La Juana y yo
En algunos lugares lo de anteponer el artículo al nombre de una persona se considera zafio y de mal gusto. Recuerdo cómo de niño, en mi pueblo, se nos corregía constantemente esa costumbre. Ahora, en mis pueblos, especialmente en Braojos, y más entre gente mayor, se utiliza constantemente. A lo mejor es que se me está pegando. Puede ser. Total, en estos pueblos vivo y mayor me voy haciendo. Disculpas.
Se nota cómo flojea la asistencia a misa. Desde marzo, las circunstancias sanitarias, unidas al machaqueo constante de todos los medios de comunicación, nos están volviendo locos. Muchos mayores han dejado de ir a misa entre otras cosas por no tener líos con sus hijos: “haga el favor de no salir que mire cómo están las cosas". Añadimos unas semanas de frío, Filomena y agua y la verdad es que estamos bajo mínimos.

Nada de nada. La campaña anticatólica sigue y sigue. Lo triste es que saben que los católicos tragamos con todo sin problemas. ¿Cuántas cruces derribadas? ¿Cuántos derechos conculcados? ¿Es normal que no puedan reunirse más de veinticinco personas en los templos de Castilla León?
Cuando uno era niño de catequesis, había cosas que se aprendían desde el principio y para toda la vida: mandamientos de Dios y de la Iglesia, sacramentos, pecados capitales y obras de misericordia. La verdad es que sabiendo eso uno tenía más que de sobra para conocer y vivir los fundamentos de lo que sería su vida de fe. Eran formulaciones exactas, básicas, evaluables y más que suficientes.
Lo de menos es lo que significan las palabras. Lo verdaderamente importante es saber cuál es la palabra de moda y meterla donde sea y como sea.