Si no nos hace caso, llamamos a Telemadrid
De cuando en cuando pasa. Se te ocurre decir en la parroquia algo que no gusta, o recordar las normas de siempre, y lo primero que te encuentras es la amenaza: “lo que hay que hacer es llamar a Telemadrid, o a la prensa, o acudir al Facebook y este cura que se entere. (Las televisiones van. Sacudir a un cura, sobre todo si es conservador, siempre vende).
Curiosamente la mayor parte de las veces lo que el señor cura pretende suele ser de lo más razonable, por ejemplo que no comulguen los que se encuentren en pecado grave, verbi gratia los que conviven en pareja sin el sacramento del matrimonio, o que la gente colabore económicamente con su iglesia. Supongo que algún hermano harto de que a los papás se les “olvide” año tras año la cantidad correspondiente a los catecismos de los niños, o un mínimo de ayuda para sufragar los gastos ocasionados por una celebración, ha acabado exigiendo una cantidad mínima sobre todo porque no hay derecho a que los gastos parroquiales de una primera comunión los tengan que sufragar con sus pequeños donativos en la colecta dominical doña Pura, que cobra una miseria de pensión, y don Jesús, al que tienen que ayudar los hijos.

Es mi impresión, y como tal la cuento. Mejor dicho, mi impresión y la de muchos compañeros y no pocos fieles. Vivimos en una Iglesia débil, fragmentada, convertida en una especie de reino de taifas donde cada parroquia es una iglesia particular, cada sacerdote un pontífice, cada laico o grupo de laicos una autonomía cuasi personal.
A propósito del bautizo de Cádiz y su discutido padrinazgo se han escrito multitud de consideraciones que van desde rectificar es de sabios a bajada de pantalones. No es mi intención valorar la decisión, sino más bien hacer una reflexión sobre el papelón que le tocado hacer al párroco que no es otro que el que nos toca a veces hacer a otros.
Lo malo no son las memeces, lo malo son los pobres que se las tragan. En titulares en algunos medios digitales, e incluso en informativos de televisión dan como noticia de extraordinaria importancia que el papa Francisco I, ha afirmado, hablando de los divorciados que han contraído un nuevo matrimonio: “estas personas no están excomulgadas, y no deben ser tratadas como tales. Siempre forman parte de la Iglesia".