Soy un gili y me he cansado
La verdad es que, aunque el título lo pone abreviado, me soltó el palabro entero. Que si, padre, que lo que yo soy es un gili con todas las letras. Hombre… Pues sí, y se lo explico.
Mire, padre, soy docente. Más claro. Director de un centro católico. He hablado clarito con los profes sobre ideología de género, les he recordado lo que dice la doctrina de la Iglesia sobre las prácticas homosexuales, porque, claro, aquí se nos va colando todo y como nos descuidemos acabamos dando por bueno lo que el catecismo dice que es perversión, y si somos colegio católico tendremos que enseñar lo que dice el catecismo, vamos, digo yo. Y no es fácil, porque esta moda de ensalzar y banalizar la sexualidad se contagia con más facilidad que el virus de la gripe en epidemia invernal.

Cualquiera que conozca mínimamente la archidiócersis de Madrid sabe que a don Leropoldo Eijo y Garay, obispo titular de Madfrid desde 1922 hasta su muerte, ocurrida en 1963, se le conocía popularmente como “el patriarca” desde que el papa Pío XII, en 1946, le concediera el honorífico título de patricarca de las Indias Occidentales, título por cierto que nunca más volvió a otorgarse.
Hace mucho que no les cuento cómo va el economato de Cáritas parroquial. Se lo cuento hoy aprovechando que acabamos de firmar un año más, creo que este es el cuarto, la renovación del acuerdo que mantenemos con Natixis, financiera francesa, que es quien nos garantiza unos importantes ingresos cada mes que salen en un buen porcentaje de los propios empleados (ahora es cuando salen dos o tres puristas con eso de bancos inmorales y financieras al paredón).
Merecería la pena preguntar a nuestros feligreses por la Conferencia Episcopal. Por ejemplo, a los habituales de la misa dominical a ver si saben qué es eso, el nombre del presidente y del vicepresidente. Y ya, para los que busquen nota, les pediría si recuerdan algún documento o alguna norma que hayan salido de ella.
Desgraciadamente, los católicos en Japón son la nada, en torno a quinientos mil, que no llegan ni siquiera al 0,5 % de la población. Dieciséis diócesis y supongo que una veintena de obispos, entre residenciales y eméritos. La situación de la Iglesia católica nada floreciente. Incluso disminuyendo el número de fieles. Pues trabajo tienen los obispos.