Aprenda a ser progre. No cobro
Parece mentira que tenga que ser uno quien dé las ideas, pero es que esta mañana me he levantado generoso. Gratis total. Con dispensa de ave maría, que para un progre la cosa mariana siempre rechina. Son apenas ideas tomadas al vuelo pero más que suficientes para ser un progre medianamente pasable e incluso de una cierta categoría. 
Vamos a ello.
Para empezar, y fundamental, si quiere ser progre no estudie, por favor. Usted no lo necesita. Por el hecho de ser progre es usted un ser infinitamente superior con suficientes ideas propias para hablar constantemente ex cathedra. Los estudios quedan para esos pobres sin ideas propias, rancios, limitados y carcas que, a falta de criterio propio, tienen que acudir a los libros. Seres despreciables. Usted, aspirante a progre, o progre consolidado, ya ha estudiado bastante en la universidad de la vida. La Gregoriana para los carcas. Usted, como mucho, acuda a Higinio Fernández y los artículos de Aradillas.

Ha sido la noticia del día y de casi del verano en la información religiosa de la Iglesia en España. Ayer conocimos que el santo padre ha aceptado la renuncia al gobierno de la diócesis de Solsona de monseñor Novell, a los cincuenta y dos años. A partir de ahí, todo son especulaciones.
La buena gente de Braojos no necesitó la bula Munificentissimus Deus para saber que la Virgen había subido al cielo en cuerpo y alma. Cada vez que entraban en su templo parroquial podían contemplar la Asunción de la Virgen en el magnífico retablo obra de Gregorio Fernández que se conserva en la iglesia del pueblo. También sabían la importancia de saber vivir, saber morir, y rezar por los difuntos. Las espléndidas losas sepulcrales así como la liturgia funeraria hablaba sobradamente de ello.
Cuando a uno le cabe la suerte de tener unos pocos lectores que siguen sus escritos, recibe respuestas a sus divagaciones, que le llegan a través de formas muy diversas. Muchas de ellas son de dominio público, ya que vienen en forma de comentarios para su publicación. Otras son comentarios que me piden que no salgan a la luz, correos electrónicos, mensajes en Facebook, respuestas privadas en Twitter e incluso llamadas y WhatsApp de los más cercanos.
Este año vamos a tener sinodalidad hasta el hartazgo. La palabreja se ha puesto de moda y ya se sabe que, en estos casos, tonto el último. La franciscolatría es lo que tiene, que si su santidad emplea la palabra sinodalidad eso quiere decir que toda la panda de pelotaris la asume como propia en cualquier sermón, escrito, plan o proyecto. Todo es sinodalidad.
        




