La tiranía de la gente "flexible"
Servidor como ya saben, además de haber sido cura rural, es que es de pueblo. Más exactamente “serrano”. Dicen que los serranos –los de la Sierra de Madrid- somos gente buena pero bruscos como las piedras entre las que nos hemos criado. Vamos que la diplomacia, como habrán podido observar desde hace tiempo en un servidor, no es precisamente lo nuestro. El serrano es de pocos matices y mucha claridad: esto es así, y esto de la otra manera.
Servidor, además, viene de “ciencias”, de las matemáticas, el número y la medida. Es decir, que se me junta todo. Por eso me gustan las cosas claras, saber a qué atenerme, cuáles son mis derechos y obligaciones, lo que nos toca a cada cual. Quizá por eso me pone especialmente nervioso la indefinición. Cada vez que me encuentro con un compañero, un amigo, un feligrés que me dicen que es que hay que ser flexibles me pongo en guardia. Porque la experiencia me ha enseñado que lo de ser flexibles significa en la práctica que hay gente que hace lo que le viene en gana normalmente a costa de los demás.

No nos engañemos. La noticia estrella de ayer mismo en medio de información religiosa e incluso en medios generalistas era la supuesta llamada del papa Francisco a una mujer casada civilmente con un divorciado en la que expresamente le autorizaba a recibir la comunión eucarística.
Es la impresión que tengo. Después de trece meses de pontificado de Francisco mucha gente está empezando a sentirse decepcionada.
Decidió que mejor pasaran unos días. Pero cuando el buen cura vio que Rafaela entraba en la sacristía el mismo lunes de pascua se temió lo peor. Se conocían muy bien y casi que se lo esperaba.
Te quedas, como vulgarmente se dice, a cuadros. Llevaba yo creo que años y años sin ver a Piedad. Bonito encuentro de amigos, del cura con una antigua feligresa. Creo que los dos hemos cambiado. Ella cada vez más progre y liberal. Servidor, por lo visto, convertido en un radical de cuidado. Cosas de la vida.