Misericordia, prohibición y mezclar eso con las témporas
Malo que lo que tiene que ser normal haya de verse como noticia. Normal es que cierren las puertas de locales y dependencias de la Iglesia católica a un señor que se cisca un día sí y otro dos veces en la santa madre Iglesia, y que escribe unas cosas sobre las que advierte la conferencia episcopal que cuando menos pecan de arrianismo amén de contener otros varios errorres teológicos. Tan normal como cerrar las puertas de las mezquitas a quien defienda que ni Alá es Dios ni Mahoma el profeta y encima lo haga embuchándose un bocata de jamón acompañado por un rioja.
Hemos llegado a tales extremos de memez que lo obvio ha ido deviniendo en noticiable. Es decir, que no se hace lo que se debe hacer simplemente porque carencia de atributos episcopales. Así de facilito.

¿Por qué digo esto? Pues porque hace apenas unos días unos papás han decidido posponer el bautizo de su hijo por recomendación de su pediatra. Parece ser que el niño es chiquitín y necesitado de mucho cuidado y su pediatra ha aconsejado a los padres que no bauticen ahora al pequeño, que es un riesgo, que a ver si le va a pasar algo. Pero es que por lo visto no es el único que se lo ha dicho.
Ya. Si ya sé que suena mal, pero verán como al final se me entiende todo. ¿Curas egoístas? ¿Curas pensando en sí mismos? Vergonzoso… si justo lo que tienen que hacer es todo lo contrario: olvidarse de sí mismos, pensar en Cristo y en la Iglesia, en los pobres. Pues sí, y no, y según y depende.
La gran ventaja de que gozan los profetas y adivinos de cada año es que al cabo de doce meses nadie se acuerda de lo pronosticado y así hasta los próximos vaticinios. A ver quién tiene humor y ganas de guardar cada año las previsiones de cada medio y evaluar pasado el calendario.
Vaya por delante que mejor es encontrarte con un sacerdote que saluda amablemente y pregunta por la familia y se toma un café si surge, que no con otro que al pasar a tu lado te saluda, si te saluda, con un rebuzno. Dicho esto, también conocemos todos a sacerdotes que nunca fueron un dechado de simpatía y sin embargo tuvieron parroquias muy vivas.