Una encuesta a toda la parroquia. Creo que puede funcionar
Estoy convencido de que en la parroquia nos falta capacidad de escucha empezando por los curas, que estamos convencidos de tener una especie de don de infalibilidad según el cual nuestras ocurrencias son la expresión actualizada del evangelio y la voluntad de Dios sobre la parroquia. Error. Qué gran error. Primer error.
El segundo es pensarse que escuchar a la gente es hablar con Mari Puri, catequista toda la vida, con Juanito, miembro del consejo parroquial a perpetuidad, con doña Pura, cuarenta años lavando purificadores y corporales y con el señor Pedro, adorador nocturno desde antes de la guerra.

A mí que alguien pierda la fe, la encuentre, la transforme o cambie el catolicismo por hacerse Hare Krisna me parece una opción completamente personal y respetabilísima. Personalmente lo puedo considerar un error como me parece equivocado alimentarse exclusivamente de hamburguesa, tomate y patatas con ali oli, pero entiendo que cada cual es dueño de su colesterol y sus triglicéridos.
“Vivir el viento, compartir el sol, reír el agua”, “caminar sintiendo el gozo de la vida compartida”, “saberse uno con el último miserable en la espera de una nueva forma de contemplar el universo”, “abrazarse al amanecer y hacerse luz en un mundo donde el dolor clama por la vida”, “las fronteras son los espinos que matan la comunión de la humanidad regenerada”.
El que se piense que con colocar una cartelera con los horarios a la puerta de la parroquia es más que suficiente como información, lo tiene claro. Y al menos lo tiene, que hay parroquias que ni siquiera.
Había una vez un anciano fraile que siempre que surgía un conflicto en la comunidad exclamaba: “conserve cada cual su puesto”. Sabio religioso. Porque aquí los grandes conflictos de las parroquias estriban justamente en esto.





