Un experto en Chesterton nos resume lo esencial de su obra
CHESTERTON EN BREVE
Entrevista de Javier Navascués a Emilio Domínguez Díaz.
Doctor Europeus en Humanidades y Licenciado en Filología Inglesa.
Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y del Colegio Tajamar
¿Quién fue Chesterton? Brevísima biografía.
Chesterton fue un gran escritor inglés que, además de novelas, escribió historias cortas, ensayos e, incluso, poesía. En las primeras décadas del siglo XX, desde 1900 cuando contaba con 26 años, llegó a publicar un centenar de libros hasta su fallecimiento el 14 de junio de 1936.
Su vida estuvo íntimamente ligada a la ciudad de Londres, donde creció dentro de una familia de clase media y, posteriormente, cursó sus estudios en prestigiosos centros académicos como el University College o el Slade School of Arts. Su entrada, de hecho, en este último supuso el inicio de una crisis personal en 1895 con episodios depresivos y fascinación por lo relacionado con el demonio. Tal vez, esas dudas fueron culpables del abandono de los estudios en esa etapa universitaria y, a su vez, el deseo de ponerse a trabajar y dar rienda suelta a su imaginación y talento literario en Redway, una editorial londinense.
Años después, Frances Blogg, con la que contraería matrimonio en 1901, y su madurez espiritual, tras un lento y sopesado proceso de conversión, se convertirían en los pilares de un nuevo Chesterton, sólido y afianzado en valores que, hasta los 25 años, no había puesto a prueba.
Justo a principios de siglo, Chesterton comienza a producir poesía y, poco después, novelas como The Napoleon of Notting Hill o The Man Who Was Thursday en las que, respectivamente, retrata la ciudad de Londres a través de una fantasía política y la decadencia generalizada de finales del siglo XIX.
Tras varios años de matrimonio con Frances, la pareja se trasladó a Beaconsfield y, desde allí, produciría la mayor parte de su obra entre la que no faltó su labor periodística tras la Primera Guerra Mundial y, después de su conversión al catolicismo en 1922, una serie de trabajos como el famoso “Ortodoxia” o los dedicados a San Francisco de Asís y Tomas de Aquino.
Toda esta labor literaria le trasladaría al mapa literario del primer tercio del siglo XX y, además, al justo reconocimiento por parte de prestigiosas universidades como las de Dublín, Edimburgo o Notre Dame.