Indignación operativa. EsRadio, nunca más
Me resisto a ese fatalista ¿y qué vamos a hacer? Sí. Nos indignamos un rato ante alguna injusticia, lloramos en solitario o en pandilla, y las cosas retornan a su ser y aquí no ha pasado nada.
Todas las viviendas de nueva construcción deberían contar obligatoriamente con “el cuarto de llorar”. Un habitáculo donde encerrarse, nunca más de quince minutos, dolerse, lamentarse, derramar lágrimas, soltar improperios y reconocer la cantidad de mal bichos que pueblan el planeta. Eso sí, después de esos quince minutos, a tomar decisiones, que es lo que nos suele faltar. Es lo que yo llamo pasar a la “indignación operativa".