El milagro que necesitamos
Del beato John H. Newman leemos:
“San Benito se encontró un mundo social y material arruinado y su misión fue ponerlo otra vez en su lugar [ ] de un modo calmo, paciente y gradual [ ] hasta que estuvo terminado.
Se veían hombres silenciosos en el campo o en el bosque, excavando, desenterrando y construyendo, mientras que otros hombres silenciosos, que no se veían, estaban en el frío del claustro, cansando sus ojos y concentrando sus mentes en copiar y recopiar [ ].
Ninguno de ellos protestaba [ ] poco a poco, los bosques pantanosos se fueron convirtiendo en ermita, casa religiosa, granja, abadía, pueblo, seminario, escuela y por último en ciudad”
Este milagro sucedía en el siglo VI de nuestra era.

Quisiera reunir varias cuestiones en esta entrada porque todas tienen relación.
No creo que ningún sacerdote no desee llegar a ser santo; es decir, el solo planteárselo, es absurdo. Los sacerdotes, incluso, por sobre los no consagrados, son seres apasionados por la santidad o que tendrían que serlo. Digo yo.
="” />Presento a continuación la Introducción al documento que Monseñor Pierre Nguyen van Tot ha titulado “Sobre el recto desempeño del servicio pastoral” con el cual ofrece su colaboración en materia litúrgica a los Obispos costarricenses.