Parece que se retrasa el panadero
Son historias de nuestros pueblos, porque ustedes, mis amables lectores, salvo rarísimas excepciones, son gente de ciudad o, al menos, de pueblo grande. Ustedes se organizan y no tienen problema para hacer la compra, tomarse un café y llevar el pan a casa. Afortunados que son. En mis pueblos no tenemos esas cosas. Un bar en Braojos y poquito más.
Aquí la vida comercial funciona a golpe repetido de claxon y según una programación que todo el mundo conoce. Los jueves, lo que llaman los congelados, que viene a ser la tienda de ultramarinos de toda la vida. Los viernes, el frutero. Y el panadero a diario, que con el pan no se juega, y con horario, digamos, semi fijo.