No es obligatorio cantar en todas las misas
No sé de dónde hemos sacado que sea obligatorio cantar en todas las misas. Obligatorio, obligatorio celebrar según manda el misal romano. Cantar depende.
Para esto, como para casi todo, hay distintas opiniones y diversas aficiones. Sacerdotes hay que necesitan cantar en todas las misas, sean de festivos o laborables, con muchos feligreses o como se dice vulgarmente “cuatro gatos”. Sacerdotes y fieles. Cantar en todas las misas de diario, salvo en circunstancias muy especiales, como podría ser por ejemplo una comunidad religiosa, a un servidor le parece una pesadez. Seamos claros: o podemos garantizar un canto litúrgico y medianamente bien ejecutado, o mejor nos callamos. Un día sí y otro también entonar el celebrante eso de “Juntos como hermanos” o “Qué alegría cuando me dijeron”, que rápido intentan secundar generalmente con escasa fortuna unos cuantos feligreses, no es que sea algo que eleve especialmente el espíritu. Y eso suponiendo que el celebrante no tenga un oído frente a otro y cante más que algo litúrgico y bello, simplemente la palinodia. Cosas mías.

La palabra “democracia” es algo así como esa salsa mágica que hace buenas todas las cosas. Aplíquese a donde sea y para una enorme cantidad de palurdos la cosa cambia, reluce, saca esplendor, brilla y deslumbra. Prueben, prueben… Centro democrático, república democrática, asociación democrática de… Deslumbra a los palurdos y de tal manera que ayer me viene un feligrés a decirme que ha leído vaya usted a saber dónde que el problema de la teología es que no es democrática.
Dentro de los católicos, como en cualquier colectivo, hay de todo, como debe ser. Un católico malo, un sacerdote malo, un religioso malo, es un peligro. Un católico bobo, un religioso bobo, un sacerdote cantamañanas acaban, si Dios no lo remedia, en un tsunami de proporciones inimaginables.
El evangelio de ayer domingo es uno de esos textos que se prestan a la casuística. ¿Aún lo recuerdan? Si hombre: “Sabéis que está mandado: ‘Ojo por ojo, diente por diente’. Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, al que te pide prestado, no lo rehúyas”.





