El hombre que amaba a los percebes
Ayer adelantaba algunos temas de la agenda informativa de septiembre. La segunda parte viene marcada, fundamentalmente, por el regreso Zapatero. El aterrizaje de sus levitantes vacaciones en Doñana ha sido todavía más brusco de lo esperado.
Gran parte de la ciudadanía sí opina que hay crisis, empezamos hace tiempo a sufrirla y las semanas que se avecinan estarán llenas de malos datos económicos y personales. Que sea el único presidente de gobierno de España y del mundo civilizado que no se paga sus vacaciones —lo hacemos el resto de los españoles—, no le ha desconectado totalmente de la realidad. Necesita buscar otra pista a la que alumbren los focos.
La prensa de hoy pueden darnos indicios de cómo se desarrollará el mes. Es conocido el pánico del presidente a las manifestaciones públicas de desafecto. Zapatero no irá a la catedral de la Almudena, querrá evitar un abucheo como el que sufrió Felipe González el día de la consagración de la catedral, también con una situación económica mala —o sea, crisis—. Ya demostró la misma cobardía y coartada (en este caso viaje a China) con las víctimas del incendio de Guadalajara en septiembre de 2005. Sólo se atreve en entornos controlados, como en el desastre del «Prestige» ¿La diferencia?, en la Alcarria once personas muertas, en Barajas 154; en Costa da Morte el silencio de los percebes helaba el alma. Cada cual es rehén de su escala de valores: ubi thesaurus, cor.
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