Me ofende que exista la Iglesia
Así como suena. Frase literal que me soltó una persona hace un par de días: “me da igual lo que haga la iglesia o cómo se financie. Que exista, aún financiándose, me ofende”.
Me ofende. Atentos a las palabras. Porque podía haber dicho no me gusta, me parece innecesaria, su forma de insertarse en la sociedad no creo que sea la correcta, su doctrina no es buena. Todo eso es matizable y entra dentro de la libertad de opinión de cada individuo.
Pero cuando se llega a decir que el problema es que a uno algo “le ofende” se acabó el razonamiento, porque entramos en la zona de las vísceras, y ahí manda la bilis.

Mucha gente me pregunta por la capilla de adoración perpetua que queremos abrir en la parroquia. Después de que el pasado mes de noviembre
Esto va por rachas. ¿Se acuerdan de las movidas del 0,7? Hubo un momento, allá por mediados de los noventa, que si no llevabas una chapita del 0,7 o no participabas en algo de eso eras poco menos que un marciano.
La izquierda en general, y la izquierda española en particular, tienen sobrada y reconocida experiencia en la fabricación de cortinas de humo. Lo llevan haciendo decenios y con un excelente resultado. En cuanto hay un problema grave que les pueda salpicar en la frente, rápido buscan chivo expiatorio o situación engañosa para conseguir que la gente mire en otra dirección y quedar libres de toda responsabilidad.
Me resulta curioso, casi día tras día, escuchar a los padres ese vacuo argumento de no condicionar al niño para el futuro cuando se plantean el bautismo y luego la primera comunión:





