Liturgia: entre el derroche y la cutrez
Vengo ahora mismo del centro de Madrid de comprar una capa pluvial para la parroquia. Ya sé que su uso no es obligatorio, pero también sé que es una vestidura litúrgica que se lleva utilizando siglos en la iglesia en solemnidades y celebraciones especiales como procesiones, bendición con el Santísimo, oficio divino y algunos sacramentos como bautismo y matrimonio.
Este próximo domingo es “de ramos”, conmemoración de la entrada del Señor Jesús en Jerusalén, y en multitud de parroquias se celebra solemnemente con la procesión de ramos. No por ser corta una procesión o con poca gente, ha de ser algo cutre. No es difícil encontrar “ministros” para acompañar con hisopo y acetre, una cruz alzada, ciriales, incienso… Y el celebrante vestido de gala porque la ocasión lo merece. Por eso la capa pluvial. Roja, como lo pide la liturgia del domingo de ramos, roja como lo exige el viacrucis del viernes santo.

Oigan, que cada cual vive la semana santa como Dios le da a entender y le parece, y ya sabemos que no es igual vivirla como cofrade de una gran cofradía andaluza, que como viejecita en Villarriba, niño en Almendralejo, joven en pascua juvenil o matrimonio en Socuéllamos. Igual en lo básico, pero con sus evidentes matices.
Es que la diferencia es abismal. Porque supongamos que un superior religioso llama a dos hermanos y les dice que por obediencia les toca trasladar sus reales a un convento de la otra punta del mundo. Si uno directamente dice que no le da la gana, pues queda fatal. Ahora bien, si la respuesta del otro es que necesitas llevarlo a la oración, discernir con la comunidad, decidir en conciencia y responder desde el diálogo fraterno, y al final dice que nanay, pues otro que dice que no, pero eso sí, quedando como un señor serio y responsable.
Estoy convencido de que en la parroquia nos falta capacidad de escucha empezando por los curas, que estamos convencidos de tener una especie de don de infalibilidad según el cual nuestras ocurrencias son la expresión actualizada del evangelio y la voluntad de Dios sobre la parroquia. Error. Qué gran error. Primer error.
A mí que alguien pierda la fe, la encuentre, la transforme o cambie el catolicismo por hacerse Hare Krisna me parece una opción completamente personal y respetabilísima. Personalmente lo puedo considerar un error como me parece equivocado alimentarse exclusivamente de hamburguesa, tomate y patatas con ali oli, pero entiendo que cada cual es dueño de su colesterol y sus triglicéridos.