La candidata
No tenía el gusto de conocer ni de oídas o leídas a doña Anne Soupa, que parece ser una teóloga y biblista progresista (eso sobre todo que no falte) que ha conseguido sus cinco minutitos de fama al ofrecerse como candidata para suceder al cardenal Barbarin al frente de la archidiócesis de Lyon.
Una más. Vivimos en una Iglesia en la que lo que venden son las ocurrencias, cuanto más ocurrentes mejor. Yo creo que nunca habíamos contemplado tantas bobadas. Hoy es doña Anne, presidenta por cierto de una cosa denominada “Comité de faldas”, auto postulada para arzobispesa, como ayer tocaron esos cinco minutos de salto a la gloria a una religiosa nonagenaria que ha decidido dedicar los últimos años de su vida a reivindicar la supresión de las mitras episcopales. Qué mal andamos.

No se fíen de esos supuestos liberales que en prueba de su talente aperturista van echando pestes de leyes y normas. No se fíen. Todos los dictadores, grandes o pequeños, lo primero que hacen es ponerse el disfraz de corderitos demócratas, denostar leyes y normas por la aparente cosa de la libertad del pueblo y luego, como ya no tienen cortapisas, entre otras cosas porque se lo hemos consentido, se dedican a hacer lo que les da la gana y a convertirse en los mayores dictadores.
Bien. Una ocurrencia más. Ganas de dedicarnos a lo menos importante quizá por que no sabemos, no queremos, no nos atrevemos, no nos dejan o no podemos, mejor no entrar en el por qué, dedicarnos a cosas que como Iglesia sí me parecen de una extraordinaria importancia.
Mucho enseña el libro de los Hechos de los apóstoles. Tanto que hace unos días propuse que se retirara de la circulación, simplemente porque lo lees y si tomas tu vida en serio sientes vergüenza por nuestra acomodaticia y poco evangelizadora vida eclesial.
Oigan, que ya está bien de vivir del cuento, del eslogan y de lo que se lleva. Que ya está bien. Y el problema no es el de los demagogos de chichinabo, sino de todo los que encima apoyan y aplauden sus memeces, porque tampoco tienen categoría de más. La penúltima, porque a estas horas ya habrá salido a la palestra algún demagogo nuevo.