Estoy de los demagogos justo hasta...
Oigan, que ya está bien de vivir del cuento, del eslogan y de lo que se lleva. Que ya está bien. Y el problema no es el de los demagogos de chichinabo, sino de todo los que encima apoyan y aplauden sus memeces, porque tampoco tienen categoría de más. La penúltima, porque a estas horas ya habrá salido a la palestra algún demagogo nuevo.
La penúltima: “Las instituciones religiosas piden una “recuperación económica justa” mediante la desinversión de combustibles fósiles”.
Por partes.
Me temo que las instituciones religiosas, en general, de macro economía y de energía saben más bien lo justito. No pasa nada. Ya se sabe que nucleares no, gracias, y que “laudato si, petróleo no”. La verdad es que como axiomas para empezar son bastante flojos. Es lo mismo. Salen unos cuantos supuestos concienciados con el desastre climático, seguramente asesorados por alguna Greta, y pontifican como si todos fueran doctores en economía con máster en Harvard, químicos doctorados por la universidad de Stanford y moralistas por el alfonsianum.

Aunque en Madrid llevamos mucho atraso, ya que seguimos en fase 0, si bien con alguna licencia de última hora, acabamos de conocer las normas para cuando se consiga llegar nada menos que a la fase 2.
Directamente las tengo suprimidas. Suelo hacer la monición de entrada del misal y, en las celebraciones de los santos, leo un par de cosas de su biografía. Y ya.
Tengo unos feligreses que no me los merezco. No voy a caer en la tentación de dividirlos entre reales y virtuales como si los que se incorporan a la celebración eucarística a través de sus ordenadores fueran algo así como una especie de ectoplasma. Feligreses reales que cada día viven la eucaristía, la celebran, la gozan.
No se me pierdan el ejemplo del final. Muy clarificador. Y ahora vamos al post.