La Virgen de la Cueva se va al paro
Y a este paso San José, la Virgen de la Merced, la Pilarica…
Tan de moda se ha puesto lo “políticamente correcto” que me cuentan que hay gente que se dedica a reescribir obras literarias, especialmente las dedicadas al público infantil y juvenil, para adaptar el lenguaje a los nuevos tiempos y de paso expurgar todo cuanto en ellas parezca racista o sexista, y además cualquier referencia religiosa.
Me decían, por ejemplo, que si en uno de los libros de esa famosa serie de “Los cinco” de Enid Blyton, aparece por ejemplo que “se encontraron a la señora Smith saliendo de misa”, directamente se cambia por la señora Smith saliendo de la carnicería. Pues nada, que sigan por ese camino y que se carguen al cura de El Quijote para cambiarlo por un encantador de codornices.

En una parroquia normal los bancos tienen reclinatorio. El que quiere se arrodilla, y el que no le da la gana, no. En la parroquia progre el cura ha decidido que no hay que arrodillarse. Por tanto, todos los bancos sin reclinatorio.
Radio María podrá ser tachada de muchas cosas, se podrá decir que si es rancia, que si demasiado piadosa, que si monótona, que si lo que quieran. Ahora bien, lo que nadie podrá decir de Radio María es que se trata de una emisora confusa, que tenga una programación con segundas intenciones, que se aparte un ápice de la doctrina de la Iglesia. Ni remotamente.
Ante todo, conviene aclarar términos para evitar confusiones. Una cosa es la misa por el llamado rito extraordinario, más propiamente según el rito romano en su forma extraordinaria, y otra la celebrar con el actual misal de Pablo VI, en lengua vernácula, pero “ad orientem”.
O por lo menos es lo que piensa un servidor. Porque lo de dar de comer al hambriento y de beber al sediento está muy bien, pero se supone que la Iglesia, los católicos, entendemos que el hambre y la sed son de pan material y también de Dios, porque si no conocemos a Dios nos falta lo esencial.