Elecciones 2019. Ponerse de perfil
Unos cuantos días sin escribir y se me ocurre hacerlo nada más y nada menos que en plena resaca electoral. Lo votado, votado está y ya veremos qué tal nos va como Iglesia.
Las orientaciones eclesiales han sido la nada como de costumbre. Como Iglesia somos especialistas en ponernos de perfil, cumplir con la obligación de decir algo y a la vez no comprometernos con nada ni molestar a nadie, no sea que se nos vayan a ofender.
Estos días lo más “famoso” ha sido la carta del arzobispo de Granada que todos han interpretado en clave de que mejor no votar a VOX. El resto de recomendaciones han pasado sin pena ni gloria, al punto que los católicos, a la hora de votar, pasan ampliamente de cuestiones eclesiales y recomendaciones episcopales, para decidir lo que les dé la gana sin complicarse en exceso.



No sé si es virtud o defecto, según a quien se pregunte, pero tengo que reconocer que en un servidor se dan dos características de la personalidad de manera notable. La primera es que he de reconocer que uno para diplomático no sirve. Conozco gente capaz de acomodarse, disimular, sonreír a todo el mundo, quedar bien con todos, saber decir a cada uno y en cada situación lo que conviene y desean escuchar. Soy incapaz. No me sale. Lo que me gusta, me gusta, lo que no es no y lo de según, pues según queda. Ni sé disimular ni lo intento.





