Ni lectores ni oyentes
Contaron los medios, hace días, que el papa Francisco, en una visita al Dicasterio para la comunicación, se hacía esta pregunta: “¿cuántos escuchan la Radio, y cuántos leen L’Osservatore Romano?”. Santidad, así entre nosotros, nadie.
Me muevo mucho por el mundo de la información religiosa y como pueden imaginar conozco a bastantes informadores y expertos en estos temas. Jamás me han dicho que lean L’Osservatore Romano. Sacerdotes de mi entorno, nadie. Me temo que laicos poquitos. Es decir, que hablamos de una publicación que se hace desde el Vaticano, que se lee allí por si acaso y fuera de eso en algún convento donde reciben una suscripción gratuita. La nada. Radio Vaticana aún menos. Es lo que hay.

Entender un poco de economía hasta Rafaela, porque la economía mundial es la doméstica, pero a lo bruto. Es igual, de vez en cuando aparecen cantamañanas dispuestos a reivindicar la cuadratura del círculo económico. Recuerden aquella famosa idea de Eduardo Garzón, hermano del ministro Alberto Garzón, y supuestamente economista, que nos ofreció gratis la idea de imprimir billetes sin limites para que nadie pasara necesidad.
Con motivo del tristísimo suceso de las dos hermanitas asesinadas por su padre, la sin par ministra de “igual da”, Irene Montero, se nos ha descolgado con un “aquí necesitamos una justicia feminista”. Ya sé que esto no es para nada un blog de política, pero miren por dónde la última chorrada de doña Irene me va a servir para hacer algunas reflexiones.
El quinto mandamiento de la santa madre Iglesia hoy está formulado como “ayudar a la Iglesia en sus necesidades”. Otra era su formulación clásica: “El quinto, pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios”. De esto vivían la Iglesia y el clero a ella dedicado.





