El Señor es mi lote y mineral
Salíamos de misa una tarde y una Rafaela cualquiera me dice: qué cosa más rara lo del salmo de hoy. ¿Rara? Sí, la respuesta, eso de que “El Señor es mi lote y mineral". Evidentemente la respuesta era otra cosa: “El Señor es mi lote y mi heredad".
Pero esta buena amiga estaba poniendo de relieve un problema que lleva consigo el salmo responsorial de toda la vida. Que la antífona no se entiende, se lee mal y demasiadas veces acaba degenerando hasta convertir al Señor en mineral.
El modo de proclamar el salmo responsorial en la liturgia como teoría está muy bien. El salmista recita o entona la antífona, el pueblo responde, y se van intercalando el recitado del salmo con la respuesta de los fieles, bien cantada, o en la inmensa mayoría de los casos, hablada.

Si a un servidor eso de acabemos con las armas, lancemos los fusiles al mar, viva el diálogo, y no a la guerra le parece bien. Me creo a pies juntillas lo de bienaventurados los pacíficos, prefiero los claveles a los rifles de asalto y me gustan más los atardeceres junto al mar que el resplandor de las bombas sobre las personas.
Cuando estamos esperando la llegada a España de Miguel Pajares, religioso de San Juan de Dios, es asqueroso lo que en las redes sociales se vomita contra esta decisión y la persona misma del religioso. Cuánta bajeza moral, cuánto hijo de mala madre, cuanta mierda puede caber en las mentes de algunas personas.





