Nuestra forma de colaborar con las misiones
Nos movemos entre dos cuestiones. Una, la sensibilidad, que, en el caso del DOMUND, no necesita especial trabajo, aunque ahora la cosa esté un poco de capa caída. Ya sabemos: que si todo el mundo se salva, que si no tenemos derecho a predicar, que si hay que respetar la religión de cada cual… Incluso, para justificarnos, reconvertimos la cosa del anuncio explícito del evangelio en un trabajo social, que no está mal, pero que no es eso.
Trabajo importante tenemos: explicar que hoy sigue siendo necesario el anuncio del evangelio siguiendo el mandato de Cristo: id por todo el mundo y anunciad el evangelio.
Tras la sensiblidad viene siempre una segunda reflexión, que es preguntarnos a a ver qué podemos hacer nosotros desde estos tres pequeños pueblos de la sierra, cuando somos pocos y limitados.

Últimamente nos estamos poniendo muy serios. Entre la Amazonía, los alemanes, el desentierro y entierro de Franco y la recién aparecida sentencia del “procés”, de verdad que se nos está poniendo cara de pepinillos en vinagre. Así que he decidido hoy tomarme la mañana con humor y filosofía, esperando que se lo tomen con humor.
Y lo hago harto de que pretendan decirme lo que debo pensar, lo que debo creer, cómo he de actuar, hablar y comportarme.
Si algo tiene este su seguro servidor es su rara costumbre de afeitarse la lengua de manera constante, a la que se une otra también constante de limpieza de cristales en su labor pastoral. Lo que hago, lo cuento. Lo que pienso, también.