Morito, jamón y tintorro
Antes de nada por favor, no se me ofendan antes de tiempo. Según el diccionario de la legua, el de la Real Academia, moro es “que profesa la religión islámica”.
A mí que un morito se meta entre pecho y espalda sus buenos bocatas de jamón, y los acompañe con un tintorro de mediana calidad no me parece ni bien ni mal. Allá él con su conciencia y con el imán.
Ahora bien, si resulta que el morito es profesor de islamismo en una escuela, y al acabar las clases los alumnos se le encuentran disfrutando de las bondades del cerdo y degustando los alcoholes más variados, pues no sería de extrañar que su carrera docente fuera más bien breve. Es decir, para que se me entienda todo, entiendo que es incompatible dar clase de algo, especialmente en lo que afecta la moral y las creencias, y llevar públicamente una vida contraria a lo que se enseña.

Ayer conocí a nuestro director, Luis Fernando, en carne mortal. Verdad es que desde que amablemente me invitó a formar parte de esta locura llamada Infocatólica hemos charlado, en ocasiones muy ampliamente, por teléfono, nos hemos intercambiado en twitter unos cuantos mensajes directos (unos cuantos, je, je…) y el correo nos ha prestado sus buenos oficios. Pero no es lo mismo.
Pues sí, porque me parece que unos versitos, si se aprenden bien, me van a servir para explicar el evangelio de hoy a niños y mayores.
En mi parroquia, supongo que en todas, una de las cosas que nos preocupa es la de ir formando a la gente. Cada grupo de adultos que surge es una alegría grande para todos. Nosotros tenemos funcionando el catecumenado de adultos que utiliza los materiales de la diócesis de Madrid. Hay además un grupo de matrimonios y alguna otra cosa.
Malo que las cosas de todos dé la impresión de que son sólo de algunos. Y esa es la impresión que desde el principio tenemos muchos sacerdotes y laicos de Madrid de la fiesta de las familias.





