14.03.14

Conferencia episcopal: sigo esperando la revolución pendiente

Bueno, pues ya tenemos renovada la conferencia episcopal española. ¿Mucho cambio, poco cambio?

Para empezar vamos a dejar claro que una conferencia episcopal es bastante poca cosa. Tan poca cosa que su identidad y misión quedan despachadas en apenas un canon en el código de derecho canónico: “447 La Conferencia Episcopal, institución de carácter permanente, es la asamblea de los Obispos de una nación o territorio determinado, que ejercen unidos algunas funciones pastorales respecto de los fieles de su territorio, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y de lugar”. Es decir, que su competencia se reduce apenas a algunas funciones pastorales y a formas de apostolado. Nada más salvo decreto o mandato de Roma.

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12.03.14

Eso de ser progre es todo un chollo

Evidente de toda evidencia que no es lo mismo. Hasta ahí podíamos llegar. Hace unos días servidor, ante lo que me pareció una salida de pata de banco del jesuita González Faus, escribió un post en el que, como es natural no me podía tomar en serio a este padre. Si la señora María, la Rafaela de turno, Manolo el del bombo o mi vecina Mari Puri dicen que lo que tiene que hacer la iglesia es vender la sagrada Familia de Barcelona y dar el dinero a los pobres, me hubiera parecido el fruto de la falta de conocimiento del asunto. Pero que lo diga González Faus es muy serio.

Bueno, pues me han llamado de todo, sobre todo pecador contra la caridad. Vamos, decir esas cosas del pobre González Faus, pero qué cosas.

El caso es que González Faus es un hombre que capaz de decir que madre Teresa es el opio de las clases altas, que hay un complot en el Vaticano para acabar con el papa, que la iglesia católica no es la iglesia de Jesucristo o que lo que debemos hacer es vender la Sagrada Familia de Barcelona y no solo no pasa nada, sino que es aclamado como profeta.

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11.03.14

La Caram en la cuatro. Y servidor, soltero, que habla de familia

De “puritita” casualidad vi el domingo la entrevista a sor Lucía Caram en la cuatro. Nada con sifón. Si acaso la vergüenza ajena que uno siente cuando sigues escuchando eso tan nuevo de que no me confieso porque el cura es más pecador que yo o quiénes son los curas para hablar de familia y matrimonio si son célibes. Pues ya ven la gente sigue diciendo eso y no pasa nada, ufanos como si acabaran de descubrir la cuadratura del círculo. En otras cuestiones de la entrevista no entraré, ya que doctores tiene la santa madre Iglesia que callan desde hace tiempo. Si ellos callan, que son doctores, no hablaré yo.

Esas bobada de si el cura no sabe nada de familia surge porque la persona que la formula piensa que sólo hay una forma de conocer las cosas: la experiencia personal. Se equivoca completamente. Si uno sólo pudiese hablar de aquello que ha experimentado nos encontraríamos con situaciones absurdas.

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10.03.14

Plantear las charlas cuaresmales de otra manera

Las charlas cuaresmales siempre fueron algo así como los ejercicios espirituales del pueblo de Dios. Ante la proximidad de la semana santa era normal, lo sigue siendo en muchos lugares, organizar unas charlas cuaresmales para alentar en el camino de la conversión y animar a los fieles a una buena confesión.

Recuerdo aquellas charlas cuaresmales de mi niñez, impartidas por el párroco o por sacerdotes llegados para la ocasión, y que congregaban prácticamente al pueblo entero. Incluso las había para jóvenes, para hombres, para mujeres… Todo un acontecimiento.

Hoy seguimos programando charlas cuaresmales en las parroquias de la misma forma que se hacía “in illo tempore”, pero con resultados bien dispares. Ya no acude la práctica totalidad de los feligreses. Más bien sucede todo lo contrario. Cada vez menos y cada vez gente menos necesitada de ellas, aunque a todos vienen bien.

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8.03.14

Los pendientes de la Virgen de Valdetaludes

En el pequeño pueblo de Valdetaludes de Arriba llevaban años de fuerte carestía. Varias temporadas con cosechas casi nulas por la sequía primero y luego esas nubes llenas de piedra que soltaban su carga justo en el peor momento. Los animales, infectos de miseria, dejaron de regalar su leche para dar únicamente lástima. La pequeña fábrica de harinas cerró porque decía su dueño que apenas daba nada y aunque la situación del pueblo era crítica bien decía él que no era cosa suya.

Negrura. Tristeza. Y por encima de todo, total desesperanza. Las arcas municipales ni telarañas tenían. De lo contrario, hasta eso se hubiera intentado vender. La parroquia por no tener, casi ni lo mínimo para celebrar con mediana dignidad. Nada. Polvo, dolor, silencio. El silencio del que nada tiene y nada espera.

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