InfoCatólica / Contra corriente / Archivos para: Mayo 2013

13.05.13

Roma y Fátima

En diciembre de 1973 Alexander Solzhenitsyn publicaba su monumental escrito Archipiélago Gulag, conminando al mundo occidental a interesarse solícitamente por los problemas de Rusia, pero muchos decenios antes una alta personalidad, en tono de queja, había aconsejado e invitado a intervenir en los asuntos de Rusia, y ¿quién era esa alta personalidad, sino la Mujer?, no una mujer ordinaria, sino la Mujer del Génesis, la Mujer de Caná, la Mujer del Calvario, y la Mujer de la Revelación, y sobre todo, la Mujer de la Redención.

El Siervo de Dios, Fulton Sheen dijo que la justicia de Dios debe intervenir en la historia en algún punto, porque no permitirá que el mal siga devorando almas por siempre.

Dos manifestaciones sobrenaturales importantes se produjeron cuando más tenía necesidad el mundo de ellas, y cuando menos atención se les prestó, lamentablemente.

La primera de ellas se verificó en el año en que nacieron las ideas que han formado nuestro mundo moderno (1858), cuando Nietzsche, se jactaba de la muerte de Dios.

Fue la segunda manifestación celeste, en 1917, el año en que las ideas se tradujeron en hechos, cuando el comunismo comenzó a roer las entrañas del mundo.

También en Portugal, país clásicamente católico, pero que en esa época estaba conducido por un gobierno laicista, que quiso frenar las revelaciones de Nuestra Señora a los niños Lucía, Francisco y Jacinta, dificultando las expresiones de piedad en los lugares consagrados por la manifestación de María:

en una hora trágica de tinieblas y confusión, cuando la nave del estado portugués había perdido el rumbo del curso de sus tradiciones y como anegada en la tempestad anticristiana y antinacional parecía sucumbir sin salvación posible en un naufragio inevitable, el cielo intervino en Fátima con su poder. De la oscuridad brotó la luz deslumbradora, de la tormenta retornó el silencio a la mar, y Portugal pudo atar de nuevo los hilos separados de sus tradiciones perdidas” (Papa Pío XII, 31-10-1942).

Estamos viviendo los días del Apocalipsis –los últimos días de nuestra era. Las dos grandes fuerzas: el Cuerpo Místico de Cristo, y el del Anticristo han empezado a formar filas para la catastrófica contienda, decía Fulton Sheen, ciertamente, el Libro del Apocalipsis comienza anunciando la profecía de que lo que ha de ocurrir en los tres primeros siglos de Cristianismo, ocurrirá una y otra vez en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Siempre habrá (1) persecución de la Iglesia, (2) perseverancia paciente de los buenos, incluso hasta el martirio, y, (3) la victoria final sobre el mal: sangre de los mártires semilla de cristianos.

María Santísima en Fátima nos pidió la recitación cotidiana del Santo Rosario, la práctica de reparación de los Primeros Sábados, la consagración a su Corazón Inmaculado, pero, nuestra Señora dejó en claro por sobre cualesquier duda que lo más importante es la metanoia, la conversión del corazón, el arrepentimiento, o, como lo denomina el Vaticano II, la renovación interior. Dijo la Señora, que si el mundo no se convierte, se acercará a la humanidad un tiempo de gran pena, un clima trágico de oscuridad y destrucción.

La conversión –y Fátima nos lo recuerda sin ambages- es una exigencia constante de la vida cristiana. Deberíamos saberlo por la Escritura entera (Card. Ratzinger, Informe sobre la Fe).

En Fátima, el 13 de mayo de 1982, cuando Juan Pablo Magno le consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María, le dijo a nuestra Señora de Fátima: Cuan dolidos estamos de que la invitación al arrepentimiento, la conversión, la oración, no ha encontrado la aceptación que debía haber recibido.

La vida cristiana es difícil en un mundo que sueña y predica sólo el placer material, es arduo el seguimiento de Cristo en un ambiente en el que sólo tienen importancia el dinero, las diversiones, los deleites y el dominio, por eso a nadie debe extrañar los abandonos de cristianos, el bajón en el cumplimiento de sus obligaciones de católicos, los escándalos y las flojedades. Es muy natural del hombre.

Si oís hablar de la maldad diabólica de unos hombres cuya bandera está enrojecida con la sangre de sus víctimas; si oís hablar de los que martirizan los cuerpos y las almas, creando lo que podríamos llamar martirios áridos, como el de Mindszenty, Stepinac y Beran, estad seguros de que las mentes hechas pedazos y los cuerpos macilentos provocarán un castigo del cielo más terrible que el originado por la sangre del inocente Abel, y que alboreará un nuevo día de esperanza cuando estos varones perseguidos entonen un “réquiem” sobre la tumba de los que ganaron una batalla, pero perdieron la guerra. Dios no consiente nunca el mal sin sacar de él un bien (Fulton Sheen, La Virgen del Sol).

Como sabemos, el Papa Juan Pablo II siempre reconoció públicamente que la Virgen de Fátima lo había protegido cuando fue víctima del atentado el 13 de mayo hace 32 años. Ya una vez la Madre de Dios evitó el asesinato de un pontífice, el Papa Pío XII, por Bruno Cornacciola, revelándose Ella a este católico caído, en 1947 bajo el título de Virgen de la Revelación, y convirtiéndolo en un gran apóstol laico. Posteriormente a su conversión, durante una audiencia, él le entregó al gran Papa de Fátima el cuchillo con el que había pensado matarlo. Las experiencias de los Papas Pío XII y Juan Pablo II, pre anuncian el venidero triunfo mariano.

Así, nada más oportuno, que el Papa Francisco haya querido que su pontificado sea consagrado a la Señora de Fátima este 13 de mayo, y también la Jornada Mundial de la Juventud que se efectuará en el Brasil en julio próximo.

Fátima: una nueva aurora (Juan Pablo II) . Al fin triunfará mi Corazón Inmaculado.

9.05.13

Comunión eclesial o "totum revolutum"

La hora de los laicos (12)

El testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia universal, y con el obispo «principio y fundamento visible de unidad» en la Iglesia particular, y en la «mutua estima entre todas las formas de apostolado de la Iglesia» (C.L. 30), exige el tercer «criterio de eclesialidad», para el reconocimiento canónico de los movimientos y asociaciones apostólicas, con sus carismas, reglas y métodos.

Aunque ya traté el tema de la comunión eclesial en esta misma serie, es necesario puntualizar algunos aspectos más.

La comunión, de acuerdo a la Christifideles laici implica: la acogida de las enseñanzas doctrinales y orientaciones pastorales; el reconocimiento de la pluralidad de formas de asociaciones laicales en la Iglesia, y, la disponibilidad a cooperar.

Sin el ministerio de los pastores los carismas flotarían sin orden en la Iglesia. Pero sin los otros carismas, ¡el ministerio eclesiástico sería tan pobre y tan estéril! (Cardenal Suenens, en el Vaticano II).

A partir del Concilio Vaticano II, la noción de comunión es, muy significativa para la evangelización (DT, 50º Congreso Eucarístico Internacional). La realidad de la Iglesia-Comunión es entonces parte integrante, más aún, representa el contenido central del «misterio» o sea del designio divino de salvación de la humanidad (C.L., 19).

Común-unión de los cristianos entre sí que nace de la comunión con el Señor.

La Iglesia universal se presenta como un pueblo congregado en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y está en el enraizamiento de los bautizados en la obra trinitaria de unificación de la Iglesia: pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo. Está antes que todo la adhesión a la única fe en la proclamación de la palabra de Dios que representa la raíz de la comunión eclesial (San Cipriano, Dei Verbum).

La comunión entre muchos carismas, funciones, servicios, grupos y movimientos dentro de la Iglesia está asegurada por el santo misterio de la Eucaristía (Año de la Eucaristía. Sugerencias y propuestas, no 27), por lo que dicha comunión del cuerpo eucarístico de Cristo significa y produce, es decir edifica, la íntima comunión de todos los fieles en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia (cf. 1 Co 10, 16 s.) (C.L. 19). San Pablo enseña:

La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el Pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Porque uno solo es el Pan, aun siendo muchos, un solo Cuerpo somos, pues todos participamos de un mismo Pan (1 Cor 10, 16s).

La encíclica Ecclesia de Eucharistia, reafirma la enseñanza de san Pablo, que la Eucaristía no puede realizarse con asambleas eucarísticas divididas, y si éstas persisten, pierde eficacia, porque las divisiones están en contraste con el espíritu de comunión fraterna (1 Cor 11, 17-34).

Es que, en muchas Iglesias, la expresión eclesiología de comunión, ha pasado a ser un término engañoso, que para algunos significa un simple estar de acuerdo, o lo que es peor, el sacramento eucarístico queda como una fuerza contrarrestada por otra, por la idea de la comunión de los hombres entre ellos, erróneamente considerada como verdadera comunión en el Cristo-Espíritu-Social, que no edifica la comunidad de los hermanos, sino azuza el mitin de los camaradas.

«¿Todos los caminos llevan a Roma?»

«Ande cada uno según el Señor le dio y según le llamó» (1Cor 7, 17). La fe es una singladura, ni duda cabe, y todo camino es una andadura con tramos, etapas, pasos, que llevan a una meta. Camino es aquel recorrido que lleva a un destino. La andadura sin término, no es camino, es un laberinto que no conduce a ninguna parte.

Recorrer un camino cierto, con etapas y punto de llegada es lo que llamamos «itinerario». No todos los caminos de la fe son entonces itinerarios, ya que algunos no conducen a nada. En este orden, los criterios de eclesialidad vienen a ser por lo tanto preciosos indicadores del camino para las asociaciones y movimientos.

Actuó con mucha sabiduría el fundador de la Legión de María, el seglar Frank Duff, Auditor seglar del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II, cuando, durante el cual, muchos obispos destacados, querían mencionar en uno de los decretos expresamente a la Legión de María.

Esto se sopesó –dijo Duff- pero luego fue descartado por razones de peso: en primer lugar, porque provocaría celos contra la Legión que no la beneficiarían, en segundo lugar, suponiendo que por designios de la Divina Providencia, la Legión desapareciera, y la Providencia suscita la creación de otra cosa mejor que la Legión, bueno, pues esa asociación no aparecería en ningún Decreto y la asociación desaparecida sí (Frank Duff, al servicio de María por la evangelización del mundo, Germán Mazuelo-Leytón).

Se da sin embargo, que

con mucha frecuencia, cada uno estima que su propio camino es el más adecuado y mira con recelo, cuando no con alguna hostilidad, el camino de los otros.

Esto lo podemos comprobar, de parte de laicos, como de religiosos, sacerdotes y obispos, en su trato con las asociaciones de fieles laicos:

el sobre-aprecio que cada uno suele tener por su grupo, su asociación, su camino, su propia fórmula de vida, y el menos-precio por el que ve, normalmente con no poca incomprensión, otras obras y otras síntesis de espiritualidad, aunque estén aprobadas, bendecidas y recomendadas por la Iglesia (Evangelio y utopía, José María Iraburu).

Por eso lo remarca la Christifideles laici: reconocimiento de la legítima pluralidad de las diversas formas asociadas de los fieles laicos en la Iglesia, y, al mismo tiempo, disponibilidad a la recíproca colaboración.

6.05.13

Marianos y eucarísticos

En el momento actual, cargado de materialismo, María Santísima es un refugio vivo. Es una madre de preocupaciones actuales, de defensas del momento, de recurso en los problemas de la hora presente.

Satanás quiere erigir su dominio en el mundo. Este mundo que quiere vivir sin Dios, marcado por la violencia, el terrorismo, las guerras, la corrupción, el desenfreno sexual, la idolatría, y particularmente el maligno ataque a la institución de la familia según el Plan de Dios.

Dos acontecimientos de alcance mundial y duradero se patentizaron en 1917: las cinco apariciones de la Santísima Virgen en Fátima los días 13 (a partir de mayo) a los tres pastorcillos Lucia, Jacinta y Francisco.

De acuerdo al testimonio de los niños, la Virgen María les había revelado:

Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado. Si se escuchan mis peticiones Rusia se convertirá y habrá paz. De lo contrario, Rusia propagará sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia; muchos justos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho y muchas naciones serán suprimidas.

Rusia (la Unión Soviética) apareció a partir de 1917, como la realización palpable de las fuerzas del mal: persecución sangrienta a los cristianos, cierre de seminarios, imposibilidad de ejercer culto alguno externo, destrucción de los libros religiosos y prohibición de recibir nuevos, selección por el gobierno de los pocos seminaristas que pudieran estudiar en los cuatro seminarios permitidos, propagante atea destructiva de toda religión, eliminación de gran parte de los obispos y sacerdotes o su relegación a los temibles campos de concentración.

Es importante y poco conocida, la extensa carta que Sor Lucía dirigió al Postulador de la Causa de Beatificación de sus dos primos. En ella procura recordar todo lo más importante que la Santísima Virgen les clarificó y el efecto que produjeron las sensacionales revelaciones de María en los tres pastorcitos.

Algunos puntos del contenido a la carta al Postulador son:

1) La Virgen está descontenta porque muchos no han tomado en serio sus advertencias de 1917;

2) Los que se llaman buenos, van por su propio camino sin preocuparse de su Madre;

3) algunos religiosos y sacerdotes olvidadizos de su vocación, arrastran a muchas almas a la condenación;

4) no debemos aguardar revelación alguna ni invitación: cada uno de su propia iniciativa, debe buscar seriamente su salvación;

5) el demonio trabaja seriamente contra las almas consagradas a Dios: sabe que con ellas conseguiría la pérdida de muchas;

6) a Jacinta y a Francisco les impresionaron profundamente dos realidades: la aflicción de María Santísima y la estrepitosa visión del infierno;

7) la mayor parte de la humanidad sigue su camino perverso en actitud obstinada e indiferente;

8) la oración y la penitencia se imponen en están época de corrupción universal;

9) remedio para evitar la catástrofe: el santo rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María.

San Luis María de Montfort, que sufrió tantas tribulaciones difundiendo la Verdadera Devoción a María, nos enseña que para que venga el Reino de Jesús, tiene que venir el Reino de María. Cuando su Corazón Inmaculado derrote las fuerzas del infierno, el Reino Eucarístico de su Hijo Divino se extenderá sobre toda la tierra.

La consagración es una promesa de amor y un don de uno mismo que entrega al Inmaculado Corazón de María, todo lo que somos y todo lo que hacemos, sin ninguna limitación, tal que ella pueda llevarnos perfectamente al Sagrado Corazón de Jesús. Consagrémonos una y otra vez al Inmaculado Corazón de María, ella conduce a sus hijos hacia la victoria. Satanás persigue su talón, así debemos considerarnos el talón de la Virgen, pisoteados y perseguidos, despreciados y dejados de lado. Esto lo debemos aceptar con humildad para poder alcanzar la santidad.

El primer fruto de la consagración al Inmaculado Corazón de María es siempre un fruto eucarístico. La consagración mariana nos lleva a vivir una espiritualidad eucarística, porque la veneración a la Madre de Dios y la adoración eucarística de Jesucristo en el Tabernáculo van juntas como las dos caras de una misma medalla. Mientras más se adora a Jesús, más intensamente se venera a Su Madre, y mientras más se venera a María más profundamente se adora al Salvador eucarístico. Su Corazón triunfante nos llevará al Corazón Eucarístico de Jesús Triunfante.

No serán sin duda las discusiones, ni los planes y proyectos pastorales los que renovarán la Iglesia. El Rey Eucarístico le dará a su Iglesia la fuerza para su renovación, de ahí que, lo central de todos los trabajos y planes pastorales debe ser la oración y nuestro amor a la Eucaristía a través de más horas de adoración al Santísimo.

2.05.13

El secreto de Copacabana

Desconstrucción mariana (4)

Antes que los hispanos pisaran tierra americana, fue Copacabana, a orillas del lago Titicaca junto a su vecina Isla del Sol, un centro espiritual morada de dioses. Los incas lo habían convertido en su lago sagrado ante el cual los nativos sentían un temor reverencial, todo el borde del lago rezuma incienso y plegaria, con los gritos de angustia de numerosos sacrificios humanos. Así lo patentiza Jean Dumont:

la idolatría era criminal, en sí misma, destructora de la supervivencia de la “nación india”, por los sacrificios humanos, las constantes y mortales borracheras colectivas, la droga, la reducción de las cabezas de los recién nacidos, etc. (La Hora de Dios en el Nuevo Mundo)

Los incas asumieron el culto de las deidades aymaras, a la vez que, dándoles su propia interpretación la impusieron como religión de Estado, así y todo, antes de la venida de los españoles

muchos monumentos del antiguo Perú, hallábanse ya en la ruina… el mismo templo de Pachacamac mostraba señales de deterioro, es que a esas alturas las religiones indias estaban ya muertas en lo que hubieran podido tener de elevado testimonio religioso

y habían quedado reducidas a supersticiones de bajo nivel.

Los misioneros agustinos que ingresaron al pueblo el 16 de enero de 1589, organizaron allí una doctrina, convirtiendo con su apostolado evangelizador a muchos indígenas a la verdadera Fe. Se había puesto de manifiesto por el entusiasmo de los indios por el cristianismo, que estalló de golpe en la Hora de Dios” de la primera evangelización. Entre los nuevos conversos, Tito Yupanqui, que de acuerdo a la cronología que recoge Marcelo Arduz Ruiz en su escrito Tito Yupanqui el san Francisco de los Andes, en 1535 según el historiador Julio Díaz A., nace Tito Yupanqui, el menor de los hijos de Paullo Topa, éste a su vez, era hijo del Inca Guaynacápac. Al morir en 1549 Paullo Topa en el Cuzco entregó la mascapaicha imperial a su hijo Francisco Tito Yupanqui, con el encargo especial de culminar la causa evangelizadora de los nativos.

Francisco Tito Yupanqui llevaba grabada en su corazón la devoción a María… y deseaba que en la iglesia de su pueblo, presidiera el altar, la imagen de nuestra Señora, y se pudiese fundar la anhelada Cofradía de la Candelaria, con la finalidad de que acabasen las disputas entre las dos fracciones del lugar.

El historiador P. Antonio de la Calancha dice que sus primeros ensayos fueron para los cuerdos materia de irrisión y para los indevotos materia de burla. El indio sufría los baldones y lloraba por no saber pintar.

Quiso esculpir una imagen de la Señora, pero desgraciadamente carecía de cualidades para la pintura o la escultura. Hacia 1570, elabora una imagen de la Virgen en arcilla, que a poco tiempo es retirada por orden del rector del templo donde había sido colocada ésta, por considerarla tosca, fea y desproporcionada, pero Francisco no se acobardó y se decidió viajar a Potosí con su hermano como ayudante para al arrimo de algún maestro imaginero aprender el arte de la escultura, así, Diego Ortíz un artista español, en la calle Almagro nº. 710 de la ciudad de Potosí, le enseñó a tallar la madera. Tras varios intentos, esculpió la anhelada imagen de la Señora, que luego doró en la ciudad de La Paz con ayuda de otro maestro español.

Tito Yupanqui, se hizo escultor gracias a la fe. A pesar de las contradicciones y dificultades, la imagen fue bendecida, y trasladada luego a Copacabana. El 2 de febrero de 1583, Tito Yupanqui, el inca apóstol, ingresó triunfante a su pueblo natal, siendo entronizada la imagen que él tallara en el altar del templo, imitándole, a finales de este mismo año, el indígena peruano Sebastián Quimicho que traslada en hombros una réplica hasta Cocharcas, en Perú, obra de Yupanqui también. La entrada de la sagrada imagen fue decisiva para el afianzamiento de la fe cristiana en Copacabana, la Señora consiguió atraer el cariño de los aymaras.

Testifica Calancha:

Era allí la sentina de los idólatras y el Atenas de los hechiceros, y así en pocos, fructificó la fe, hasta que entró allí la Reina de las piedades, la tesorera de los milagros, el consuelo de los tristes y la que es premio de los servidores mayores.

Como escribió el P. Pedro de Anasagasti, OFM: tuvo acierto pleno la Madre celestial al elegir el escenario de su reinado a orillas del lago sagrado, en cuyos ribetes se desarrolló la civilización de los aymaras, de los collas y de los incas. Copacabana es el privilegiado lugar que escogió la Virgen para asentar su soberanía maternal, y nuestra Señora de Copacabana, es el ícono de la primera evangelización de esta parte de América, cuya sagrada basílica que muchos quisieran ver -en el proceso de artificial resurrección de las espiritualidades y cosmovisiones ancestrales y de desconstrucción de la devoción mariana- reconvertida (de acuerdo a versiones que circulan), en un supuesto antiguo templo de culto a la Pachamama junto a los templos católicos de la parroquia de Tiwanaku, la basílica San Francisco en La Paz y el santuario de nuestra Señora del Socavón en Oruro.