Algunas ventajas eclesiales de cumplir sesenta años
Ni molesto, ni enfadado, ni deprimido. Tampoco eufórico ni como un envío de castañuelas. Más bien diría que en estado de shock. Dicen que los cumpleaños son especialmente significativos cuando se cambia de década, y eso es lo que me está pasando en esta mañana.
Cumplo hoy sesenta años y estoy impresionado, porque la década de los sesenta es la de la jubilación, la del abono transporte reducido, el cine a bajo precio y las ofertas para mayores. La década en la que de cuando en cuando lees en la prensa eso de que han encontrado a un anciano de sesenta y algunos años. Jorge… no es que te estés haciendo mayor, es que estás entrando en ser mayor, que es distinto.

A lo más que llegó un servidor era a eso de “iglesia militante, purgante y triunfante”. Prometo que, desde mi mejor buena voluntad entendí que con eso bastaba. Ignorante. Necio. Botarate. Memo. Mostrenco. Cavernícola. Infocatólico. Ya lo ven, aquí servidor anclado en que si la purgante… Pero hombre, que todo el mundo está en el cielo y purgante ya solo suena a ricino y eso para los mayores. Ahora lo que se lleva es eso de Iglesia escuchante y dialogante. Nada menos que ambas dos.
Con mucha más claridad que algunos humanos. “Socio” tiene perfecto conocimiento de lo que puede y no puede hacer, de lo que está bien y lo que está mal. Pero… es perruno y en ocasiones es incapaz de vencer la tentación y cae.
No conozco a nadie que haya puesto en duda esta regla jugando a “la oca”, salvo algún niño especialmente caprichoso al que directamente se le mandaba a hacer gárgaras. Niños caprichosos de esos que tiene que hacer su voluntad y que si no ganan revuelven las reglas, patalean, chillan, te montan el número y se llevan el tablero que para eso es suyo.