Una colecta dominical de 7,49 euros
Pues sí. Esta fue la colecta dominical ayer en una de mis parroquias. Exactamente: 7,49 euros. La pastoral rural, incluso en Madrid, tiene su pobreza particular. Poblaciones que apenas llegan al centenar de habitantes, atendidas por sacerdotes que llevamos tres, cuatro o cinco pueblos, y que vamos haciendo lo que buenamente se puede.
Incluso en las parroquias más sencillas de Madrid capital, no sabemos lo que es mirar por un euro más o menos. Al menos es mi experiencia. Por más que haya que pagar créditos, que estemos pendientes de amortizar la construcción de todo el complejo parroquial, nadie mira especialmente por unos pocos euros, por una hora más o menos de encendido de luces, una lámpara de 60 vatios o mejor de cuarenta o un grifo que gotea un poco. Poco más o menos puede ser.

Hace unos días se ha reunido pomposamente un grupo de personas en una cosa llamada I encuentro de periodistas pro papa Francisco. Como pueden comprender, por mí como si se reúne la asociación de vendedores de gominolas pro consumo razonable de azúcar o las pilinguis del madrileño polígono Marconi reivindicando la figura de la Tacones. Viva la libertad y viva el derecho de reunión. Me fijo en este encuentro porque uno es cura, aunque de pueblo, y las cosas de la Iglesia me interesan.
Dentro de todo lo que supone el esperpento catalán, el último capítulo ha consistido en enterarnos de que en las listas de esa cosa o candidatura que encabeza el huido Puigdemont, aparecen dos personalidades del mundo eclesial catalán como son el padre Manel Pousa, aquel del que se dijo que pagó algún aborto y que después se desdijo de lo dicho que no sé si de lo hecho, y la teresiana sor Vicky Molins.





