Escrache. No me parece mal
Las palabras se ponen de moda y de repente tenemos que a pilar vocabulario. Desde hace unos días venimos escuchando la palabra “escrache” que, de origen argentino, designa las acciones no violentas de acoso a políticos ante leyes que se sienten injustas.
Desde hace días lo tenemos en España protagonizado por los afectados por las hipotecas que acuden a los domicilios particulares de nuestros políticos exigiendo una solución para un grave problema que afecta a tantísimas familias.
Sé que es un incordio y que posiblemente hay límites que se están sobrepasando. Sin embargo, he de decir que no solo lo comprendo, sino que hasta me parece bien. Me explico y que nadie se asuste.

En el pueblo de Rafaela nunca pasaba nada. Lo más novedoso algún veraneante despistado entre semana, una ocurrencia del señor alcalde, el sermón del párroco la semana pasada que duró algún minuto más de lo habitual en el pueblo y la María que anda pintando la casa. Todo igual. Las mujeres a la compra, algún hombre en el bar, los chiquillos en el colegio y un coche de una empresa qué vendrá a arreglar algo. 
Lo acaba de decir el papa Francisco: iglesias abiertas y lucecita en el confesionario indicando la presencia del sacerdote. Nos cuesta mucho. Andamos siempre con tantas cosas que meternos en el confesionario simplemente a esperar parece una pérdida de tiempo. Lo más que hacemos es atender a esa persona que se dirige a nosotros o un ratito justo antes de la misa que no siempre es posible mantener.