Agenda 2030. Seguimos sin leer el concilio y sin leernos la agenda
Ojiplático estoy viendo los entusiasmos que suscita la agenda 2030 en nuestra Iglesia. Hace unos días me llegaba un cartel en el que Cáritas, Manos Unidas y misiones salesianas apoyan este proyecto. Hoy pocas instituciones eclesiales se resisten a programar charlas de formación, encuentros, declaraciones y seminarios apoyando sin ambages el particular.
Bien. Esto es lo que hay. Pero me voy a permitir algunas consideraciones.
Para comenzar, por favor, no perdamos el sentido crítico ante las cosas dando por bueno algo simplemente porque está de moda o nos lo vendan como la panacea de todas las miserias. Somos mayorcitos ¿verdad? Pues a leer, pensar, reflexionar y sacar nuestras propias conclusiones.

Es que de verdad que no lo sé, porque estamos llegando a unas cosas en esta Iglesia nuestra que a mí lo que me producen es un desconcierto total.
Ha llegado a mis manos el último número de la revista de la Organización de consumidores y usuarios, la bien conocida OCU. Me ha resultado muy curioso el análisis que hace de la
Rafaela, y con ella las rafaelas de mis pueblos, nunca me han decepcionado. Cuando quiero tener una visión de algo que no termino de entender, pregunto. No fallan.
No se me confundan que ya me conozco la película. Estoy de acuerdo en que tenemos un gravísimo problema que consiste en la no aceptación del concilio Vaticano II por una buena parte de la Iglesia. Lo que hay que ver ahora es, exactamente, qué parte de la Iglesia es la que no acepta el concilio. Y a eso vamos.





