Miguel Ángel Velasco habla de su libro El manuscrito de Éfeso y de la figura entrañable de San José
Miguel Ángel Velasco Puente, nacido en Poza de la Sal (Burgos), es un periodista católico. Especializado en información religiosa, de 1972 a 1981 fue corresponsal en Roma y en el Vaticano del diario Ya y de la cadena EDICA. Ha seguido a Juan Pablo II en Roma y por todas las esquinas del mundo, desde antes ya del inicio de su pontificado. Autor de los libros Unamuno, Los derechos de la verdad y Guía del Vaticano, ha sido redactor jefe de la obra Del temor a la esperanza. En su dilatada trayectoria profesional ha conseguido los siguientes premios: Luca de Tena, Manos Unidas, Salamanca, Ramón Cunill, Bravo de información religiosa y Eduardo Dato. Ha sido subdirector de opinión de La Información de Madrid y subdirector de Mundo Cristiano. Fue director del prestigioso semanario Alfa y Omega. Igualmente en la colección Planeta/Testimonio ha publicado recientemente el libro Juan Pablo II, ese desconocido.
Un libro muy adecuado, siendo el año de San José, ¿No cree?
Este libro surgió, en realidad, tras la presentación de mi libro anterior “El manuscrito de Antioquía”, cuando los presentadores, Alex Rosal y José Francisco Serrano, echaron de menos, en aquel relato novelado del evangelio de san Lucas, algo más sobre la figura de san José. Para mi fue suficiente acicate y supuso un reto no sólo periodístico: ¿por qué tanto silencio de siglos sobre una figura tan esencial en la vida de Cristo como san José? Y me puse manos a la obra bastante antes de que el Papa Francisco promulgara, en uno de los mayores aciertos de su pontificado, el Año de san José en la Iglesia universal.
Luego, cuando saltó la noticia, no pude menos de reconocer que el reto había sido providencial y que pocas cosas más oportunas en este momento histórico de la Iglesia, de la que san José es Patrono, que un libro intentando captar su identidad, sus perfiles humanos, su vida junto a Jesús y su Madre. Así que, efectivamente, me parece un libro muy, muy oportuno para una sociedad que mayoritariamente se sigue diciendo católica y que, de san José, lo único que parece interesarle es si los próximos días habrá o no “puente de san José”, o si, más adelante, habrá vacaciones de Semana Santa, y si se podrá salir o no. Vivimos y padecemos un alucinante déficit de sentido común. El mismo día que mueren por el virus maligno trescientos seres humanos más, lo que llena las cadenas de tv y las portadas de los periódicos es un zascandil, un despreciable cantamañanas antiespañol que sigue cobrando en Waterloo, aunque le retiren la inmunidad parlamentaria…
¿Por qué ha decidido hacerlo a través de una especie de novela?
Obviamente no es una novela propiamente dicha. El formato novelado no es otra cosa que una excusa, un recurso literario, un marco de actualidad para dar cabida a lo esencial: la larga conversación del apóstol Juan, en Éfeso, con la Madre del Señor, quien se la confió en el Gólgota, y los recuerdos vitales de Ella sobre su esposo José, el carpintero de Nazaret. El formato, la forma, nunca es indiferente en un libro. Se trata de buscar la manera de que su contenido, su mensaje, llegue más y mejor a los lectores.