L'église, c’est moi. Desde luego, a mí no me representan
Aquí hemos pasado del “Somos Iglesia” -por cierto, hoy inexistente o al menos desaparecido en la práctica- a un “solo nosotros somos la Iglesia”. De repente te aparecen unos criticando con fuerza que la idea de Iglesia se la hayan apropiado unos pocos señores llamados obispos y curas, y reivindicando una iglesia del pueblo y de la base, y cuando te crees que van con buena intención, lo que te encuentras es que en realidad lo que pretenden es ser ellos los dueños del chiringuito en todo: la palabra, las normas, las leyes y hasta el copyright de la misma palabra “Iglesia”. Vamos, que no querían algo de todos, sino apropiarse de lo que de todos era.



Teníamos nuestros miedos. La parroquia, pequeña en feligreses. Apenas llegamos a los nueve mil. Mucha gente que nos había dicho que salía ya ayer mismo. Desde primera hora las carreteras colapsadas. Y encima, para más INRI, se anunciaba lluvia por la tarde. No solo se anunciaba, sino que media hora antes de la salida de la procesión, más que llover, jarreaba, que dirían los castizos.
A mi amiga Laura, divorciada hace dos años.





