Feliz el cura que tiene su Betania

He tenido la oportunidad de celebrar misa en dos ocasiones en Betania. Betania era ese lugar en el que Jesús se retiraba alguna vez para descansar y disfrutar de la compañía de sus amigos Marta, María y Lázaro. Suerte la de Jesús que tenía su lugar de serenidad, ocio, descanso. Suerte la suya.

Los curas necesitamos algo así. Una casa de confianza, unos amigos, un lugar donde poder acudir ese día que no puedes más, ese momento de cansancio o agobio, en esa oportunidad que todo se hace cuesta arriba. Pero también necesitamos ese lugar como espacio donde vivir siendo Jorge, siendo un amigo, donde puedes dejar de ser “el cura”, donde eres uno más, donde puedes estar sin tener que medir palabras o gestos, sabiendo que nadie te va a mal interpretar y que tus desahogos quedarán en el silencio y la discreción de los amigos.

Betania no es en absoluto esa familia que tiene al cura casi prohijado y con la que come, cena, pasea y hasta se va de vacaciones. Creo que no es bueno. Vaya pesadez el cura todo el día en casa. No te casas con una mujer y te casas con una familia. No es bueno.

Tampoco es Betania esa señora o señor o matrimonio que no salen de la parroquia, todo lo hacen, todo lo mangonean, obligan, insisten, organizan, manipulan, crean filias y fobias y son los omnipresentes. Ni mucho menos.

Las Betanias buenas evidentemente son personas, y personas muchas veces colaboradoras, disponibles, de esas que siempre están ahí. Pero su gran cualidad es la de saber acoger al sacerdote, escucharle en sus malos momentos, dar un consejo de amigo y hermano, y dejarle la casa abierta para que sepa que tiene un lugar donde estar y acudir.

Betania no obliga, no manda, no condiciona, respeta el ritmo y la vida llena de manías del sacerdote, pero está. Es esa casa en la que te invitas a comer en la cocina y dejas salir las lágrimas porque algo te rompe el alma. Son esos amigos que saben respetar tus silencios y ausencias y te aceptan como eres simplemente porque te quieren de corazón.

En Betania hay un plato de comida siempre, una cerveza fresca, un saber escuchar, un no te preocupes, un llorar y reír juntos.

Hay pocas, no nos confundamos. Uno en la parroquia tiene feligreses, amigos, colaboradores, voluntarios, amiguetes… pero no siempre Betania.Y si hay es una o dos… no abundan.

Siempre tuve mi Betania. Hoy la tengo. Feliz el sacerdote que encuentra algo así. No es un amigo sin más, no es el director espiritual que es otra cosa, ni el cura de al lado. Es, como pasaba con Cristo, una casa a las afueras de Jerusalén, fresca, con su parra cubriendo la entrada, un cántaro de agua fresca, unos amigos felices de poder compartir la charla y la mesa.

Ojo, amigos y hermanos sacerdotes. Una Betania no se improvisa. Si se elige mal en lugar del lugar de descanso será la fuente del cotilleo, una manera de demostrar a los demás que soy más amigo del cura que nadie, una forma de tocar poder en la parroquia, o una fuente de reproche de esas que acaban diciendo fíjate con la de veces que vino a casa el cura y mira ahora…

Cada cura tiene la suya. Don Fulano paraba bastante en casa de Juan. Pero don Mengano se encontraba estupendamente con Pepe y María, así como don Jesús acudía donde la señora Petra. Nada que reprochar ni a los curas ni a Juan, Pepe, María o la señora Petra. Gracias a esas buenas familias que supieron acoger a aquel sacerdote y comprender que otros se encontraban más cómodos en otro lugar quizá la vida del sacerdote pudo ser fructífera y la vida parroquial más rica.

Gracias Betanias de los sacerdotes por vuestra generosidad. Que Dios os pague ese saber ofrecer la parra, el cántaro y el estar juntos.

13 comentarios

  
P Felipe dj
Gracias Don Jorge por este post. Muy claro. Hoy todavia por estàs tierras de Santos, no encuentro mi Betania, cosa que me hace extrañar más mi Betania Patagonico, no faltaban los amigos y una buena polenta con queso en la cocina entre lágrimas compartidas...
Unidos en el Altar del Sacrificio.
P. Felipe de Jesús
31/07/14 6:35 PM
  
Isabel. Granada.
Me encanta su post de hoy Padre. Comprendo lo que usted echa de menos y que describe perfectamente, que es muy parecido a lo que muchos echamos de menos.

Mi casa no tiene una parra llenando de sombra la entrada, pero está a su completa disposición, si alguna vez desea usted pasar por Granada. No tiene más que mandarme un mensaje a mi correo electrónico, que yo estaría encantada de recibirle, pensando en hacer de anfitriona, todo lo mejor que supiera, cómo Marta, María y Lázaro, lo fueron de Jesús.

Que Dios lo bendiga.
31/07/14 8:33 PM
  
Eduardo Jariod
No es poco tener esa Betania, un lugar y unas personas donde reposar, reclinar la cabeza.

Por mucho contacto espiritual que se pueda disfrutar en una vida entregada a la oración y al sacerdocio, sienpre necesitamos el calor humano, la comprensión de los otros, aunque sólo sea uno, sentirse acompañado humanamente en nuestro peregrinar. Casi nada contar con un rincón así...
31/07/14 9:44 PM
  
DavidQ
En estos tiempos, debería haber al menos una Betania "online". Pero creo que es demasiado pedir.
01/08/14 2:38 AM
  
Isabel. Granada.
Se me había pasado comentar la belleza de la estampa, con la que usted ilustra su artículo, y que tanto me recuerda a las estampas que cuando era niña, me daba mi abuela mamatina, y que todavía conservo.

La escena transmite felicidad, amor, paz, sosiego, alegría, belleza... y me recuerda mucho a la misma escena de la película "La Historia Más Grande Jamás Contada".

Que pasen un feliz día, con mucha paz en sus almas.
01/08/14 9:48 AM
  
Al Neri
Me ha interesado mucho su punto de vista con este tema porque es verdad que a veces, erróneamente, vemos en los sacerdotes solo su dimensión de cura, olvidando que son hombres como los demás que también necesitan cariño, amigos y confianza al margen de su labor pastoral.
01/08/14 10:27 AM
  
rastri
Pues mi casa sí que tiene parras, árboles e higueras y no viene ningún cura.

La primera vez que invité al cura y su compañero a comer en mi casa, ambos estaban enfadados el uno con el otro, así que una y nada más.

La segunda vez, en otra casa y lugar y con otros dos distintos curas; Uno dijo que prefería ir a comer con su familia. Y el otro vino una y otra vez hasta que pude ver que aquel invitado tenía más de oficio en beneficio de vocación y devoción.

La tercera vez, en otra casa y lugar, idem de adem.

-Vamos que del trabajo y la obligación hoy día, sea para curas como para funcionarios, a mi juicio, es difícil encontrar curas en Betania

01/08/14 1:25 PM
  
Silvia Inés
Los fieles también necesitamos y MUCHO que nuestras casas sean Betania... En nuestro hogar la mesa compartida con un sacerdote fue siempre un regalo del cielo. Los niños se deslumbran ante este amigo especial que tan naturalmente les habla de lo sobrenatural, y pronto pasa a ser el invitado preferido y siempre bienvenido. Y los resultados están a la vista: Dios nos bendijo con un hijo sacerdote y una hija monja. Puede haber mayor bendición?
01/08/14 1:40 PM
  
Alejandro Holzmann
Feliz el cura cuyo Betania es el sagrario.
01/08/14 6:03 PM
  
Isabel. Granada.
Querido Padre Jorge. Comprendo perfectamente la necesidad de afecto que necesitamos todos, porque la necesidad de amor, está impresa en nuestra alma por decisión y voluntad de Dios, que ya lo expresó así en la misma Creación, cuando los creó hombre y mujer, pues determinó que "No es bueno que el hombre esté sólo."
Y está además el Mandamiento de "Amaros los unos a los otros cómo Yo os he amado..

Y cómo decía Santa Teresa de Jesús, cuyo quinto centenario celebraremos si Dios quiere, a últimos de marzo o a primeros de abril del año que viene: "Cada alma necesita su desaguadero."

Vuelvo a hacerle el ofrecimiento de mi casa, y lo hago, no por "quedar bien", sino con toda el alma.

Que Dios lo bendiga y lo ayude siempre.
02/08/14 9:45 AM
  
Gloria Irene (Flavia)
La IMAGEN con que don Jorge ilustra el texto, y que tanto ha gustado a algún comentarista, es de

William Hole

que tiene muchas más e incluso se ha publicado un precioso libro con ellas. Ilustran diversas ediciones de los evangelios, por su belleza.

Tecleen en google Wiliam Hole y podrán verlas. Les recomendaría que comprasen el libro. Es maravilloso.
03/08/14 11:06 AM
  
Nieves
Me gusta su comentario, siempre he pensado que a los sacerdotes les debe pesar mucho la soledad en algunas ocasiones y que nosotros, los fieles, no sabemos generalmente comprenderlos y apoyarlos en cuanto hombres.
Por eso me alegro mucho de que usted tenga su Betania.
A partir de ahora me hago el propósito (que compartiré con mi marido) de ser Betania para un sacerdote concreto, o dos, que ya tengo en la cabeza. Me parece una forma preciosísima de ayudar a la Iglesia y a la evangelización; muchas gracias por la idea.
05/08/14 11:01 AM
  
Pedro
También los laicos de a pie, aquellos que andan comprometidos con su apostolado, junto con su señores curas, necesitan de su Betania, dichosos, todos aquellos que han hallado a sus Martas y Marías y a sus queridos Lázaros para ahí "reposar la cabeza". Busquemos ese lugar de paz, no solo ante el Santísimo, sino también con amigos que nos hagan sentir plenos.
14/08/14 5:03 PM

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