El baculazo como opción no tan extraordinaria
Tienen los fieles tal impresión de falta de autoridad en sus pastores que cuando un obispo ante una situación especialmente complicada señala que hasta aquí hemos llegado y toma una decisión firme, decimos que ha pegado un baculazo. Por ejemplo: vaya baculazo, ¿no te has enterado? El obispo llamó ayer al párroco de Tal, le ha cantado las cuarenta por aquello que ya sabes y sin más, trasladado a la otra punta.
Pocos baculazos hay. Los obispos, y lo entiendo porque a los párrocos nos pasa algo parecido, tienen horror sobre todo a ser tachados de dictadores, tiranos y poco de democráticos, como si ser democrática fuera la primera nota distintiva de la realidad eclesial. Todo muy por las buenas y sobre todo con mucha “moderancia” que decía aquel de mi pueblo. No tiene que ver. Mucha moderancia, mucha serenidad, nada de agresividad ni pérdida de nervios, pero el báculo en su sitio pastoreando a las ovejas y sacudiendo en todo lo alto al lobo si hace falta.

Me encuentro con gente que me sugiere que en algunas celebraciones, especialmente en las muy especiales o en aquellas que se da una mayor abundancia de niños, tengamos en la parroquia una especie de monitor – comentarista que vaya explicando los gestos, los signos, las partes de la celebración.
Hace algún tiempo
Dice una gran persona que me aprecia muy de verdad que con lo que voy escribiendo en mis posts cada día estoy haciendo más “amigos”. No es el objetivo fundamental de mi vida ni me hice sacerdote para pasteleos, abrazos, componendas, quedar bien con todos y aceptar cualquier cosa como buena por eso de la moderación, la tolerancia y el respeto, que un viejo alcalde de pueblo lo traducía en su inventada palabra “moderancia”. Ni moderancia ni gaitas.
Verán como rápido me acusarán de fomentar la violencia, ser poco evangélico, nada manso de corazón, exaltado fascista, instigador de rencores, promotor del candelabro y defensor del palo y tentetieso. Me da exactamente lo mismo.





