Elogio del devocionario
Lo de aprender a rezar por ciencia infusa me temo esté reservado a unos muy pocos. Los demás necesitamos que alguien nos enseñe. Por lo que cuenta el evangelio, Juan enseñaba a rezar a los discípulos, y por eso mismo los apóstoles pidieron a Jesús que hiciera lo propio con ellos. De aquella petición nació el Padrenuestro, que cualquier día nos contarán que no era de Jesús sino una vieja tradición oriental pasada por cualquier filtro pseudognóstico. Y si no, al tiempo.
Hablamos de rezar, de hacer oración, pero no es fácil decir a la gente cómo. La vieja solución de ponte delante de Dios y que vuestro trato sea pura comunión de espíritus, es algo reservado a los grandes místicos, no a cualquier mortal. Y lo de dile a Jesús lo que se te ocurra tiene su peligro, porque conocemos todos a demasiada gente a la que lo único que se le ocurren son tonterías y simplezas.


Cristiana virtud es la prudencia, que nos hace ser comedidos a la hora de tomar decisiones, emitir juicios y sopesar realidades. Seis meses con el papa Francisco. Hubo quienes desde su aparición en la logia de San Pedro entendieron que la prudencia no era necesaria y lanzaron todas sus mediáticas campanas al vuelo saludando la tan soñada revolución eclesial que por fin daría rienda a tantas fallidas ilusiones.