Günter y Beatriz nos hablan de su proyecto sobre el noviazgo católico: Caminando Juntos en Euk Mamie

Günter y Beatriz son dos jóvenes de 25 y 24 años que se encuentran a unos meses de casarse. Günter ha estudiado Derecho y actualmente se encuentra preparando una oposición. Beatriz es enfermera y ejerce en una UCI. Los dos viven la fe juntos en el Hogar de la Madre, movimiento de la Iglesia que tiene como misiones la defensa de la Eucaristía, la defensa del honor de Nuestra Madre especialmente en el privilegio de Su virginidad y la conquista de los jóvenes para Jesucristo.

¿Por qué decidió hacer con su novio una serie de programas sobre el noviazgo?

Günter y yo pertenecemos a un movimiento dentro de la Iglesia Católica llamado Hogar de la Madre. Dentro de las actividades que se realizan promovemos la evangelización a través de medios de comunicación y, concretamente, a través de vídeos en YouTube en el canal EUK MAMIE. Son videos de distintas categorías: testimonios, formación, etc. En este contexto, se nos ofreció el poder colaborar en nuevo programa sobre el noviazgo y poder aportar lo que nosotros habíamos vivido durante estos años.

¿Por qué eligieron el título Caminando Juntos?

Fue una decisión que realmente se tomó desde la Edición del programa, pero nos pareció muy adecuada. Al final, el noviazgo es eso, caminar juntos hacia una misma dirección, la santidad. Es conocerte a ti y al otro mientras caminas, con los baches, las piedras, las llanuras, las sombras y las luces del camino, todo para ir aprendiendo a construir un futuro común y crecer juntos hacia la santidad.

¿Qué tipo de contenidos quieren dar?

Queremos compartir aquello que nos ha ayudado a nosotros en estos años, lo que hemos aprendido de otros, las cosas que nos han hecho crecer juntos y las cosas que nos hemos dado cuenta de que era mejor evitar. Intentar aportar nuestro granito de arena y proclamar la grandeza y la belleza de la vocación al matrimonio sin perder de vista que los ojos deben estar fijos en la meta, en el Cielo.

A veces puede parecer que el matrimonio y el noviazgo son cuestiones superficiales, humanas, de esta tierra. Quisiéramos ayudar a comprender que es una vocación para llegar a la santidad, para aprender a amar y ser testigo en el mundo del Amor de Dios.

¿Cómo ha sido su proceso de formación en este tema para poder transmitir lo aprendido a otros?

Los dos nos hemos ido formando desde que iniciamos nuestro discernimiento vocacional en temas de moral, de familia y de afectividad. Hemos acudido juntos a las clases del Instituto Pontificio Juan Pablo II y hemos participado en diversos congresos sobre familia y matrimonio y Teología del Cuerpo.

Además, nos gusta compartir juntos lecturas que nos ayuden a crecer como novios, por eso gran parte de nuestro tiempo juntos lo aprovechábamos para leer Exhortaciones como Familiaris Consortio o libros sobre Teología del Cuerpo que nos ayudaban a conocernos más, a hacer preguntas y a profundizar en nuestra vocación.

Gracias a Dios, siempre hemos estado en ambientes que han favorecido mucho nuestra formación y hemos tenido a nuestro alcance a sacerdotes y matrimonios que nos han guiado y acompañado durante toda nuestra juventud.

¿Hasta qué punto les ha servido la experiencia de su propio noviazgo, ya cerca del matrimonio, para poder ayudar a otras personas?

Al final el Señor va poniendo en tu camino a personas que, muchas veces sin tu buscarlo o pretenderlo, te abren el corazón y puedes ayudarles. Me parece un misterio y una gran responsabilidad. Además, es un gran aprendizaje escuchar a otros.

Pero sin duda la preparación de este programa y su realización a los que más nos ha ayudado ha sido a nosotros mismos. Como dices, está ya cerca la fecha de nuestra boda, y nos ha ayudado a volver a profundizar en temas de gran importancia, a recordar nuestros inicios, a dar gracias a Dios por todo lo vivido y a renovar nuestra fidelidad al Señor y ese deseo de fiarse de Él y dejarle a Él que vaya dirigiendo nuestra vida.

¿Por qué en el proceso de discernimiento que lleva hasta el matrimonio, es importante preguntarle al Señor quién es la persona adecuada que me ayudará a llegar al Cielo?

La vocación al matrimonio se concretiza en una persona. Uno no puede tener una llamada al matrimonio y ya está, sino que la vocación viene de la mano de una persona que será de la que Dios se servirá para mostrase en tu vida. Es fundamental hacer un buen discernimiento sobre si es la persona que Dios quiere o no, sin agobios y con confianza en que, si buscas la voluntad de Dios con sincero corazón y con los medios adecuados, Él no dejará que fracases. Y sin caer en una exigencia y un perfeccionismo absurdo.

El Señor habla más de lo que pensamos, habla por medio de las circunstancias, de las mociones interiores y de la dirección espiritual.

Si me caso con alguien es para siempre y tal cual es, con sus defectos y virtudes, evidentemente tengo que ayudarle a que trabaje sus defectos y busque la santidad, pero no puedo pretender que mi novio cambie cuando se case o que mi novia sea tal cual como yo quiero. Por eso es importante conocer a la otra persona y realmente preguntarse si estaré dispuesto a estar con ella, amándola y respetándola, todos los días de mi vida. Sin olvidar la gracia del sacramento que siempre viene en nuestra ayuda.

¿Cómo puede ayudar la dirección espiritual en este discernimiento?

Para nosotros ha sido fundamental. Al final en el noviazgo se cruzan muchos sentimientos y decisiones afectivas y a veces puede resultar difícil ser objetivo, especialmente en los inicios cuando el enamoramiento está a flor de piel. Poder tener una persona que te guie, que rece por ti, que su criterio y su preocupación sea encontrar la voluntad de Dios para ti ayuda a centrarse, a dejar que Dios marque los momentos, y a poner Su voluntad por encima de todo.

¿Por qué es necesario ser muy sinceros con Dios y con nosotros mismos y no dejarse llevar por las primeras impresiones superficiales?

Porque a veces podemos autoengañarnos para ‘salirnos con la nuestra’, hay ocasiones en las que el Señor nos grita, pero nosotros no queremos oír su voz, momentos en los que de corazón sabes que no debes hacer algo o, por el contrario, lanzarte, aunque humanamente no parezca lo más prudente. El Señor habla más claro de lo que parece y no podemos engañarnos, al final si no seguimos esa voz interior, nos condenaremos a una gran infelicidad porque en el fondo sabemos que no fuimos sinceros y no hicimos lo que debíamos. La mayor paz interior nace de caminar en la confianza de estar abandonado a la Voluntad de Dios que siempre merece la pena.

Igualmente recordáis que no hay que rebajar los criterios cuando se está conociendo a alguien. ¿A qué os estáis refiriendo?

Criterios que son inamovibles en tu vida. Al final da igual que a uno le gusta más ir al cine y a otro ver películas en casa, o que uno sea más creativo que otro, pero lo fundamental es que en las cuestiones importantes de la vida vayamos a una. Temas como la fe, la idea de familia, lo que entendemos por amor, las prioridades que le damos a cada cosa (trabajo, dinero, etc.), la vivencia de la castidad… Son cuestiones que fundamentan tu vida, que te construyen como persona y que por lo tanto son, o deben ser, sólidos y no pueden cambiar simplemente porque este chico me gusta o porque se va a enfadar conmigo sino cedo en esto o en aquello.

Por eso, antes de comenzar un noviazgo, es importante que la persona tenga la madurez necesaria para dar respuesta clara y concisa en esos temas y saber abordarlos, tener seguridad en nuestro criterio y saber por qué creemos esas cosas. Y después, en el noviazgo, no tener miedo a sacar todos esos temas, a compartir nuestros ideales, a darlos a conocer y, sobre todo, ver cómo piensa la otra persona y si partimos de un punto de vista común.

Por Javier Navascués

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