Indignación operativa. EsRadio, nunca más
Me resisto a ese fatalista ¿y qué vamos a hacer? Sí. Nos indignamos un rato ante alguna injusticia, lloramos en solitario o en pandilla, y las cosas retornan a su ser y aquí no ha pasado nada.
Todas las viviendas de nueva construcción deberían contar obligatoriamente con “el cuarto de llorar”. Un habitáculo donde encerrarse, nunca más de quince minutos, dolerse, lamentarse, derramar lágrimas, soltar improperios y reconocer la cantidad de mal bichos que pueblan el planeta. Eso sí, después de esos quince minutos, a tomar decisiones, que es lo que nos suele faltar. Es lo que yo llamo pasar a la “indignación operativa".

La entrada que hice hace unos días sobre la soledad del sacerdote ha traído cola. En comentarios, que los hubo, y en forma de correos privados a un servidor.
La señora Rafaela se levantó una vez más a abrir la puerta. Tarde de Nochebuena y los chicos ya se sabe cómo son.
Ante todo perdonad este desahogo personal. Esto es el blog de un cura y lo mismo hablo de la misa, que de los niños, que de cosas de la iglesia y del mundo, que cuento cómo me siento en algunos momentos.
Los móviles nuevos son como un ordenador de bolsillo. Una de las cosas más interesantes que nos ofrecen es la posibilidad de instalar en ellos aplicaciones que pretenden facilitarnos las cosas.