InfoCatólica / Deo Omnis Gloria / Categoría: Celebrando la vida

30.12.15

Oink, oink

“¡Cuántos predicadores charlatanes, cuántos repetidores de la nada!”
Agnóstico

 

Este sermón del agnóstico es brutal!

(Debes leerlo antes de seguir) 

Quién, después de leerlo, podría afirmar que miente o exagera? Habrá alguno que se justificará? Espero que no.

Lo espero porque tengo plena confianza en que la gracia le iluminará a la hora de reconocer la verdad sobre si mismo. Espero que lo permita y luego clame piedad para su alma y se le conceda el perdón que le ayude a ser criatura nueva.

La imagen que hemos venido dando no está exenta de verdad, lo que convierte en probable el hecho de que, desde hace ya mucho tiempo, en lugar de “fieles” hemos sido “traidores” que, como puercos, alardean de los “muchos y buenos” frutos que dentro de la pocilga genera su actividad.

Porque es eso, para una mayoría de nosotros, la actividad ha sustituido a la gracia.

La actividad es lo que suponemos da sentido a nuestra vida cuando es únicamente la gracia.

Cristo, su vida en nosotros, es la que le da sentido.

Ninguna otra cosa. Entendido?

Por eso el dichoso agnóstico lleva la razón.

Nuestra vida como cristianos, si somos de ese tipo de cristianos, no tiene sentido.

Tarde o temprano nos retiraremos de la actividad cansados o disgustados y, por ahí va y nos hacemos evangélicos, animalistas o ecologistas, según la afición de cada uno. Si, total, para la superficial vida que llevamos, viene a ser lo mismo que ser cristianos. No es cierto? Cierto es. 

Tengámoslo claro: no hemos llegado a ser más que un des-graciado adefesio para el cristianismo. Afirmarlo, no será mentir.

Este agnóstico que se atrevió a decir la verdad hizo bien al citar a León Bloy quien alguna vez tuvo el coraje de estamparnos en la cara el que “un cristiano, si no es un héroe, no es más que un puerco”

La razón está del lado del agnóstico de nuevo ya que no se conoce que los héroes surjan del dinamismo de la pocilga sino de la profundidad, amplitud, lucidez que da la gracia. 

Se construyen y emergen de esa luz que resplandece aun por sobre el cielo cargado de nubes.

De aspirar, cada minuto de su existencia, a vivir de su claridad y de su calor.

De saber que, bien pueden haber alegría o drama en la vida, que nada ni nadie los arrancará de Su presencia.

Despuntan, como la aurora, por haberse dejado consumir por la hoguera del amor divino.

El único y verdadero amor. El Amor.

Fuera de la pocilga está la vida. Es la vida sobrenatural de la nacen los héroes.

Por eso los llamamos “super-heroes” porque están por-sobre-lo-natural. Vida sobre-natural. Se capta, verdad?

Si tras leerme te das cuenta que no llevas esta vida es que sigues siendo un puerco, oink, oink; por lo que más vale que lo reconozcas para que puedas pedir perdon y la gracia que te arrancará de la pocilga. Que te hará, tarde o temprano, despuntar como la aurora. 

Pídela ahora mismo. Ten confianza. 

Tacaño no es Dios. 

19.12.15

¿Cómo pasar la Navidad como María, José y el Niño?

¿Cómo pasar la Navidad como María, José y el Niño?
Pues, para empezar, no pagues los servicios de agua, luz, cable TV e internet.

(jeje)  

La Navidad tiene dos aspectos que nos entusiasman:

Uno, el hecho de celebrar la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios.

Dos, los recuerdos que nos esmeramos en conservar y provocar relacionados con la unión familiar, la generosidad, la solidaridad, el cariño y la ternura, así como con la alegría de gastar mucho dinero en grandes comilonas y regalos.

Desde niña, todas las Navidades, han integrado ambos aspectos; en la que se aproxima, solo el primero. 

Respecto al hecho he reflexionado lo siguiente:

Desde hace unos días he estado muy atareada recogiendo la mayor cantidad de dinero para que mi Navidad alcanzara el mínimo decente y, de esa forma –según yo- “pasarla bien” (uno, que por nada pierde la perspectiva de las cosas).

Por más esfuerzo, solo he podido recoger lo que necesito para pagar los recibos por servicios públicos y un restito con el que, estoy segura, comeré feliz; lo que está bien, ya que –de lo contrario—pasaría sin fluido eléctrico, sin agua, sin internet y sin televisión hasta fin de mes.

Claro, sería lo ideal para pasarla como María, José y el Niño, aunque –sinceramente- no me atrevo ya que tengo inquilinos ante quienes debo cumplir con mi responsabilidad; sin embargo, si estuviera sola quizá probaría lo que sería pasar la Navidad a oscuras, con la mínima cantidad de alimentos, sin contacto humano y necesitando buscar leña y agua para suplir mis más básicas necesidades.

Ahora bien, ya que este año no puedo pasarla de ese modo, lo que haré será que para el 24 compraré un par de piñas de tamales y, para compartir haré rompope y unas galletas de las que hacía mamá para, ante el portal, comer y celebrar con quienes me visiten en la Nochebuena; dormiré temprano para estar fresquita para asistir el 25 a la misa que, como los ángeles cantaron el Gloria a los pastorcitos, lo harán los Heraldos del Evangelio en la parroquia de San Vicente de Moravia.

Será lo más cercano que haya vivido a la primera Navidad de la historia y a lo que muchos, con mayores carencias que yo, de hecho, vivirán durante estas fechas.

Que el Señor me ofrezca esta oportunidad es invaluable.

Como a mi Padre le estoy profundamente agradecida ya que, en lo poco que estoy siendo privada, descubro lo mucho en lo siempre he sido y estoy siendo regalada.

Él sabe cuánto necesito de sus cuidados por lo que debo reconocer que, ni un instante, ha dejado de ser infinitamente generoso y bueno conmigo.  

Que la gracia me asista para que con mis pensamientos y acciones le honre. 

Es el único regalo que espero para mi esta Navidad.

Será el mejor regalo del mundo.

NOTA: Ya sé que muchos son muy generosos, aunque, por nada del mundo a nadie se le ocurra ofrecerme lo que me hiciera pasar una Navidad diferente a la que el Señor ha planeado para mí.  Estoy bien, feliz y contenta. En verdad lo estoy. 

Que mi sencilla experiencia sirva de testimonio acerca del inexorable poder de la gracia.

10.12.15

Un momento de gracia

Un niño de 9 o 10 años, esperando que iniciara la misa, le preguntaba de diferentes maneras a su abuela que cómo Dios puede partirse en dos para ser Hijo y Padre a la vez. 

A cada una de las preguntas la abuela solo atinaba a responder: - “Dios todo lo puede”. Recuerdo que a la tercera, no tuve más remedio que meterme en la conversación. 

Como si me hubiesen invitado, desde la banca de atrás, dije al niño: - “Si, cierto: Dios todo lo puede porque es más poderoso que cualquier superhéroe conocido jamás”

Aquí hice una pausa para identificar su reacción ya que pretendía despertar su interés en lugar de que me viera como una metiche.

Como me sonrió tímidamente y luego miró a su abuela en busca de aprobación y, como la abuela me la concedió, proseguí: -“Dios es tan infinitamente poderoso que por eso decimos que sus cosas son un Misterio; aunque, la cosa genial es que podremos comprender completamente el Misterio el día que lleguemos a su presencia”

A todo esto, el niño me miraba con los ojos muy abiertos.

En seguida, aprovechando que no había perdido su atención, añadí: - “Por cierto, estoy segura que has notado que lo “misterioso” de Dios nos da como una sed de saber más?

El niño saltó en su asiento y movió la cabeza afirmativamente, por lo que continué: - “Esa sed, Dios nos la da para asegurarse de que siempre tengamos ganas de saber quien es”.

Ahí, sonreí y guardé silencio. 

El niño se lanzó en brazos de su abuela como encantado por aquél descubrimiento y, acurrucándose en su hombro, se dejó abrazar. 

La abuela sonrió, besó a su nieto y, volviéndose hacia mí, me agradeció.

Fue en ese momento que, casi con lágrimas, recordé lo que la gracia me permitió hacer durante los años que fui catequista de niños y adultos en mi parroquia.

Al momento del signo de la paz el niño se volvió hacia mí y, en lugar del apretón de manos, levantó su pulgar en señal de ME GUSTA; le respondí levantando el mío y, en seguida, como amigos, casi riendo, chocamos palmas.

Fue un momento de gracia, definitivamente.

23.10.15

La mejor persona de la historia

Dedicado a Ana Lau

El otro día una conocida, hablando con ella de la castidad, me decía que nunca querría pertenecer a una religión como la nuestra, tan inhumana y opresora.

No deja de tener razón en el sentido de que Cristo exige mucho de nosotros tanto en el aspecto físico como emocional e intelectual.

Aunque, valdría la pena mencionar que -si uno se toma en serio- resulta ser lo más estimulante que criatura humana podría conocer el tener delante a Cristo desafiándole, ya no digamos a ser “santo” sino a ser “la mejor persona de la historia”, es decir, aquella persona que ni siquiera imaginas podrías llegar a ser.

Un héroe. El héroe que, muy en el fondo de ti, siempre has intuido podrías ser.

O, es que, acaso, de una persona de la magnitud de Cristo, rechazarias un reto semejante?

Pues, qué diré, lo rechazaría solo alguien que no quisiera salir de su “zona de confort"; es decir, alguien que está satifecho con el ser humano que es, con lo que hace, dice y piensa. No crees?

Bromas aparte, y para aliviar un poco la tensión acerca del Sínodo, no les parece que gran parte del desacuerdo que existe es debido a que muchos (católicos, entre ellos) no quieren, no pueden o no detectan el desafío que plantea Cristo?

Quizá por esa razón es que hemos escuchado a varios padres sinodales decir, tal como mí conocida, que la Iglesia espera demasiado de las personas ya que, por ejemplo, alguno por ahí ha dicho que solo “héroes” vivirían en castidad.  

Por supuesto, podría ser que Cristo no es para ellos quien es para nosotros. Eso podría ser.

Podría ser que, unos estaríamos ante Cristo, el Logos, origen y fin de todo lo creado y, otros, ante alguien que es como uno de nosotros o, quizá, tan solo una idea salida de su propia cabecita.  

Y es que nuestra cabecita puede llegar a tener ¡cada idea!; muchas de las que, ya lo sabemos, son considerablemente inhumanas y opresoras.  

Así es, lo reconozco, y parecerá el colmo, pero existen padres sinodales y muchos (no cristianos, entre ellos) que no se enteran (o no quieren enterarse) del desafío que tienen por delante: ser “la mejor persona de la historia”

Es lo que, de manera simple, planteó Cristo a los discípulos.

Lo que nos plantea a cada instante.

Por eso seguir a Cristo es exigente pero a la vez fascinante.

Lo único humano y liberador.

24.06.15

Tratar con cada uno personalmente. Uno a la vez. Uno a cada instante.

Conocer el contexto histórico dentro del cual se movió Jesús sirve para comprender de qué manera desenvolvernos en el nuestro ya que tanto Jesús como nosotros nos movemos en un ambiente paganizado.

En tiempos de Jesús la mujer era tratada, literalmente, como una mercancía; cuando, sin descendencia enviudaba, se la enviaba a la indigencia e, incluso, se le invitaba a echarse al aceite hirviente para evitar tan amarga existencia; por otro lado, los niños eran considerados mano de obra, los ancianos o enfermos, un estorbo. Cada uno estaba por lo suyo, es decir, el caos socio-económico en el que vivió Jesús era dramáticamente cercano al nuestro.

Ahora bien, quizá por eso Jesús se tiró a la calle para tratar con cada uno personalmente. Uno a la vez. Uno a cada instante.

Sitúate en un laberinto con quienes, más desesperados que tú, caminan desorientados buscan la salida. Qué harías? Te esmerarías en salir por tus propios medios o procurarías ayudar a cada uno con el que te encontraras? O, por ejemplo, si estás en un gran barco que se hunde. Qué harías? Buscarías tu propia salvación o procurarías salvar a quien no encuentra la forma de sobrevivir?

En esto me hizo cavilar la promoción de una serie de televisión titulada Helix que trata sobre un virus que amenaza a la especie humana en la que locutor dice: - ¡Para establecer un nuevo orden siembra el caos!

Es solo una serie de televisión pero han escrito el guion muy cercano a la realidad de los cristianos ya que el protagonista, sin importar lo que sucederá al momento siguiente, trata personalmente de salvar a cada uno con el que se encuentra por lo que la trama cambia constantemente, lo que produce gran suspenso en el espectador.

El personaje principal es un experto que desconoce si podrá contener al virus por lo que, mientras lo descubre, reacciona ante las necesidades de los demás con la firmeza de sus convicciones en procura de salvarlos a pesar de que no tiene certeza de que sobrevivirán. Lo hace porque encuentra que es lo justo, lo razonable, lo único posible.

Deja la vida por salvar a cada uno. Uno a la vez. Uno a cada instante.

Actualmente vivimos un período en que el virus de la mentira ha penetrado hasta la médula de un gran porcentaje de la población produciendo en ellos indescriptible irracionalidad, por lo que es realista considerar que vamos camino a la desaparición de la cultura cristiana dentro de la cual hemos conocido a Dios.

Tendemos a angustiarnos y a desesperar ante dicha perspectiva de futuro pero es una tremenda tontería reaccionar de ese modo ya que lo que la realidad nos propone es volvernos a Jesús.

Si, es simple, mirarlo a los ojos y pedir su gracia para creer en su plan de salvación el cual siempre ha consistido tratar con cada uno personalmente. Uno a la vez. Uno cada instante.

Es, quizá, lo único justo, razonable y posible que a la vez podemos hacer por los demás mientras el resto, jugando a ser Dios, nos hacen pagar el precio*

No será hasta que termine la temporada de Helix que sabremos si el “nuevo orden” del que habla la promoción llegará a establecerse; por el momento, lo que necesitamos saber es que la serie tiene sentido únicamente debido a que el personaje principal sobrevive aferrado a sus convicciones.

Quizá de la misma forma muera y así concluya la temporada. No lo sabemos. Y, poco importa, ya que es solo una serie televisión y la vida espera al actor fuera de las puertas del estudio tal como a cada uno nos esperan fuera de este lugar.

*”Play God. Pay de Price” (lema de Helix que se puede leer en el cartel)