Parroquias de todos y para todos
Tenemos importantes novedades en la parroquia. Desde hace tiempo veníamos pidiendo un vicario parroquial estable, ya que el volumen de actividades que se iban desarrollando no era fácil mantenerlo con un servidor y dos compañeros estudiantes que, como es lógico, tiene que dedicarse esencialmente a lo que se dedican: a estudiar y formarse que para eso los ha envido su obispo a España.
Pues puedo decirles que, por fin, se ha nombrado un vicario parroquial. Para que les suene el nombre, es Jenaro Augusto Jiménez López, diocesano de Madrid, y formado en el seminario Redemptoris Mater. Pues encantado con su venida a la parroquia.
Las parroquias mejor cuanta más riqueza en su seno. Me encanta que mi compañero sea del Redemptoris Mater, como me encanta tener catequistas pertenecientes al camino neocatecumenal. Feliz con tener gente del Opus Dei colaborando en otras cosas. Una maravilla contar con laicos colaboradores salesianos, carismáticos, afines a espiritualidades propias. Fantástico que todos puedan acudir a la parroquia y sentirse muy bien en ella.

No recuerdo documento papal más controvertido y que siga suscitando más polémica que la “Amoris Laetitia”. Otros documentos, a las pocas semanas, casi que estaban enterrados en su propio cementerio de elefantes. Este, casi seis meses después de su publicación, sigue vivo, suscita polémica, es interpretado a lo largo de todo el abanico de la vida eclesial arrimando cada cual el ascua a su propia sardina alimentada de personales filias, fobias, visiones, interpretaciones circunstancias personales varias.
Parece mentira, en esta era de la globalidad, la unión europea y lo de sentirse ciudadanos de un mundo que necesita el vuelo de una paloma, lo tiquismiquis que luego nos ponemos los curas con la cosa de la territorialidad. Que si has hecho un bautizo de unos que viven en mi parroquia, que por qué en la parroquia de tal aceptan a cualquier niño en catequesis e incluso ¡horror de los horrores! que en el colegio de tal hacen la comunión niños de mi parroquia y yo, nada menos que el señor cura párroco, al margen. No hay derecho.
Hace un rato he abierto, un día más, el buzón de la correspondencia. Orondo y abundante durante el curso, preñado entonces de noticias, convocatorias, urgencias y posibilidades, ahora deviene en magro y casi inexistente. Apenas alguna cosa del banco, facturas mínimas de suministros y anuncios de la ultima pizzería abierta en la zona.
En resumidas cuentas, y para que no haya dudas.





