La cofradía de los silentes
Hay cosas que a todos nos están preocupando. Las hay más llevaderas, que podríamos colocar aparentemente dentro de lo folklórico, y digo aparentemente porque eso de que el Vaticano nos invite a conmemorar el día de la deuda ecológica puede resultar una gracieta, como podría parecerlo el conato de encuesta sobre buenas prácticas ecológicas en las parroquias de Madrid. Pero no. De gracieta folklórica nada. En el fondo es ir retirando a Dios de nuestras vidas para sustituirlo por la Pacha Mama o como leches se escriba.

En los años setenta y ochenta, cuando alguien quería ridiculizar una praxis pastoral caduca y destinada al fracaso, amén de burlarse de curas poco actualizados o anclados en un pasado a superar, se decían estas cuatro cosas: bah, todo se reduce a misa, sermón, rosario y exposición.
Me comentaba el otro día un sacerdote amigo que hay que ver cómo han cambiado las cosas en el mundo y en la Iglesia. Antes, me decía, la gente nos pedía consejo, dirección espiritual y ayuda para ser santos. Ahora nos piden explicaciones.
Me lo habían contado hace días y hoy he visto las fotos en el blog de
El 13 de octubre de 1931 D. Manuel Azaña pronunció en un vibrante discurso en las Cortes esa frase lapidaria que aún hoy sigue causando una mezcla de terror y asombro: “España ha dejado de ser católica”. Lo cierto era que la cuestión religiosa estaba presente en las Cortes y que era inconcebible una manera de concebir el estado sin que lo religioso, la iglesia, estuviera presente para bien o para mal.





