El patriarca de la saga Domecq, estirpe bodeguera y taurina, junto con su esposa, camino de los altares
En el corazón de Jerez de la Frontera, a caballo entre el siglo XIX y el XX, vivieron Pedro Domecq Loustau y su esposa Carmen Núñez de Villavicencio y Olaguer Feliú, un matrimonio cuya vida fue un auténtico evangelio hecho obra. Aunque pertenecían a familias de renombre y gozaban de una posición acomodada, nunca se encerraron en su mundo. Por el contrario, hicieron de su hogar un centro de acogida y de sus vidas un servicio continuo a Dios y a los demás.
Su caridad no se limitaba a financiar colegios, asilos o parroquias —que lo hicieron, y de forma abundante—, sino que implicaba su presencia personal. Carmen era conocida por pasar horas junto a la cama de algún enfermo terminal, sosteniendo su mano y rezando con él en los últimos momentos. Pedro, por su parte, no dudaba en acostar él mismo a los ancianos del Asilo de las Hermanitas de los Pobres, asegurándose de que tuvieran lo necesario para descansar. Ambos visitaban a pobres y enfermos en sus casas, llevando no solo ayuda material, sino consuelo, compañía y esperanza.
En 2023, al cumplirse el centenario de la muerte de Carmen, más de mil miembros de la familia Domecq se reunieron en Jerez para una misa “in memoriam” presidida por el obispo de Asidonia-Jerez, D. José Rico Pavés. Fue un momento para recordar que la fama de santidad que rodeaba a Carmen también corresponde a Pedro, y que juntos ofrecen a la Iglesia un modelo luminoso de santidad matrimonial. Fruto de una investigación familiar y del contacto con diversos miembros de la familia Domecq, se pudo impulsar todo lo necesario para iniciar el proceso de beatificación como matrimonio, con el deseo de que su ejemplo inspire a las familias de todo el mundo.
Entrevistamos a José María Pavón Maraver, diácono de la diócesis de Asidonia-Jerez, vinculado familiarmente por la rama Núñez de Villavicencio.
¿Qué parentesco tiene usted con Pedro y Carmen?
Mi vínculo viene por la rama Núñez de Villavicencio. Desde pequeño escuché en casa hablar de Carmen como una mujer de gran fe y caridad, con fama de santidad. Esa memoria viva me despertó el interés por investigar su vida, y en ese camino descubrimos no solo su figura, sino también la de su esposo, Pedro Domecq Loustau, igualmente digno de admiración.
¿Por qué decidió llevar a cabo la causa de beatificación?
En un principio, la figura de Carmen era la más recordada por su intensa labor caritativa. Sin embargo, al profundizar en cartas, crónicas y libros —como “Una dama según el Corazón de Dios” y otros escritos menos conocidos— encontramos que Pedro no fue solo un apoyo, sino un verdadero compañero en la santidad.
A raíz de esta investigación y del contacto con algunos miembros de la familia Domecq, se pudo movilizar todo para iniciar el proceso. Sus obras, su fe y su generosidad los convierten en un ejemplo conjunto, y por eso hemos propuesto el matrimonio como modelo para la Iglesia.
¿Qué virtudes destacaría en este santo matrimonio?
Su unión indisoluble entre fe y obras. La caridad heroica, la humildad, la hospitalidad y la capacidad de ver a Cristo en los más pobres. Pedro y Carmen no actuaban por filantropía, sino por amor a Dios. Vivieron el matrimonio como un proyecto común de servicio, sosteniéndose mutuamente incluso en las pérdidas más dolorosas.
¿Cómo pudieron llevar una vida tan fecunda fundando y promoviendo innumerables obras de caridad?
Porque entendían que todo lo que tenían era un don de Dios y que su deber era administrarlo en favor de los demás. Eran metódicos, constantes y siempre ponían sus proyectos en manos del Señor. No trabajaban solos: contaban con la ayuda de comunidades religiosas, sacerdotes y laicos comprometidos. Y no solo se dedicaban a dirigir o financiar, sino que iban en persona a visitar a los pobres y enfermos, acompañaban a moribundos, y atendían con sus propias manos a los ancianos en el asilo.
De todas las obras, ¿cuáles destacaría?
El Asilo de las Hermanitas de los Pobres, las Escuelas de San José y del Sagrado Corazón de Jesús, el apoyo a congregaciones como las Carmelitas Vedrunas, al Instituto de María Reparadora o los Hermanos de La Salle, y la construcción del monumento al Sagrado Corazón de Jesús en Jerez y muchas imágenes donadas por toda la geografía española. Cada obra era una prolongación de su amor por Cristo y por su ciudad.
¿Cómo era su vida de oración?
Profunda y constante. Carmen comenzaba y terminaba el día con el Señor, asistía a Misa diaria a las 6.00 de la mañana en la Iglesia de los Carmelitas, rezaba el Rosario y adoraba al Santísimo. Pedro también era hombre de fe sincera, y juntos educaron a sus hijos en esa vida espiritual. La oración era la raíz que alimentaba todo su compromiso social.
¿Por qué el mundo necesita estos modelos de virtud?
Porque muestran que la santidad es posible en el matrimonio, en la vida familiar y en medio de las responsabilidades sociales. En un tiempo como el nuestro, donde se valora tanto el éxito personal, ellos nos recuerdan que el verdadero éxito está en darse a los demás y vivir para Dios.
¿Hasta qué punto estas vidas son imitables hoy en día?
No todos tenemos los mismos recursos, pero sí podemos tener el mismo corazón. Su ejemplo nos anima a abrir nuestra casa, compartir lo que tenemos, implicarnos en la educación y la ayuda social, y sobre todo, vivir la fe en lo cotidiano.
¿Cómo ha influido su ejemplo de vida en su familia?
Su huella sigue viva. En 2023, coincidiendo con el centenario de la muerte de Carmen, celebramos una misa “in memoriam” presidida por el obispo, a la que asistimos más de mil miembros de la familia Domecq. Fue emocionante comprobar cómo su ejemplo ha inspirado a generaciones y cómo sigue siendo motivo de unidad familiar.
¿Influyeron en su vocación?
Sin duda. Su testimonio de fe y servicio me ha ayudado a entender mi propia vida como una llamada a entregarme por entero a Dios y a los demás. Ellos vivieron su matrimonio como un verdadero ministerio de caridad, y eso me ha inspirado en mi vocación de diácono, en la que actualmente sirvo, y en mi camino hacia el sacerdocio. Su ejemplo me recuerda que toda vocación, sea matrimonial o sacerdotal, florece cuando se vive desde el amor y la entrega total.
¿Cómo se puede ayudar al proceso de beatificación?
Rezando por la causa y difundiendo su historia. Invitamos a quienes reciban favores o gracias por su intercesión a que lo comuniquen, porque estos testimonios son esenciales. También se puede colaborar aportando documentos, fotografías o cualquier testimonio que permita mostrar a la Iglesia la grandeza de este matrimonio.
Por Javier Navascués
6 comentarios
Estos modelos necesitamos hoy .
Me alegra que sea una familia con abundancia economica esto debe destacarse por que muchos primeros cristianos de familias bien acomodadas pusieron sus bienes al servicio de la iglesia.
Se ve que estos esposos , compartieron de sus bienes para ayudar a la iglesia y los mas necesitados y sobre todo dieron de si mismos.
Hoy en dìa tambien tenemos testimonios de familias generosas que trabajan y hacen apostolados con sus bienes y su persona.
Dios tambien se vale de personas ricas y generosas para hacer el bien.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Carmen_N%C3%BA%C3%B1ez_de_Villavicencio_y_Olaguer_Feli%C3%BA
Dejar un comentario
