C’è troppa frociaggine
- Santidad, disculpe las horas. Soy el P. James Martin, su hermano jesuíta.
- Para ti no hay horas… Encantado. ¿Cómo estás? Y no me llames santidad, somos hermanos, puedes llamarme Francisco o incluso, si lo deseas, Jorge, como siempre.
- Pues desde la confianza, llevo horas recibiendo mensajes de hermanos gays que se han sentido muy molestos con tu afirmación de que en los seminarios hay demasiado “frociaggine” o como se diga en italiano. Ellos te creían más comprensivo y han quedado decepcionados.
- Sabes que lo soy. Mira cuántos gestos, desde aquél, ¿recuerdas? “quién soy yo para juzgar” hasta llegar a Fiducia supplicans, en mí el colectivo homosexual no ha podido encontrar mças que acogida, comprensión e incluso apoyo a todas sus reivindicaciones.

A un servidor que Rafaela, Joaquina y el señor Manolo tengan sus discrepancias, le trae al fresco. Al resto de la parroquia y a la Iglesia universal se pueden hacer una idea. La verdad es que sus discrepancias no pasan de los horarios de la misas, si les cae mejor D. Jesús de paisano o D. Antonio, siempre de sotana rigurosa, o si los donativos de las fiestas deben emplearse en Cáritas. Como ven, poco asunto.
Tanto Sacrosanctum concilium: “





