Cómo cargarse una parroquia en cuatro días
En cuatro o en ocho, pero en definitiva en no demasiado tiempo. Levantar una parroquia es tarea ardua y que lleva su tiempo. Cargársela lo hace cualquiera y en un santiamén. Les doy unas pistas – consejos a sacerdotes que quieran acabar con una parroquia medio normal, que seguro que mis lectores completarán con sus propias experiencias.
Lo primero primerísimo es jugar con las misas. Por ejemplo, cambiar los horarios cada dos o tres meses, de forma que nadie acabe sabiendo a ciencia cierta cuándo hay misas en esa parroquia. Además, dejar a la gente sin misa alguna vez por despiste del párroco o porque surgió un problema. Si a esto añadimos la falta de puntualidad para empezar -qué más da empezar cinco, diez, quince minutos tarde- y para acabar –hoy misa de quince minutos y corriendo, mañana de cincuenta y cinco, pasado de cuarenta- vamos sumando puntos. Incorpórese a la estrategia celebrar cada día como se le ocurra al sacerdote del momento, y miel sobre hojuelas.

Todavía te encuentras con algún católico de buena voluntad que ante el desencanto con la política en general, y con los dos partidos mayoritarios en particular, te dice que se está planteando para las próximas votar a Unión, progreso y democracia, el partido de Rosa Díez.
Dos semanas desde que abrimos en la parroquia la capilla de adoración perpetua. Gente hay que me pregunta qué tal van las cosas, si se cubren los turnos, si hay ambiente de oración, si lo vemos posible.





