La limosna como fracaso pastoral y social
Sé que este es uno de esos posts que me pueden acarrear palos y palos. Cuento con ello. Qué se le va a hacer.
Sociedades desarrolladas. En España, 350 diputados y 256 senadores. 17 parlamentos autonómicos. 8131 municipios. Dicen que más de 100.000 políticos con sueldo. La cosa está más que clara. Es vergonzoso que entre tanto político no sean capaces de ver la forma de que todos los españolitos podamos vivir con dignidad sin necesidad de tener que acudir a pedir limosna. Si hay gente que pide limosna eso quiere decir que nuestros políticos no saben llevar a cabo su trabajo.
Trabajo se necesita. Una economía desarrollada que permita a las personas ganarse la vida y afrontar los gastos precisos para garantizar una vida digna para la familia. Una economía que no deje fuera del sistema a nadie y tenga los mecanismos necesarios para que, aquellos que no pueden trabajar por cualquier causa (incapacidad, enfermedad, paro) no se vean privados de llevar una vida digna.


Siendo un servidor párroco de Guadalix de la Sierra y Navalafuente, nochebuena suponía una evidente incompatibilidad en el horario de la misa. Imposible la bilocación para la misa del gallo, así que celebraba misa del gallo en Guadalix a las doce de la noche, muchos más habitantes y con importante tradición de celebrar y cantar la nochebuena, y en Navalafuente, a las 20 h., la que de forma simpática yo llamaba “misa de pollito”. No se podía hacer otra cosa.
Me preguntan por Rafaela. Que si estará enferma. La verdad es que lo que está es harta de coronavirus, de historias, de componendas y tomaduras de pelo. El problema es que cuando se harta, se calla, así que la hartura debe ser mucha.
Distingamos, que diría un escolástico, entre pobreza personal voluntaria y pobreza institucional. La pobreza voluntaria, especialmente cuando es por el Reino de los cielos, es don de Dios y signo del Reino que vendrá. La austeridad personal por bien de los pobres es caridad cristiana. Aclarado esto, la pobreza de las instituciones, de la Iglesia en concreto, a modo de ver de un servidor, es una tristeza y una desgracia.





