Caricias de Dios
De vez en cuando hablo a mis feligreses de las caricias de Dios. Les digo que me impacta comprobar cómo en algunos momentos especialmente difíciles Dios nos consuela con sus caricias. Lo he comprobado con motivo del fallecimiento de mi madre. La muerte es inevitable, condición humana, y el dolor hondo, consecuencia del pecado. Pues bien, en este momento de dolor, he comprobado muchas veces cómo Dios se acerca y nos acaricia el alma para que lo podamos vivir con su consuelo.
Duro momento la muerte de la madre. Ruptura definitiva del cordón umbilical. Soledad. Mucho silencio.
En esta tarde, cuando recuerdo estos días, percibo con una claridad muy especial las caricias de Dios que nos han permitido vivir el tránsito de mi madre con mucha paz. Quería compartir estas caricias con todos, simplemente para que en ellas quizá puedan descubrir cómo Dios les ha ido acariciando el corazón en tantas ocasiones aunque quizá no siempre seamos capaces de percibirlo.


Transcripción de un manuscrito que se guarda en casa de mis padres en el pueblo.
Anda que no me iba a reír… Pensando que nos chupamos el dedo, nos vendieron la película de una sociedad, la catalana, sensible con los animales, avanzada culturalmente, enemiga de toda violencia y todo maltrato y que en consecuencia no podía tolerar en su seno un espectáculo tan horripilante como una corrida de toros.





