17.02.25

El reino del chismorreo y la rumorología

Eso del chismorreo y de la gente chismosa es cosa que de siempre ha preocupado al papa Francisco. No pierde ocasión de denunciarlo y afear esa conducta. Es verdad que en la Iglesia se da mucho eso del rumor, del qué sabes de esto, qué se dice, parece ser… Sería bueno que nos preguntásemos por qué. 

Oficialmente vivimos en una Iglesia transparente, dialogante, sinodal. Una Iglesia en la que todos somos protagonistas, todos corresponsables, todos partícipes, todos implicados en la vida eclesial. Iglesia de obligatorios, o casi, consejos pastorales en cada parroquia, diócesis. Oficialmente, porque en la práctica, y a la hora de  la verdad, nadie sabe nada. Muchos compañeros me preguntan cosas: “tú que te mueves por esos mundos de la comunicación, qué sabes de…". Me dicen que en estos tiempos de sinodalidad, comunicación y apertura hay menos transparencia que nunca. Por eso surgen los rumores y hasta los chismes, porque cuando nadie sabe nada porque nadie cuenta nada, las cabezas sde ponen a dar vueltas, a sacar conclusiones por su cuenta y hacer conjeturas más o menos disparatadas. 

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13.02.25

No es tan complicado

La pastoral parroquial no es tan complicada. Mi idea fundamental de par qué estoy en una parroquia y cómo estar es muy simple. Creo que la gran misión del sacerdote es que sus fieles puedan vivir en este mundo con dignidad material y moral y lleguen después a la vida eterna. 

A partir de ahí la vida pastoral es bastante sencilla. 

Lo primero que necesita una parroquia es estar abierta. Hoy tenemos un ritmo de vida que no nos queda tiempo ni para estar en nuestro sitio. No me digan por qué pero mientras las empresas acuden cada vez más al teletrabajo y a las videoconferencias nosotros no hemos superado el frenesí de los setenta entre reuniones, consejos, observatorios, puestas en común, plataformas y coordinadoras para conseguir dos objetivos: vernos, porque siempre es bueno que nos veamos, y contar lo que hacemos. A veces se añade un experto ponente, más teórico que del día a día, y preferiblemente de alguna institución comatosa. 

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9.02.25

Impasible el ademán y dos buenas noticias finales

Me maravillan esas personas que hacen gala de un equilibrio y una estabilidad a prueba de bombas, dicasterios, información politica y cansancio personal. Las hay que, efectivamente, mantienen impasible el ademán pase lo que pase. Quizá es que han sido educadas en el más puro estoicismo, en la impasibilidad absoluta. Luego están los que se sienten afectados por las cosas pero se lo tragan y disimulan, tal vez por aparentar una fortaleza de la que realmente carecen y vivir de una imagen que tape o al menos disimule la fragilidad de cada cual.

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2.02.25

Es su hora, no la mía

Estoy muy agradecido por sus palabras de ánimo. Cuántos son los que me dicen que voces o escritos como los míos hacen falta en la Iglesia. Quizás no. 

Las cosas en la Iglesia parece que van bien. Muy bien. Tan bien que los obispos, incluyendo cardenales por supuesto, no tienen nada que decir. Apenas alguna voz disonante que por ser aislada es ahogada rápidamente. Algunos me dicen que agradecen mi libertad y mi testimonio. En privado, claro. Si los señores obispos no tienen nada que decir, ni sobre la situación actual de la Iglesia ni en apoyo a sus hermanos que sí se atreven, yo menos. 

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1.02.25

Mejor acabar con la hermandad

Estoy de fiestas en los pueblos. La verdad es que llevando cuatro parroquias lo raro sería no tenerlas. En pocos días, procesión de minerva en Braojos, que organiza la hermandad sacramental. Fiesta de la Virgen de la Paz en Gandullas, de la que se encarga su hermandad, y la hermandad de la Virgen de las Candelas de Piñuécar dispuesta para mañana, su gran día. 

Hay que elegir entre lo óptimo y lo que hay. Y lo que hay son apenas restos de lo que fue y que hoy es casi nada. Por eso no es de extrañar que surjan voces, entre los fieles o el mismo sacerdote, que opinen que para eso mejor suprimir la hermandad. Algo de esto me contaron en Gandullas, que tuvieron un párroco empeñado en acabar con ella porque no tenía sentido. No sabemos, me dijeron, a usted que le parecerá. 

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