El "crucero" de monseñor Munilla
El mayor favor a monseñor Munilla se lo hacen cada día sus principales detractores. Es tal el conjunto de disparates, sinrazones, tópicos y pataditas en la espinilla con la que obsequian a D. José Ignacio, que lo único que consiguen es que la gente medio normal exclame que pobre obispo, que lo que le toca aguantar y que lo extraño es que tenga tantísima paciencia.
Ayer, gracias a la generosidad de Religión Digital, portal que nos hace el enorme favor de tener siempre al día la documentación de toda disidencia progresista, y cuanto más progre más, hemos conocido el último panfleto contra D. José Ignacio. Y digo panfleto porque no dan cuenta ni de una sola firma, es decir, un anónimo disfrazado con el pomposo título de “Colectivo de creyentes” que vaya usted a saber exactamente quiénes son.

¿A qué sacerdote no le han llegado en varias ocasiones propuestas de celebrar una primera comunión en el jardín del chalet, un bautizo en medio del campo o una boda en lo alto del pico Picacho? La inmensa mayoría decimos simplemente no, cosa que cuesta bastante trabajo comprender a algunas personas.
En las antiguas cartillas militares existía un epígrafe que rellenar sobre el valor del titular de la misma. La respuesta era siempre la misma: “Valor: se le supone”. Por principio creo que lo normal es suponer la buena voluntad de las personas y creer que la gente hace las cosas como debe de hacerlas mientras no se demuestre lo contrario.
En cuatro o en ocho, pero en definitiva en no demasiado tiempo. Levantar una parroquia es tarea ardua y que lleva su tiempo. Cargársela lo hace cualquiera y en un santiamén. Les doy unas pistas – consejos a sacerdotes que quieran acabar con una parroquia medio normal, que seguro que mis lectores completarán con sus propias experiencias.





