2.08.22

Una familia recorre el perímetro de España rezando el Santo Rosario sin interrupción

Una familia española, que quiere permanecer en el anonimato, me ha hecho llegar una iniciativa que me parece muy edificante y que comparto con ustedes: recorrer el perímetro de España rezando el Santo Rosario sin interrupción para pedir por España y prevesarla contra las muchas amenazas que se ciernen sobre ella.

Dejemos que ellos mismos nos cuenten con más detalle la razón de ser de esta inspiración.

“La iniciativa surgió de la necesidad de hacer algo para defender nuestra querida España de los proyectos del mal contra ella. Las palabras de Nuestra querida Madre del Cielo, la Virgen María, en Lourdes, Fátima y Garabandal pidiéndonos que recemos el Rosario y que hagamos penitencia inspiraron este proyecto un día durante la oración en familia.

De ese rato de oración nació la idea de recorrer el perímetro de España en coche rezando el Rosario sin parar, enlazando un Rosario con otro, mientras el coche rodara y además, rezar rosarios especiales en los puntos geográficos extremos de nuestra península y en los puntos más próximos a las Islas Canarias, Islas Baleares y América, teniendo en cuenta cualquier parte del mundo donde España llevó el Evangelio de Cristo. El punto de salida y el punto final de llegada sería la Catedral de Barcelona, en concreto, la Capilla del Cristo de Lepanto, que protagonizó la victoria gracias a la cual hemos nacido en familias católicas. Los puntos de descanso para cobrar ánimo vendrán, como tantas veces en la vida, de la mano de María en Lourdes, Garabandal, Santiago de Compostela, donde llegó el Apóstol Patrono de España después de recibir el aliento de María en Zaragoza y, por supuesto, en Fátima. Este es exactamente el proyecto que pusimos en marcha a principios de julio y que, gracias a Dios, pudimos culminar el día 18 en la Catedral de nuestra ciudad”

1.08.22

Ángeles de chaleco azul. Homenaje a los voluntarios de la peregrinación a Covadonga

Comparto por su interés un interesante testimonio de una voluntaria anónima

Llegaba el 25 de julio, un año después de aquellos días del 2021 durante los que participé en la I peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad. Mi corazón impaciente anhelaba reencontrarse con los hermanos en la fe y especialmente con nuestra querida Santina. Pero unas semanas antes, pasó una de las peores cosas que le puede pasar a un peregrino, mi rodilla comenzó a fallar. Dios no podía permitir aquello… me dio un bajón total y escribí al jefe de mi capítulo: “Tomás, no puedo ir, no puedo andar casi”. Él me respondió: “te necesitamos para el transporte, no puedes fallarnos, llevamos un mes sin parar de cambiar planes para poder llegar”.

Sin pensarlo mucho escribí a uno de los organizadores que conocía de Valencia diciéndole que no podría andar mucho, que me empleara en lo que necesitasen. No pasaron ni dos horas y tenía una respuesta de ella, de Diana, la cabecilla del equipo, ya tenía una tarea para mí. Así que partí hacia Oviedo, triste por no poder andar e intrigada por lo que me tocaría hacer. Tres días después, el 23 de julio, sin comerlo ni beberlo me encontré entre Oviedo y el Remediu enfundada en un chaleco azul. No se si Diana se equivocó de color, después de lo vivido estos días me considero totalmente indigna de haberlo portado, pero debo agradecer a esa sencilla prenda el lugar privilegiado que me otorgó para ver a ese fantástico equipo revolotear, organizar, ordenar, sufrir y disfrutar… todo ello sin parar de sonreír. Me refiero al equipo organizador. Yo los llamo ángeles de chaleco azul.

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31.07.22

Erika Prieto: “Covadonga fue un soplo de aire fresco y hálito de fe, el amor de Dios, ver que no estoy sola”

Erika Prieto es una joven estudiante de Ingeniería Industrial que ha venido por primera vez a la peregrinación a Covadonga. Comparte con nosotros la experiencia.

¿Qué ha supuesto para usted poder peregrinar a Covadonga por primera vez?

Como para cualquier joven fiel a la liturgia romana tradicional, poder entregar estos días de penitencia a la Santísima Virgen acompañados de la Santa Misa Tradicional ha sido una verdadera bendición.

Recuerdo cuando el año pasado me comentaron superficialmente la existencia de este nuevo proyecto. pues lamentablemente no pude acudir, pero a la llegada de aquellos conocidos que tuvieron el honor de asistir, tras ver su testimonio y las imágenes que captaron, daba por seguro que este año tenía que ir. Fue tan esperanzador ver a aquellas 1000 personas, tanto familias, jóvenes como no tan jóvenes, ofreciendo cada paso con tanta devoción. Puede imaginarse, por tanto, la grandísima e indescriptible satisfacción que supuso para mí ser partícipe de estas jornadas.

En el segundo año se ha visto que la participación va en aumento y que esto es imparable…

¡Y tanto!, y espero que Dios mediante cada año se duplique la participación de esta. Estoy segura de que esto solo es el inicio, tan solo hay que ver el revuelo que está habiendo en redes sociales. Tenemos que seguir apostando por la tradición y solo así seremos capaces de atraer a la máxima gente posible.

En cualquier caso es bueno perseverar para que siga creciendo si es voluntad de Dios.

No hay ninguna duda de que esto solo va a ir a más. Esto lo podemos apreciar en nuestro propio entorno, yo misma lo he vivido. Actualmente, en las parroquias la edad media de los fieles es obvio que va en aumento, en cambio en aquí cada vez hay más jóvenes que llegan y valoran la belleza de la liturgia tradicional. Nuestro deber es extenderla y darla a conocer, el resto ya viene por sentado.

¿Cómo ha sido el amor a Dios que ha percibido?

¡Maravilloso!, y muy alentador. no solo por parte de los laicos sino también por parte de los sacerdotes. Más de 40 sacerdotes caminaron hasta desgastarse, siempre con una sonrisa en la cara, para llegar al campamento y ponerse a confesar horas y horas.

Verdaderamente, estos días han sido un soplo de aire fresco y un hálito de fe, días en los que realmente he podido ver y sentir el amor de Dios. Ver que no estás solo, sino que realmente hay muchas personas en el mismo camino que tú.

¿Y el momento qué más le ha llegado al corazón?

Me resulta muy difícil escoger un solo momento, pero yo me quedaría con la Santa Misa solemne en la basílica. Personalmente, estoy acostumbrada a escuchar la Santa Misa Tradicional en capillas muy humildes y ver su majestuosidad en una basílica de esta magnitud ha sido indescriptible.

Pese a que todos estábamos exhaustos después de la larga peregrinación, la basílica estaba a rebosar. se podía apreciar gente de pie sin ningún tipo de visión intentando seguir la Santa Misa como buenamente podían, sacerdotes confesando pese a las dificultades de acceso al confesionario y colas muy largas para poder comulgar de rodillas y en la boca.

También cabe destacar la belleza del momento de la consagración al sonido de la marcha real.

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30.07.22

6 sacerdotes reflexionan sobre la bendición que supuso la peregrinación a Covadonga

Seguimos ofreciendo testimonios de la peregrinación a Covadonga, que esperamos sean de su agrado y les edifiquen. En esta ocasión continuamos con más sacerdotes, aunque irán saliendo a la luz también los de varios seglares, voluntarios…

P. Pablo Pich-Aguilera

Después de una exitosa primera edición, no podía faltar a la segunda de esta maravillosa iniciativa de peregrinar a la Santina de Covadonga. Unidos en María, Madre de la Iglesia, hemos marchado durante 90 kilómetros para pedir por la Iglesia y por España.

Fue una alegría saludar a tantos que repitieron y ver rostros nuevos. Muchos de ellos jamás habían ido a Misa Tradicional, otros solamente habían oído hablar de ella. De nuevo, como en la primera edición, se respiró un aire de amor a la Iglesia y a la Santa Misa, alejados de toda polémica.

El camino se hizo, este año, más arduo que el anterior, ya que tuvimos que andar dos días bajo un sol abrasador. El sufrimiento de muchos se palpaba en rostros y en maneras de andar, pero la alegría de sus rostros hacían notar ese espíritu penitencial.

Para mí ha sido profundamente edificante en varias historias de personas con las que he coincidido y a las que el Señor ha tocado el corazón. Uno, incluso sin bautizar, quedó profundamente tocado por lo que hemos vivido estos días.

Doy profundas gracias a Dios y a la Santísima Virgen de Covadonga por este grandísimo regalo. Esperamos ya con ansia la tercera edición. ¡Laudate, laudate, laudate Maria!

Mn Emmanuel Pujol

Grande, sublime y católico. Muy católico… Genuinamente católico. Descaradamente católico. Un faro de esperanza y un movimiento que todavía ha de dar muchos más frutos. El acontecimiento más esperado del año para todos los que amamos la Santa Misa tradicional y el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.

No ha decepcionado. De nuevo, otra vez, un reclamo unánime, inspirado en los ánimos juveniles de estos mil peregrinos que simplemente anhelan lo sagrado y que vibran con los Ideales que llevaron a nuestros mayores a legarnos la fe en un cuerpo social. Eso es lo que significa para todos Covadonga: es la Cristiandad, defendida bajo el amparo maternal de María, Auxilio de los cristianos, por una pequeña pero irreductible resistencia, al grito de «¡Santiago y cierra, España!». Y de nuevo defendida en tantas batallas en nuestros reinos y ante tantos enemigos externos e internos con idéntico espíritu católico.

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29.07.22

Mons. González Chaves: "Era consciente de que la Misa en Covadonga suponía un momento histórico"

Mons. Alberto José González Chaves.

Galardón Alter Christus Atención al Clero y a la Vida Consagrada

Nació en Badajoz en 1970 y fue ordenado sacerdote en Toledo en 1995. Su primer destino pastoral fueron las parroquias de Peñalsordo y Capilla, en la provincia de Badajoz, pero pertenecientes a la archidiócesis de Toledo. De 2006 a 2014 trabajó en la Congregación para los Obispos, en la Santa Sede. En 2008 se doctoró en Teología Espiritual en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, con una tesis sobre “Santa Maravillas de Jesús, naturalidad en lo sobrenatural". En 2009 obtuvo o un Master en Bioetica, en el mismo Ateneo. En 2011 Benedicto XVI le nombró Capellán de Su Santidad. De 2015 a 2021 ha sido Delegado Episcopal para la Vida consagrada en Córdoba, con facultad de Vicario para las claustrales. Ha dirigido numerosos Ejercicios Espirituales y dictado conferencias y cursillos en España e Hispanoamerica. Es autor de artículos y libros de espiritualidad y liturgia, y hagiografías sobre Santa Teresa de Jesús, Rafael Merry del Val, San José Maria Rubio, el Beato Marcelo Spínola, Santa Maravillas de Jesús, Santa Maria Micaela del Santísimo Sacramento, Santa Génova Torres, San Juan Pablo II, el Beato Tiburcio Arnaiz… Una de sus últimas obras es la biografía del más reciente Doctor de la Iglesia y Patrono del clero secular español, San Juan de Ávila. Ahora está trabajando en una extensa biografía de uno de los hombres de la Iglesia de España más importantes del siglo XX, el Cardenal Primado, Marcelo González Martín, que le ordenó sacerdote.

¿Qué ha supuesto para usted poder peregrinar a Covadonga con Nuestra Señora de la Cristiandad?

Como otros momentos especiales de mi vida sacerdotal, ha sido un Pentecostés, una efusión del Espíritu Santo con sus diversos carismas y dones, como diversas eran las procedencias y características de los 1000 peregrinos. Se palpaba la alegría, la naturalidad, el espíritu de sacrificio, la servicialidad abnegada y pronta, el cor unum et anima una de los primeros cristianos, en tantos hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes. Para mí, ello ha supuesto un ejemplo muy edificante y un estímulo para dar gracias al Buen Dios, que con su gracia actúa y mueve los corazones. Ha sido una hermosa experiencia de Iglesia Católica, de universalidad, de unidad en la pluriforme manifestación de la riqueza de España en la diversidad de sus regiones y de otros pueblos hermanos de Hispanoamérica, amén de la presencia, siempre tan grata y aleccionadora, de nuestros queridos portugueses.

Incluso ha podido predicar un día y otro día presidir la última Misa en la Basílica.

A través del capellán general de la peregrinación, D. Ínigo Serrano, a quien agradezco mucho su discreta y eficaz labor, los organizadores tuvieron a bien invitarme a predicar en la Misa del segundo día, domingo séptimo después de Pentecostés, y a celebrar la Santa Misa del último día en la Basílica de Covadonga. Para mí, el último sacerdote de la cuarentena que había en la peregrinación, fue un honor y una responsabilidad, y como una caricia de la amorosa Providencia. En el caso de la prédica, fue una ocasión muy idónea de evangelizar al grupo íntegro de los peregrinos, que, sentados en el santo suelo de la verde explanada de El Remedio, ante la carpa donde se celebró la Misa de campaña, bajo los primeros rayos del sol escucharon  sin moverse, ni aun pestañear, una homilía ¡que duró media hora! En ocasiones así pienso que, según los maestros espirituales, el gusto por la predicación sagrada y la receptividad ante ella, es un signo de predestinación.

La celebración de la Santa Misa solemnísima en la Basílica de Covadonga hizo que me sintiese abrumado ante la belleza, la sacralidad, el recogimiento, el espíritu de oración y la emoción evidente de los 1000 peregrinos que acababan de llegar minutos antes, cantando y enarbolando sus estandartes y banderas, tras haber superado las últimas cimas de aquellos montes astures para encontrarse con la Santina. Atravesar procesionalmente, con todos los demás clérigos, la nave central de la Basílica, como abriéndonos paso entre un mar humano que cantaba enfervorecido tras caminar sonriendo 100 km en tres días, era una experiencia sobrecogedora, de impresionante nobleza humana y rotunda elegancia espiritual.

¿Cómo le estimula en su vida sacerdotal ver a una feligresía tan devota y que vive la fe con valentía?

No sólo me estimula: me compromete y me exige. Me hace plantearme que si no veo con más frecuencia grupos de fieles así, que purifican sus almas en el sacramento de la penitencia, como hicieron casi todos los peregrinos, y comulgan de rodillas y en la boca, expresando una veneración visible y humilde a Jesús Sacramentado, es porque ni rezo bastante, ni hago suficiente penitencia, ni poseo el celo de almas y la creatividad apostólica que Dios tiene  tanto derecho a esperar de mí. En una palabra: que no hay más seglares santos porque yo, sacerdote, no soy santo.

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