Una nueva ocurrencia: ir a rezar el rosario por las casas
Esto es lo de Mahoma y la montaña, ya saben. Nuestra parroquia es pequeña para lo que es Madrid. Yo no sé si pasamos de los ocho mil habitantes. Además, es casi barrio dormitorio. Salir por la mañana y acercarse a la plaza de Tres Olivos es algo bastante parecido a un paseo por el centro del Sáhara a las cuatro de la tarde. Algún despistado y poco más.
La gente trabaja, salen por la mañana, llevan a sus niños al colegio y regresan generalmente bastante tarde, así que la vida parroquial no es sencilla. Cuando la gente está llegando a su casa a las siete, las ocho de la tarde, no es fácil decirles y ahora se vienen un ratito a reunirse a la parroquia. No pasa nada, si ellos no pueden venir, podemos ir nosotros.

Sor Lucía Caram y un servidor ya tuvimos algún encontronazo. Incluso
En mis tiempos de crío, cuando alguno tenía trato de especial favor ante cura, maestro o cualquier autoridad, decíamos que Fulanito “tenía gorra”.
Agotado, feliz y con la emoción agarrada a las entrañas. Impresionante la procesión de antorchas celebrada anoche. La iglesia llena, y muchísima gente acompañando a la Virgen peregrina de Fátima en su recorrido por Tres Olivos. Gracias desde aquí al ayuntamiento de Madrid y a la policía municipal por su apoyo. Cantos, rezos, alegría, las velas acompañando a Nuestra Señora.
La misión comenzó el pasado martes con la llegada de la Virgen Peregrina de Fátima a la parroquia. Portada por los Heraldos del Evangelio, y mientras su coro y orquesta iniciaban ese tan conocido “El trece de mayo”, la Virgen entró en un templo parroquial abarrotado de fieles, y eso que era la tarde de un día laborable. Una misa sentida en la que un Heraldo tuvo la predicación y nos fue explicando el sentido de la misión mariana en la parroquia. Al legar al presbiterio fue un servidor quien tuvo el honor de coronar a Nuestra Señora como reina de la parroquia.