Aquí está sor María Luz (obediencia y religiosas de la LCWR)
Sor María Luz tuvo que pedir permiso con poco más de cuarenta años para vivir fuera del convento y atender a sus ancianos padres muy limitados por la enfermedad. Más de veinte años en el pueblo, durante los cuales pudo hacer de todo: profesora de religión, catequista, colaboradora de la parroquia, clases particulares a niños con problemas. Lo mismo dirigía el coro parroquial que visitaba enfermos.
Por supuesto la atención a los padres lo primero. La madre, en silla de ruedas. El padre, cascadillo por los muchos años. Pero si tenía un rato, era para los demás.
Más de veinte años hasta que fallecieron los dos. Y cuando su padre dejó este mundo recuerdo que tuvimos una preciosa charla en su casita del pueblo. Me confesó que mucha gente del pueblo le pedía que no regresara al convento y siguiera con la enorme labor que había estado haciendo.
Le dije: mira, después de más de veinte años viviendo fuera del convento, no te va a ser fácil el regreso. Y si deseas quedarte en el pueblo, todos lo vamos a entender. Ahora bien, si vuelves, sólo puedes hacerlo de una manera, que es presentarte a la provincial y decirle: aquí esta sor María Luz. Sin condiciones. Sin pedir nada. Ir donde vea conveniente. Hacer lo que ella disponga. Obedecer con alegría. Si no es así, no vuelvas.
Volvió. Unos años más tarde, con los setenta cumplidos, me contó llena de gozo que marchaba destinada a Chile. Sus palabras fueron estas: “qué grande es Dios, mira que acordarse de mí, a mis años, para cruzar el charco…”