciable y, por tanto, nos proponemos dar plena adhesión.

Sea Santa María, “virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta” quien “libre al pueblo que tropieza y se quiere levantar”

¡Para los hijos de Dios su victoria es la vida!
¡Caramba! ¡Que para algo que tenga sentido hemos de vivir!


¡Santidad o muerte!
Amen