Conozca la vida de Emanuele Brunatto, el primer hijo espiritual del Padre Pío

Laureano Benítez Grande-Caballero, autor de varias obras sobre el Padre Pío, describe la conversión de Brunatto, primer discípulo espiritual varón del santo de Pietrelcina que llegó a ser su hombre de confianza y uno de sus principales defensores en las persecuciones que se desataron contra él.

Como sucede con todos los conversos, en Emanuele  Brunatto hay una vida antes  y después de la conversión, radicalmente distintas. ¿Cómo era su vida antes de experimentar la gracia de la conversión?

Antes de su conversión, fue el típico hombre de mundo, vividor y aventurero, involucrado plenamente en la trilogía del mal: mundo, demonio y carne. Mujeriego, rebelde, embaucador, llevó una vida desordenada y rebelde: fue comediante, buzo en América, sastre de señoras en Milán, jockey en Bolonia, comerciante en Palermo, empresario, arquitecto, economista… pero su principal ocupación era estar metido en turbios negocios y empresas que caían de lleno en el mundo de la delincuencia.

Una de sus ocupaciones fue la de representante de una famosa cantante de cabaret en Nápoles. Precisamente fue en esa ciudad italiana donde, el 20 de junio de 1919, mientras estaba sentado en un bar, leyó en el periódico «Il Mattino» noticias sobre un milagro realizado por un fraile estigmatizado. Inmediatamente, creyó en aquel prodigio, y comenzó a venerar al santo que lo protagonizó, aun sin conocerle.

Aquí se ve la mano de Dios, que conoce a los suyos: un gran pecador alejado de la Iglesia cree instantáneamente en un fraile estigmatizado al que no conocía, y cuando casi nadie tenía todavía noticias del santo. ¿Fue esta creencia fue la que llevó a Brunatto a san Giovanni Rotondo, para conocer al Padre Pío?

Así es. Llegó al convento en 1920, guiado por un impulso irresistible. Brunatto cuenta que el Padre Pío le miró con desdén, como si viera al mismo diablo. Entonces huyó como un loco de la sacristía, y comenzó a llorar, repitiendo constantemente: “¡Dios mío!, ¡Señor mío!»

Cuando volvió a la sacristía, el padre Pío le estaba esperando. Su rostro, de una belleza transcendental, irradiaba una alegría indescriptible. Sin palabras, le hizo señas de que se arrodillara. Los recuerdos del pasado le vinieron en tropel, y pensó que nunca terminaría de confesar tantos pecados.

Cuando llegó el momento de la absolución, el padre Pío debió comenzar varias veces, como si luchase con un adversario invisible, mientras de su boca salía un perfume de rosas y violetas que le inundaba el rostro. Al momento de dejar el convento, le pidió que bendijera el único objeto decente que encontró en sus bolsillos, un par de guantes blancos, último residuo de sus actuaciones teatrales. Tuvo un pequeño movimiento de sorpresa, pero le sonrió y los bendijo. Desde aquel día hasta que los perdió, estos guantes emanaron de vez en cuando el perfume que había sentido durante la confesión. El Padre Pío le aceptó como hijo espiritual, el primer hombre aceptado en tal condición, pues hasta ese momento el Padre Pío sólo tenía hijas espirituales.

Una vez convertido, volvió a Roma, y emprendió varias actividades económicas, pero ya su vida había cambiado, pues le era imposible volver a su antiguo modo de vida. ¿Cómo continuó su proceso de conversión?

Deseando estar lo más cerca posible del santo. Después de algunas idas y venidas, en 1922 quiso quedarse definitivamente a vivir junto al Padre Pío. Primeramente se instaló en un chamizo con techo de paja utilizada para guardar aceitunas situado cerca del convento, pero más tarde, invitado expresamente por el santo, se trasladó al convento, instalándose en la celda 6, contigua a la celda del Padre Pío, que era la 5, siempre dispuesto a intervenir en caso de peligro.

Durante los más de cinco años que permaneció allí, fue la persona más cercana al estigmatizado, su eterna sombra, su ayudante, su hijo espiritual, incluso su «perro guardián», hasta el punto de que el padre Pío llegó a llamarle su «poliziotto».

Emanuele ayudó al santo como un hijo, dándole su apoyo en las circunstancias tan difíciles que vivió el Padre Pío durante esos años, en cuyo transcurso tuvo lugar la primera persecución contra el estigmatizado, hasta el punto de que, en las dos persecuciones que sufrió el Santo, se convirtió en su más encarnizado defensor.

¿Qué circunstancias motivaron las persecuciones al Padre Pío, y cuáles fueron sus manifestaciones más relevantes?

La primera persecución tuvo como motivo la conjura que hicieron contra él el obispo de Manfredonia ―monseñor Gagliardi―, y algunos prelados de la diócesis, quienes urdieron contra el Padre Pío un cúmulo de mentiras y calumnias. También influyó mucho el informe negativo que hizo sobre sus estigmas el franciscano Agostino Gemelli, herido en su amor propio porque el Santo se había negado a enseñarle sus estigmas, pues el famoso franciscano carecía del permiso que se necesitaba para ello.

Un decreto del Santo Oficio fechado el 23 de mayo de 1931 declaraba que al Padre Pío se le quitaban todas las facultades ministeriales, excepto las de celebrar Misa, pero sólo dentro del convento y en una capilla privada, en la iglesia pública no podía. Se le prohibía la Misa en público y confesar a cualquier persona o hacer cualquier otra acción sacramental del ministerio sacerdotal. Y no podía recibir visitas ni recibir cartas. Sólo podía hablar con los religiosos del convento.

El texto de estas disposiciones severas emanadas por el Santo Oficio llegó al convento con los «Analecta Capuchinorum», la revista oficial de la Orden.

Emmanuele Brunatto, que vivía por entonces en el convento, seguramente fue testigo privilegiado de los hechos. ¿Qué testimonio dio de estos hechos en sus escritos sobre el Padre Pío?

Pues dio un testimonio muy importante, ya que fue la única persona que asistió a la reacción el Padre Pío al conocer su condena. El Padre Superior estaba leyendo el decreto a los cofrades, pero suspendió la lectura cuando advirtió la llegada del Padre Pío. Instintivamente, apartó el folleto, poniéndolo sobre una esquina de la mesa, pero el Padre Pío, nada más entrar, miró la publicación y la abrió justo por la página dónde estaban las disposiciones que le concernían.

Leyó el texto en silencio, sin que un músculo de su cara traicionara la más pequeña emoción. Después, fingió que no sucedía nada, y, disimulando, llevó la conversación sobre un argumento completamente diferente. Cuando llegó el momento del descanso del mediodía, se apartó. Brunatto fue detrás de él. Llegados a la celda, fue a cerrar los postigos de la ventana, y se paró allí un instante para contemplar de lejos el llano soleado de Foggia.

Luego, de improviso, se volvió, echándose a llorar. Emanuele se tiró a sus pies y le abrazó las rodillas, a la vez que clamaba: «¡Padre mío, usted sabe cuánto le queremos! Nuestro amor tiene que serle de consuelo».

Pero su contestación fue dura, casi un reproche: «¿Pero no entiendes, hijo mío, que no lloro por mí? Tendré menos trabajo y más méritos. Lloro por todas aquellas almas que son privadas de mi testimonio justo por parte de aquellas personas que deberían defenderlas».

Brunatto es conocido por la denodada defensa que hizo del Padre Pío para liberarle de las persecuciones que sufrió. ¿Cómo se concretó este compromiso en la primera persecución?

Aparte de otras actividades, escribió el libro titulado «Los Anticristos en la Iglesia de Cristo». En dicho libro denunciaba la implicación de algunos altos eclesiásticos en la conspiración contra el Padre Pío. Con la amenaza de lanzarlas al mercado editorial internacional el 16 julio, si no se levantaban las restricciones al Padre Pío, imprimió 2000 copias, que no salieron a la luz porque precisamente un par de días antes se liberó al Padre Pío de las restricciones, por lo cual Brunatto eliminó todos los ejemplares, pues ya había logrado su objetivo conseguir la liberación de su amado santo.

Ante esta actitud de Emanuele, el Padre Pío ―quien, a pesar de las persecuciones siempre mantuvo una estricta obediencia y fidelidad a la Iglesia―, escribió dos cartas a Brunatto, instándole a que desistiera de su actitud.

¿Cómo se desarrolló la segunda persecución, y cuál fue entonces la defensa que hizo Brunatto del Padre Pío?

La segunda persecución, desarrollada entre 1960 y 1964, estuvo causada por la negativa del Padre Pío a desviar fondos del hospital creado por él ―«La Casa de Alivio del Sufrimiento»― a la provincia capuchina de Foggia, que había entrado en la bancarrota por sus malas inversiones. Brunatto organizó una Asociación Internacional de defensa de la persona del Padre Pío, que tenía como base la amenaza de entregar a la ONU y a la opinión pública mundial un «Libro Blanco» sobre los atentados a los derechos humanos en la persona del Padre Pío. Nuevamente, el santo se opuso a esa campaña para defenderse, porque no quería causar ningún perjuicio a la Iglesia a la que tanto amaba, actitud que expresaba diciendo: «No echéis basura contra nuestra Madre».

Brunatto tuvo la dicha de que, poco antes de su fallecimiento ―el 10 de febrero de 1965― el Papa Pablo VI reivindicó al santo, ordenando que le fueran levantadas todas las restricciones a su ministerio sacerdotal.

¿Qué mensajes, qué enseñanzas puede extraer el creyente de hoy de la vida de Emanuele Brunatto? ¿Qué aspectos de su vida pueden considerarse como modélicos para la Iglesia de hoy?

La figura de Brunatto es un modelo de creyente en tres dimensiones fundamentales: en primer lugar, es un paradigma del creyente que experimenta un «camino de Damasco», una conversión radical, que le conduce desde una situación de mundanalidad pecaminosa hasta una transformación plena, realizada por la gracia. Según sus propias palabras, él era «el pecador más grande convertido por el padre Pío».

En segundo término, Brunatto es también un modelo de apóstol que lucha enconadamente por dar testimonio de la verdad, enfrentándose a los poderes ocultos y a las fuerzas oscuras que conspiran contra la Iglesia, combatiendo el mal que la asedia. En su faceta de apostolado evangelizador, estaba firmemente convencido que su deber principal ―aparte de proteger y defender al Santo― era dar a conocer lo que él llamaba «la misión del Padre Pío» y divulgarla, misión que consistía en la imitación de Cristo, en restaurar todo en Cristo ―que había sido el lema del papa san Pío X―.

Para acometer esta empresa, Brunatto escribió varios libros: aparte de los libros que escribió para la defensa del Padre Pío, y que nunca vieron la luz, Emanuele es también el autor en 1926 de la primera biografía sobre el santo, bajo el título de «Padre Pío Da Pietrelcina», aunque la escribió con el seudónimo de Giuseppe De Rossi.

La obra fue incluida en el Índice de libros prohibidos por el Santo Oficio al tercer día de su publicación, a pesar de que los cardenales Gasparri y Merry del Val habían autorizado su publicación. En el año 2011, se publicó en francés su autobiografía espiritual, bajo el título de «Padre Pío, mi padre espiritual».

Por último, Brunatto es también un paradigma de la caridad, entendida como despojamiento de los propios bienes para contribuir al bienestar de nuestros hermanos en Cristo. Poseedor de una gran fortuna, fue el primer benefactor importante del hospital construido por el padre Pío al lado del convento de San Giovanni Rotondo, conocido con el nombre de «Casa de Alivio del Sufrimiento», al cual donó la suma de 3,5 millones de francos, que en aquel tiempo era una auténtica fortuna.

Este aspecto de la vida de Brunatto ―sus obras caritativas―, es el menos conocido. ¿Se debe esto quizá a que su figura está asociada generalmente a sus campañas de defensa del santo? ¿Puede concretar qué otras obras de beneficencia apoyó?

Subvencionó generosamente orfanatos, congregaciones religiosas parroquias, seminarios, movimientos familiares y de acción social, universidades católicas y un sinnúmero de revistas y asociaciones católicas diversas, llegando incluso a pagar pensiones de los veteranos de guerra italianos, y de mutilados y viudas de guerra en Francia. Una de sus obras más conocidas es la asociación llamada «La bebida caliente», que repartió diariamente más de 18.000 raciones de comida de forma gratuita durante el invierno de 1941, consistentes en chocolate caliente, pan, carne y mermelada.

¿Cómo podría resumirse en pocas palabras la aportación de Emanuele Brunatto a la Iglesia de los tiempos actuales?

Como afirman Chiocci  y Cirri en su obra «Padre Pío de Pietrelcina, historia de una víctima», los hombres como Brunatto son todavía pocos en número, odiados y señalados por aquellos que sueñan con un mundo de esclavos resignados, perfectamente dóciles y eternamente vencidos. Pero su raza tiene un gran valor: nunca se apaga. Siempre hay un Brunatto en cada historia de persecución: calumniado, ultrajado, temido y maldecido, se resiste y sobrevive.

Gran enseñanza para unos tiempos en los que la Iglesia es cada vez más perseguida…

Efectivamente, y un hecho que destaca en la historia de Brunatto es la llamada a luchar sin desmayo por las causas justas, a pesar de las dificultades que encontremos en nuestro camino, conservando la confianza en la Iglesia incluso si nos encontramos en ella con las miserias y debilidades humanas.

Pero el mayor testimonio que nos aporta la figura de Emanuele Brunatto sobre el Padre Pío y su lucha por el Reino fue una experiencia que le sucedió en 1925 cuando, tras sus esfuerzos infructuosos para que liberaran al Santo de la persecución, desanimado, agotado y exhausto, llegó una noche a su hotel de Roma, sintiendo el enorme peso de la soledad, sintió el maravilloso perfume del Padre Pío, que le envolvió completamente. Entonces, se dio cuenta de que no estaba solo, y recuperó sus fuerzas.

Quiera Dios que los apóstoles que estamos comprometidos en la lucha por el triunfo del reino de Cristo tengamos una experiencia parecida a la de Brunatto en nuestras horas oscuras.

Por Javier Navascués

22 comentarios

  
Urbel
Hace un par de años visité el santuario de San Giovanni Rotondo.

Tanto la pequeña iglesia primitiva del convento capuchino, como la iglesia más grande edificada en los años 50 del pasado siglo, tenían coros altos donde los capuchinos rezaban el oficio divino.

Hoy ambas iglesias siguen en uso, pero me llamó la atención y me entristeció mucho que ambos coros están inutilizados, cegadas sus vistas sobre las iglesias y convertidos en zonas de paso.

Por supuesto, la tercera y enorme iglesia en forma de pabellón deportivo, edificada ya en este siglo, no tiene nada que se parezca a un coro de frailes. Allí yace el santo Padre Pío, rodeado por los horribles monigotes de Rupnik. Y la pretendida capilla del Santísimo es otro espanto, recuerda a las gélidas salas multicultos de los aeropuertos.

Por supuesto, ni rastro de la Misa tradicional romana que amó y celebró hasta su muerte el santo Padre Pío.

De manera que a los devotos del santo Padre Pío les recomiendo acudir a su poderosa intercesión, pero lejos de San Giovanni Rotondo, y rogar por la restauración de la Iglesia en ruinas.


04/07/25 8:14 AM
  
Wenceslao Smith
Javier, ruego me deje hacer una pregunta ya que veo pasan por aquí comentaristas doctos en doctrina: LLevo un tiempo escuchando a mucha gente que la bula "Quo primum tempore" establecida por un papa afirma que el vetus ordo es intocable irreformable y considerado la misa de siempre.

Por otro lado, algun comentarista ha respondido que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 11-VI-1999, en Respuesta a Mons. Bonicelli, dice:

"¿Puede un Papa fijar un rito para siempre? Resp.: No. Sobre “Ecclesiae potestas circa dispensationem sacramenti Eucharistiæ” [la potestad de la
Iglesia para la administración del sacramento de la Eucaristía], el Concilio de Trento declara expresamente: “En la administración de los
sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares” (Dz 1728). Desde el punto de vista canónico, debe decirse que, cuando un Papa escribe “perpetuo concedimus” [concedemos a perpetuidad], siempre hay que entender “hasta que se disponga otra cosa”. Es propio de la autoridad soberana del Romano Pontífice no estar limitado por las leyes puramente eclesiásticas, ni mucho menos por las disposiciones de sus
predecesores. Sólo está vinculada a la inmutabilidad de las leyes divina y natural, así como a la propia constitución de la Iglesia" (Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 11-VI-1999. Resp. a Mons. Gaetano Bonicelli, Arzobispo de Siena).



¿Qué debemos creer pues ? Estoy seguro que no soy el único que necesita una respuesta definitiva a esta diatriba.
04/07/25 10:56 PM
  
Wenceslao Smith
La cuestión es que aunque mi formación es un poco mayor que básica, entiendo que entre dos posturas tan contrarios es obvio que uno dos los dos mienten como demonios;

1. O bien mienten los que vehementemente afirman que la misa tridentina es intocable

2. O bien miente la sagrada congregación y la forma en al que afirma hay que interpretar las expresiones desde un punto de vista canónico y también Trento por tanto en el punto citado estaría equivocado.

Y como son tantas las personas que (ya digo que de una forma muy vehemente) afirman que es una herejía tocar la liturgia tridentina, no puedo sino exponer que esta situación perturba mi espíritu sencillo.

Gracias de antemano a todos los que quieran contestar esta diatriba.
05/07/25 9:17 AM
  
Urbel
Mi opinión, Wenceslao Smith, no sé cuán docta.

Cierto que "desde el punto de vista canónico, debe decirse que, cuando un Papa escribe “perpetuo concedimus” [concedemos a perpetuidad], siempre hay que entender “hasta que se disponga otra cosa”.

Por lo tanto, es equivocada la invocación de esa perpetuidad de la bula "Quo primum tempore" para sostener, desde el punto de vista canónico, que el rito romano por ella codificado no puede ser legítima y válidamente modificado e incluso suprimido.

Cierto también que "es propio de la autoridad soberana del Romano Pontífice no estar limitado por las leyes puramente eclesiásticas, ni mucho menos por las disposiciones de sus predecesores. Sólo está vinculada a la inmutabilidad de las leyes divina y natural, así como a la propia constitución de la Iglesia".

Aquí se encuentra el verdadero fundamento para sostener que el rito romano codificado (pero no instituido) por San Pío V no puede ser legítima y válidamente suprimido. Sí modificado de manera orgánica, como lo fue durante siglos por ejemplo con la adición de misas u oraciones, pero no suprimido (no abrogado, afirmó Benedicto XVI).

Porque los ritos tradicionales, de origen apostólico o al menos antiquísimo, no sólo el romano sino también los orientales, pertenecen a la constitución divina de la Iglesia. Que siempre veneró las tradiciones apostólicas y, aunque en grado subordinado, también las eclesiásticas.

Por lo tanto, el Papa está vinculado por la diversidad de los ritos tradicionales. No puede abrogar el rito romano tradicional, como tampoco los orientales, ni fundirlos en uno solo que pretendería imponer a toda la Iglesia.


05/07/25 9:56 AM
  
Urbel
Precisamente sobre el santo Padre Pío, a quien se refiere la entrevista comentada, y el rito romano tradicional, si bien el santo capuchino murió en 1968 antes de que se aprobara el Novus Ordo, como desde 1965 se habían dado los primeros pasos en la revolución litúrgica, el santo imploró y recibió un indulto para seguir celebrando la misa en latín en el inmemorial rito romano:

"Esta reforma litúrgica no dejó de inquietar al Padre Pío. Si bien el Novus Ordo no entró en vigor oficial y obligatoriamente hasta 1969, seis meses después de su muerte, ya desde el primer domingo de Cuaresma de 1965, el 7 de marzo, se celebraron por primera vez misas en lengua vulgar según los textos litúrgicos "experimentales" debidos al cardenal Lercaro y a Mons. Bugnini.

Esta liturgia "experimental", que abandonaba el latín y revolucionaba la formulación teológica del sacramento, no podía encontrar conformidad en el Padre Pío. Antes de que fuera autorizada oficialmente, pidió el 17 de febrero poder seguir celebrando la Misa según el rito tridentino.

... Pablo VI accedió gustoso a esa petición del Padre Pío y el 9 de marzo envió al cardenal Bacci a que llevara él mismo el indulto autorizando al anciano capuchino a celebrar siempre la Misa de su ordenación.

El escoger a Bacci no era un azar. Aparte de que había sido uno de los pocos prelados que siempre manifestaron su apoyo y amistad al Padre Pío en los momentos más difíciles de la segunda persecución, había sido también durante el concilio -que terminaría pocos meses más tarde- uno de los animadores de la tendencia conservadora y un ardiente defensor del rito tradicional en latín.

Esta autorización para poder celebrar la Misa tridentina hasta su muerte alivió al Padre Pío. Se sentía inquieto por las múltiples reformas que agitaban a la Iglesia y que fomentaban las divisiones entre padres conciliares. Después de haberle dado las gracias al cardenal Bacci por ese indulto concedido por el papa, le dijo como dándole un consejo:

- El concilio, por piedad, terminadlo pronto."

Yves Chiron, "El Padre Pío", ed. Palabra, Madrid, 1999, pp. 345 y 346
05/07/25 10:07 AM
  
Wenceslao Smith
Gracias urbel,

(por ir acotando)

Ya he dicho que yo soy muy básico y necesito las cosas muy claritas para quitarme de en medio las dudas que la gente me crea.

Según usted la Iglesia no puede en ningún caso suprimir en un momento dado un rito concreto. Me gustaría que por favor sustentara esas palabras en algún disposición elaborada por el papa en comunión con los Obispos, porque sus palabras hacen nulas e impotentes las siguientes disposiciones que si han sido formuladas:

1. En Trento por un lado: el Concilio de Trento declara expresamente: “En la administración de los
sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares” (Dz 1728).

2. Y el el Catecismo Mayor de San Juan Pablo II:
83. Es preciso distinguir de ella ( de la tradición con T mayúscula) las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.


Es decir, que según el concilio de Trento y el Catecismo Mayor la Iglesia si podría abandonar un rito concreto en un momento determinado. Ambas disposiciones han sido formuladas tanto en Concilio ecuménico como en magisterio ordinario universal.


Por otro lado usted dice que no, pero no cita nada que lo sustente. Quedo a la espera.
05/07/25 10:57 AM
  
Urbel
Vaya, creí equivocadamente que usted preguntaba de buena fe.

Veo que es el mismo comentarista de siempre y los múltiples seudónimos. No sabía que Wenceslao Smith era otro más.

Que usted lo pase bien con Radio Maria.

A la paz de Dios.
05/07/25 4:05 PM
  
Néstor
“En la administración de los
sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares” (Dz 1728).

La esencia de un sacramento consiste en su materia y su forma, y es la misma en todos los ritos que se han celebrado y se celebran válidamente en la Iglesia, que pueden llegar a ser muy distintos entre sí, pensemos en el rito mozárabe o los ritos orientales.

Por otra parte, el Papa no está sujeto a ningún poder sobre la tierra, tampoco a los Papas anteriores. Sí está sujeto, obviamente, a Dios y a la Revelación divina expresada en el Magisterio de la Iglesia en las cuestiones que son de fe.

Saludos cordiales.

05/07/25 4:48 PM
  
Néstor
En cuanto a Brunatto, me enteré de su existencia por una de las películas sobre el Padre Pío, y leyendo además esto, no puedo sino pedir a Dios que envíe muchos Brunattos a su Iglesia.

Saludos cordiales.
05/07/25 4:49 PM
  
Wenceslao Smith
Urbel no se salga por la tangente; si no cita a la autoridad de la Iglesia nos está obligando a creer su opinión personal Vs Trato y el Catecismo Mayor.

Por otro lado, aquellos que vehementemente afirman que la misa tridentina es intocable y nadie la puede tocar, ignoran o bien omiten intencionadamente la siguiente info:

“La mencionada edición de san Pío V, que el Papa en la bula de promulgación Quo primum tempore había establecido que no fuera nunca modificado («Missali nostro nuper editio, nihil unquam addendum,
detrahendum, aut immutandum esse decernendo, sub indignationis nostrae poena, hac nostra perpetuo valitura constitutione statuimus et ordinamus»), fue sustituida, pocos años después, en 1604, por una nueva edición típica (prima post typicam) promulgada por Clemente VIII. En 1634 Urbano VIII, tras haber revisado el Misal, publicó una nueva edición típica (secunda post typicam). En doscientos cincuenta años no volvió a ver la luz otra nueva edición, a pesar de que se habían hecho modificaciones, ajustes y correcciones en el mismo; simplemente se iban añadiendo al inicio del libro los decretos de la Sagrada Congregación de Ritos correspondientes a esos cambios. Fue León XIII quien, para actualizar el Misal acogiendo todas estas variaciones, promulgó, en 1884, la edición tertia post
typicam que pervivió dieciséis años, pues en 1900 publicó una nueva edición típica (quarta post typicam). San Pío X hizo cambios en el Breviario y en el Misal, pero sólo editó el primero quedando en manos de su sucesor Benedicto XV la publicación de una nueva edición del Misal, que se hizo realidad en 1920 (quinta post typicam). Pío XII inició una reforma litúrgica que propició dos ediciones típicas del Misal: la primera en 1951 (sexta post typicam) y la segunda en 1955 (septima post typicam).
Finalmente, Juan XXIII publicó la última edición típica del Misal tridentino en 1962.”


//paulorenaliturgia.com/wp-content/uploads/2019/10/La-continuidad-entre-el-Misal-de-san-P%C3%ADo-V-y-el-Misal-de-Pablo-VI-Phase-50-2010-5-9.pdf
05/07/25 5:35 PM
  
Urbel
En respuesta a Néstor, a la pregunta ¿Tiene el Papa atribuciones para cambiar el rito? contestó como sigue Klaus Gamber:

"Si el rito ha nacido de la costumbre general -y sobre esto no hay duda para el conocedor de la historia de la liturgia-, no puede ser recreado en su totalidad.

... Cuando el rito se ha desarrollado en el transcurso de los tiempos, podrá continuar haciéndolo en el futuro. Pero este desarrollo deberá tener en cuenta la intemporalidad de cada rito y efectuarlo de manera orgánica.

... ¿Tiene el Papa derecho a modificar un rito que se remonta a la tradición apostólica, tal como se formó a lo largo de los siglos? En la parte precedente hemos mostrado que la autoridad eclesiástica no ha ejercido nunca influencia notoria en la evolución de las formas litúrgicas. Se ha limitado a sancionar el rito nacido de la costumbre y aún eso lo ha hecho tardíamente, sobre todo después de la aparición de libros litúrgicos impresos y en Occidente después del Concilio de Trento.

... Varios papas no cesaron de señalar que este rito [el rito romano de la misa] se remonta a la tradición apostólica [Inocencio I (402-417): " ... lo que ha sido transmitido a la Iglesia de Roma por San Pedro ..."; Vigilio (538-555): "... que por la gracia de Dios hemos recibido de la Tradición apostólica"] . Solo por esta razón no se puede apelar a la "disciplina y gobierno de la Iglesia".

... Varios autores expresamente adelantan que en consecuencia no compete al poder discrecional del Papa abolir el rito tradicional.

Así, el célebre teólogo Suárez, refiriéndose a autores más antiguos como Cayetano, piensa que el Papa sería cismático "si no quisiera, como es su deber, mantener la unidad y el lazo con el cuerpo completo de la Iglesia, como por ejemplo, si excomulgara a toda la Iglesia o quisiera modificar todos los ritos confirmados por la tradición apostólica".

(Klaus Gamber, "La reforma de la liturgia romana", ediciones Renovación, Madrid, 1996, pp. 17-22.)

Klaus Gamber nació en 1919, fue ordenado sacerdote en Ratisbona en 1948 y fundó en 1957 el Instituto Litúrgico de Ratisbona para el estudio de las fuentes de la liturgia occidental. Obra a la que dedicó toda su vida, permaneciendo como director hasta su muerte en 1989.

Historiador y conocedor erudito de la liturgia, especialista en la antigua liturgia romana pero también en los ritos orientales que admiraba mucho. El catálogo de sus escritos cuenta más de trescientos títulos, entre libros, artículos y ediciones de textos patrísticos y litúrgicos.
05/07/25 7:06 PM
  
Urbel
"Lo que ha ocurrido después del concilio es algo completamente distinto: en lugar de una liturgia fruto de un desarrollo continuo, se ha introducido una liturgia fabricada artificialmente.

Se ha salido de un proceso de crecimiento y de devenir para entrar en otro de fabricación. No se ha querido continuar con la maduración orgánica de lo que ha existido durante siglos, sino que se ha sustituido, como si fuese un producto industrial, por una fabricación que es un producto banal del momento."

(Joseph Ratzinger, "Klaus Gamber, la intrepidez de un verdadero testigo", prólogo al citado libro de Klaus Gamber, "La reforma de la liturgia romana", ed. Renovación, Madrid, 1996, p. XXII)
05/07/25 7:11 PM
  
Jordán
Urbel, permítame felicitarle: no es fácil manejar las citas de Klaus Gamber como quien blande una espada de plástico contra un tanque. Tiene usted la rara habilidad de sacar párrafos aislados de teólogos —que no magisterio, recordemos— para intentar derribar lo que enseña solemnemente Trento y reafirma el Catecismo Mayor, como si con unas cuantas líneas de Gamber se pudiera desmontar la enseñanza perenne de la Iglesia.

Lo suyo recuerda a quien, para impugnar las leyes de la gravedad, se agarra a una viñeta de Calvin & Hobbes donde flotan en el aire, convencido de que eso prueba su punto. Es admirable su creatividad, pero la teología católica no funciona por ocurrencias ni por collage de citas sueltas: lo que enseña con autoridad la Iglesia no lo deshace un autor —por brillante que sea— ni se cambia a golpe de subrayador.

Y en cuanto a esa manía suya de preferir las opiniones personales a la doctrina definida, uno diría que no busca la verdad sino apenas un pretexto elegante para llevarle la contraria a la Iglesia. Eso sí: con un aire muy docto, como quien cita a Homero para justificar saltarse un semáforo.

Así que, por favor, no convierta usted a Klaus Gamber en un comodín para contradecir Trento, ni intente vender como dogma lo que no pasa de ser opinión de un buen teólogo. La Tradición no se combate con posits ni con extractos, y la Fe no se dobla ante sus filigranas eruditas. Si tanto le gusta Gamber, léalo entero, pero no lo use para mutilar el Catecismo Mayor a conveniencia. Eso ya no es erudición: es prestidigitación. Y de la barata, además.
05/07/25 9:06 PM
  
Wenceslao Smith
Urbel, hay que reconocerle que pocos logran con tanta tenacidad convertir un simple gusto litúrgico en un asedio a la doctrina. es usted de los pocos capaces de intentar dinamitar lo que enseña solemnemente trento y reafirma con toda claridad el catecismo mayor, sólo para justificar su personal aversión a la concelebración y su nostalgia por el latín.

Su técnica —por llamarla de algún modo— consiste en tomar párrafos sueltos de gamber y agitarlos en el aire como si fueran dinamita dogmática, con la esperanza de que al estallar derriben la enseñanza perenne de la iglesia. lo que consigue, en realidad, es poner en evidencia la precariedad de su argumento y el precio desmedido que estaría dispuesto a pagar por sus caprichos: parece usted capaz de vender hasta a su madre con tal de imponer su rito favorito.

Una cosa es amar la liturgia y otra, muy distinta, sacrificar la doctrina para acomodarla a los propios gustos. porque por más que usted hurgue en citas y construya castillos de papel, el punto 83 del catecismo mayor no se mueve. ni lo moverá su cruzada personal, por más vehemente que sea.

Quizá le convendría reconocerlo ya y evitar el lamentable espectáculo de querer parecer defensor de la tradición mientras socava precisamente aquello que la tradición ha transmitido con toda su fuerza y claridad.

Dígalo claramente y no engañe a los fieles !!! Usted rechaza el punto del concilio de Trento que se refleja en el dezing (Dz 1.7.2.8)., además del punto 8.3 del Catecismo mayor; los rechaza con toda su alma, dígalo !!! Y por favor, tras reconocer que los detesta, mañana no comulgue sin antes confesarse.
06/07/25 4:43 AM
  
Jordán_
Resulta sorprendente cómo Urbel se empeña en manejar fragmentos sueltos de teólogos como Klaus Gamber, intentando desmantelar con ellos la enseñanza clara y contundente que Trento y el Catecismo Mayor han mantenido durante siglos. Es como intentar derribar un muro de granito con un martillo de goma: un esfuerzo tan absurdo como fútil. La táctica de Urbel no es sino un artificio mal elaborado, donde fragmenta textos fuera de contexto para disfrazar un rechazo personal bajo la apariencia de erudición. Parece convencido de que unos cuantos extractos aislados tienen más peso que el magisterio formal y solemne de la Iglesia, y no dudaría en sacrificar cualquier principio por regresar a una liturgia que responde a sus gustos particulares. Mientras la doctrina auténtica se alza inmutable como una fortaleza, él apenas lanza piedrecitas con la vana esperanza de provocar una grieta. Su proceder, lejos de ser un debate honesto, es más bien un espectáculo teatral donde el rigor queda al margen y prima la voluntad por encima de la verdad.
06/07/25 8:31 AM
  
Mr Smith
Urbel parece convencido de que con cuatro citas ingeniosas y mucha pose puede reescribir la enseñanza perenne, como si la Iglesia entera estuviera esperando su ingenioso recorte bibliográfico para corregirse. Y no solo eso: uno sospecha que, de ser necesario, vendería hasta las reliquias de su abuela con tal de volver a celebrar en latín y sin concelebración, aunque tuviera que armar el altar en el pasillo de su casa.

En el fondo, su cruzada se parece más a una tragicomedia que a un debate serio: armado con las tijeras de podar y un puñado de folios, se lanza a desafiar una fortaleza de granito mientras se enreda en sus propios argumentos. A falta de doctrina que lo respalde, al menos le sobra entusiasmo para el espectáculo.
06/07/25 8:34 AM
  
Urbel
"Ahora, por el contrario, la promulgación de la prohibición del Misal que se había desarrollado a lo largo de los siglos desde el tiempo de los sacramentales de la Iglesia antigua, comportó una ruptura en la historia de la liturgia cuyas consecuencias sólo podían ser trágicas.

... se destruyó el antiguo edificio y se construyó otro, si bien con el material del cual estaba hecho el edificio antiguo y utilizando también los proyectos precedentes.

No hay ninguna duda de que este nuevo Misal comportaba en muchas de sus partes auténticas mejoras y un verdadero enriquecimiento, pero el hecho de que se presentase como un edificio nuevo, contrapuesto a aquel que se había formado a lo largo de la historia, que se prohibiese este último y se hiciese aparecer la liturgia de alguna manera ya no como un proceso vital, sino como un producto de erudición de especialistas y de competencia jurídica, nos ha producido unos daños extremadamente graves.

Porque se ha desarrollado la impresión de que la liturgia se "hace", que no es algo que existe antes que nosotros, algo "dado", sino que depende de nuestras decisiones.

Como consecuencia de ello, no se reconoce esta capacidad sólo a los especialistas o a una autoridad central, sino que, en definitiva, cada "comunidad" quiere darse una liturgia propia."

Joseph Ratzinger, "Mi vida", ed. Encuentro, Madrid, 1999, p. 124.

"Competencia jurídica .... decisiones ... autoridad central": la autoridad del Papa.

Pero desarrollo "a lo largo de los siglos ... proceso vital".

Ocurre en la liturgia como ocurre en el dogma: cabe el desarrollo homogéneo, orgánico y accidental, pero siempre en el mismo dogma, siempre en el mismo rito.
06/07/25 9:15 AM
  
LJ
Que Dios así lo quiera.
Recordemos que todo pasa si es querido o permitido por el Creador.
06/07/25 11:27 AM
  
DICASTERIO
Al hilo de lo que publica urbel , habría que tener en consideración la noticia de hoy de la Razon


Extracto: "En cualquier caso, LA RAZÓN ha podido saber que ese documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que cita la periodista fue «solo un primer informe hecho por dos consultores que fue rápidamente superado por otros estudios mucho más precisos y completos, que se mantienen reservados».

«Antes de llegar a ‘Traditionis Custodes’, hubo un amplio trabajo de Doctrina de la Fe que culmina en la decisión del Papa Francisco», justifican desde el Vaticano a preguntas de este diario. «Por lo tanto, el material difundido es muy parcial e incompleto, seguramente orientado a presionar al Papa actual», advierten sobre las intenciones que habría detrás del deseo de agitar el complejo avispero de la misa preconciliar."



FUENTE:

https://www.larazon.es/sociedad/misa-tridentina-cuando-nostalgia-presiona-papa_202507066869be205e724b62f06a3fc3.html
06/07/25 11:29 AM
  
Urbel
No se canse con tantos seudónimos.

Mejor póngase a oír Radio María.

Feliz domingo cuarto después de Pentecostés.
06/07/25 11:56 AM
  
Mr Smith
Joseph Ratzinger, "Mi vida", ed. Encuentro, Madrid, 1999, p. 124.


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Es difícil imaginar una estrategia más torcida y contraria al espíritu de la Iglesia que la de pretender anular, con la opinión subjetiva de un cardenal —marcada además por su evidente favoritismo litúrgico hacia la misa tridentina—, dos puntos claros del magisterio infalible: el n.º 83 del Catecismo Mayor y el Denzinger 1728, que recoge lo definido en Trento. Hay que decirlo sin ambages: no sólo es una maniobra intelectualmente deshonesta, sino que pone a quien la practica —en este caso, Urbel— gravemente fuera de la comunión eclesial. Y lo más inquietante no es la ignorancia, sino que lo hace con plena consciencia, abusando deliberadamente de su conocimiento para oponerlo a la doctrina de la Iglesia. ¿Se puede ser más diabólico en la estrategia? Es difícil encontrar un ejemplo más claro de cómo corromper la verdad en beneficio de una preferencia personal.

Ahora bien, si Urbel piensa que semejante acrobacia hermenéutica le hará pasar por campeón de la ortodoxia, quizá convenga recordarle que la comunión con la Iglesia no se mide por la cantidad de latín que uno cita, ni por la habilidad de blanquear herejías con palabras elegantes. Porque, a fin de cuentas, lo suyo parece más la obra de un mal prestidigitador que de un católico: pretende sacar de un sombrero de citas parciales el conejo de la anulación del magisterio infalible. Y uno no sabe si aplaudir la audacia del número o lamentar que, después de tanto malabar, siga cayendo siempre fuera de la pista.
06/07/25 4:59 PM
  
Audere est facere
Que lo sepa todo el mundo:


El punto 83 del Catecismo (avalado por Trento dz1728) dice que un rito litúrgico puede ser mantenido, modificado o también abandonado bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.



Sin embargo, el comentarista Urbel parece empeñado en negar esta verdad católica, consumiendo sus días en una cruzada contra la Iglesia misma. Lo que presencian ustedes no es otra cosa que un suicidio espiritual en directo: una postura consciente, obstinada y contumaz de autoexclusión de la comunión católica, adornada además con el grave pecado de escándalo público en cada comentario.

Mírenlo bien, porque si no se arrepiente antes de su último aliento, lo que ahora parece una simple tozudez terminará, sin remedio, en una eternidad en casa de Satanás.

06/07/25 5:22 PM

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