Señores curas: menos improvisar y más empollarnos los rituales
Se me ha ocurrido escribir sobre esto a raíz de un amistoso intercambio de comentarios entre JAHC y David ayer en este blog. No sé quién es David, pero conozco muy bien a JAHC y doy fe de su eclesialidad y buena voluntad de las que tengo pruebas más que sobradas. Tampoco dudo de la buena fe y buena voluntad del amigo David.
El caso es que a mi amigo JAHC le toca las narices que el señor cura, porque sí, se permita sus pequeñas libertades especialmente cuando no vienen a cuento. Lo de ayer creo que era cambiar cáliz por copa y alguna cosilla más. La pregunta que me hago es si cambiar cáliz por copa es más evangélico, más auténtico, lleva más a la santidad a los fieles o produjo un efecto de conversiones impactante. Me temo que se quedó todo como estaba, amos que la gente ni se enteró y que cáliz o copa salieron todos sin mayor pena ni gloria.

Decían de don José que era un cura raro. El caso es que su parroquia marchaba como una seda: liturgia cuidada, confesiones, misas, buena formación, Cáritas, asociaciones de fieles… Definitivamente una buena parroquia cultivada por su buen cura que, entre otras cosas, estaba horas y horas pero que a la vez se las apañaba para hacerse presente en ese domicilio con problemas o visitar a un enfermo.
Vengo ahora mismo del centro de Madrid de comprar una capa pluvial para la parroquia. Ya sé que su uso no es obligatorio, pero también sé que es una vestidura litúrgica que se lleva utilizando siglos en la iglesia en solemnidades y celebraciones especiales como procesiones, bendición con el Santísimo, oficio divino y algunos sacramentos como bautismo y matrimonio.
Oigan, que cada cual vive la semana santa como Dios le da a entender y le parece, y ya sabemos que no es igual vivirla como cofrade de una gran cofradía andaluza, que como viejecita en Villarriba, niño en Almendralejo, joven en pascua juvenil o matrimonio en Socuéllamos. Igual en lo básico, pero con sus evidentes matices.





